miércoles, 11 de julio de 2012
DESDE EL JARDÍN
LOS "JARDINEROS" DE LA POLÍTICA
por Carlos Berro Madero
carlosberro24@gmail.com
Hace algunos años, muchos de nosotros pudimos deleitarnos con la interpretación que hizo Peter Sellers de Chance, el protagonista cinematográfico principal de la novela "Desde el Jardín" del escritor polaco-estadounidense Jerzy Kosinsky. En ella, hacía el papel de un hombre ignorante y simple cuyas actividades excluyentes consistían en cultivar rosas y ver televisión a toda hora, confundiendo la vida real con la ficción.
En sus encuentros con los hombres de negocios a quienes conoce finalmente por casualidad a raíz de la muerte inesperada del dueño de la casa donde vivía, les dirige siempre unas frases crípticas y absurdas que éstos toman como notables genialidades, a pesar de que Sellers hablaba siempre metafóricamente sobre plantas y algunas escenas que se desarrollaban en la TV que no comprendía bien y relacionaba defectuosamente con la realidad.
La política argentina se ha ido llenando peligrosamente de este tipo de "jardineros".
No sabemos si todos nuestros políticos profesionales cultivan rosas o geranios y ven televisión compulsivamente, pero de lo que no hay duda es que la mayoría de ellos se expresan con el mismo lenguaje ambiguo de Chance y discuten entre sí sobre ciertas fijaciones elementales de su propia imaginación.
Sus frases alambicadas y fuera de contexto repetidas hasta el hartazgo, adornan su vida pública cuando deben dar cuenta de sus actos, dirigiéndose a los ciudadanos -y también entre ellos mismos-, mediante unas increíbles "construcciones" mentales que suelen dejarnos perplejos por su increíble contenido abstracto.
Mediante verdaderos mamarrachos retóricos pretenden hacernos "aterrizar" sobre ridículos escenarios producto de sus divagaciones -casi ofensivas para la inteligencia media-, que son presentadas como LA VERDAD SUPREMA de "lo que está ocurriendo" según ellos.
Ante su reiterada insistencia en mantenerse ausentes de todo lo que debieran atender -y esquivan con un autismo sorprendente-, nos han terminado sometiendo finalmente a una cierta desesperanza, porque es muy difícil poder rebatir, o siquiera oponerse, a algo que NO EXISTE.
A medida que arrecian los problemas (profundizados generalmente por su propia incompetencia), nos obligan a vivir conectados con un mundo evanescente, y mientras algunos de ellos nos invitan a caminar "con fe y optimismo hacia delante" como Daniel Scioli, sin decirnos adónde queda ese lugar adonde pretenden llevarnos, ni cómo haremos para llegar a él, otros, como Cristina Fernández, insisten en obligarnos a dar vuelta la cabeza hacia atrás constantemente para sumergirnos de lleno en la visión de un pasado que debiéramos "tener en cuenta siempre en nuestra memoria" (sic) siguiendo a pies juntillas un "relato" conceptual fantasioso y atravesado.
Lo más trágico de todo esto es que ninguno de ellos se refiere al futuro ni a los problemas concretos que nos aquejan, como la inflación, la inseguridad, la desigualdad y la pobreza, ni nos dicen de qué manera y en cuánto tiempo -si esto llegara a ocurrir alguna vez-, estiman ayudarnos a salir de este encierro "cinematográfico" cuyo guión escriben cada día con la misma ignorancia elemental representada por Peter Sellers en la obra que aquí recordamos.
Es en esos momentos que nos vuelven a la memoria las palabras del ex Presidente de Uruguay Jorge Batlle cuando le dijera alguna vez "en off" a un periodista que lo entrevistaba que "los argentinos hablan un idioma que el resto del mundo no entiende".
Con el transcurso del tiempo, nuestros políticos han ido perfeccionando aún más este método, hasta sumergirnos a todos en su retórica absurda de auténticos "jardineros" escapados de la realidad, hablando con aire pomposo de las flores de su jardín, como lo hacía el inefable protagonista de la obra de Kosinsky, mientras todos los miramos intrigados preguntándonos que tiene ello que ver con la realidad que nos obligan a vivir.
¿No es pintoresco después de todo?
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