miércoles, 4 de julio de 2012
HERIDA ABSURDA
Una herida absurda
editorial@diariocastellanos.net
Las declaraciones del vicepresidente uruguayo, Danilo Astori, expresan una realidad incontrastable: "Ya no queda ninguna norma importante que no sea violada". De esa manera cuestionó la incorporación de Venezuela al Mercosur.
El desagrado uruguayo va mucho más allá de la retórica. "Venezuela es una herida grave en el Mercosur". Que los poderosos de la organización hayan suspendido a Paraguay para poder decretar el ingreso venezolano suena más a maniobra sectorial que asiste los intereses de unos pocos, que una defensa integral de la democracia. Era la actitud del Congreso Paraguayo, no la opinión contraria del destituido Lugo, la que impedía el acceso del país caribeño.
La maniobra de Argentina y Brasil disgustó a muchos y puso en alerta a otros tantos, conscientes del viejo dicho: "cuando las barbas de tu vecino vieres pelar…"
Para el vicepresidente uruguayo, discrepante con lo acordado por el Consejo de Ministros de su país, encabezado por Mujica, aseguró que de esto "podría pasar cualquier cosa", pues "ya no queda ninguna norma importante que no sea violada".
Pero mucho más allá que el vicepresidente fue el canciller oriental al sindicar a Dilma Rousseff como la responsable de lo que dieron en llamar "golpe institucional" en Paraguay con el simple objetivo de hacer entrar a Chávez en la Organización.
La denuncia del canciller no es una simple respuesta dialéctica. En la cumbre de Mendoza fue la actitud insistente de Dilma Rousseff la que permitió que esto se llevara adelante a puertas cerradas y con toda celeridad por cuestiones de intereses comunes con Chávez. Los, tantas veces declamados, principios de integración regional quedaron de lado. La presidente del Brasil no tuvo pruritos legales para realizar su maniobra, pasándose "por salva sea la parte" el artículo 20 del Tratado de Asunción, el cual dispone que cualquier solicitud de ingreso de nuevos socios al Mercosur "será objeto de decisión unánime de los Estados Partes", y Paraguay, aunque suspendido, continúa siendo miembro del bloque.
La jugada de la Presidente brasileña ha dejado mal parada, una vez más, a Cristina Fernández, quien la apoyó graciosamente suponiendo ingenuamente - o no tanto - que la decisión era buena a los intereses de todos, o una vez más no fue alertada por sus inexistentes asesores en relaciones internacionales.
No sólo para el Paraguay sino para muchos otros países de Sudamérica existe hoy una nueva "triple alianza" conformada por Argentina, Brasil y Venezuela, movida como la anterior por puro interés económico-comercial, la cual será capaz de llevarse por delante a todos los que intenten, siquiera, recordarles la letra de los compromisos firmados.
De este "banquito de tres patas", la más endeble y floja es la que nos toca. Esta inclusión en el Mercosur, para todos y especialmente para Chávez, será una deuda pendiente con Brasil, no con ningún otro. Lo que a Dilma Rousseff seduce no es el pelo rubio ni los ojos azules de Hugo Chávez, sino el petróleo venezolano y su mercado hambriento de lo que sea. Esto y no la perorata de principios democráticos fueron las razones esgrimidas para sacar del juego a Paraguay.
El Mercosur tiene cada vez menos credibilidad. Sus principales miembros se han esmerado en conseguirlo. Esta herida absurda puede que no sea fatal, pero ello no le molesta a Brasil, ya logró su objetivo, lo demás le resulta accesorio.
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