domingo, 5 de agosto de 2012

IDEA DE NACIÓN

PUNTO DE VISTA III Abrazar la idea de Nación Por Gretel Ledo - Abogada, politóloga y socióloga. Máster en Relaciones Internacionales Europa - América Latina (Università di Bologna) Proviene del latín, credere. La Real Academia Española lo define como "tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza o que no está comprobado o demostrado". Sin duda, la acción de creencia implica depositar la confianza en algo o en alguien que está más allá de lo asible. Hablar de la confianza en la clase política sería simplemente hilar fino en un sector específico. De por sí, el común denominador de la sociedad argentina no confía en el prójimo. Una relación de confianza requiere tiempo y una serie de gestos que demuestren es posible depositar parte de lo que se espera que el otro haga de manera positiva. Sin duda, el crack de 2001-2002 erosionó la credibilidad de los políticos ocasionando un claro divorcio con la sociedad civil. Si bien hoy día presenciamos una recomposición del tejido de creencias, no se ha llegado aún al interés genuino por la cosa pública. El quid de la cuestión una vez más, lo encierra el benessere económico. La individuación creciente cobró su estado patológico en 2001. Quizás se destacó el desguace de lo político cuando en realidad fue económico a prima facie. Nuestro país está atravesando momentos delicados respecto al rumbo que transita aunque claro está, no se está viviendo en la paranoia de la crisis pasada. Dos preguntas La juventud, de por sí, siempre ha sido más propensa al pensamiento positivo, una visión que pocos comparten. Lo crucial aquí es que no resulta suficiente con la positividad. Vemos en las encuestas que aún la clase dirigente no despierta las expectativas que se esperan. La frustración tiene un costo considerable que se traduce en el esperado apoyo político, no tanto a nivel electoral, sino en el que aún es más grave: la legitimidad social. El desafío consiste en tener fe no ya meramente en quienes ocupan cargos de poder, sino en abrazar una idea de Nación que incluya a todos y cada uno de manera comprometida en la proyección de un país a veinte y treinta años. Un país que muera en su yoísmo para dar paso al alter ego, el otro; en que la sumatoria de individualidades de nacimiento a un colectivismo superador. Dios es la base de ese amor ágape. Es hora de preguntarse cuánto queremos a nuestro país y cuánto estamos dispuestos a ceder. En esa entrega hay frutos y crecimiento en abundancia. Dejemos de mirar al prójimo y observémonos a nosotros mismos. Gretel Ledo Abogada | Politóloga | Socióloga Máster en Relaciones Internacionales Europa - América Latina, Università di Bologna Analista Política

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