sábado, 30 de julio de 2016

DESCONFIANZA

Aparece la desconfianza en el Gobierno Daniel Muchnik En el mundo se extiende el miedo y la ausencia de soluciones frente a la ignominia de los ataques sangrientos. El mundo es más frágil, en medio de atentados y el crecimiento del Estado Islámico que ha inyectado el odio en todos los frentes y convencido a jóvenes o adultos, hijos o nietos de inmigrantes de Oriente en Europa. En Francia, con un frágil gobierno socialista, los funcionarios argumentan que "hay que aprender a convivir con el terrorismo". Una expresión que conlleva más pánico que tranquilidad. Eso que pasa parece pequeño frente a otros peligros de envergadura, como el riesgo cierto de una carrera armamentista en Europa y la amenaza de una confrontación nuclear. De esta posibilidad han escrito en los últimos días el diplomático argentino Roberto García Moritán y el profesor y especialista en relaciones internacionales Juan Gabriel Tokatlian. La perspectiva de choques muy serios en el mediano o largo plazo aumenta cuando el candidato republicano a la presidencia Donald Trump indica que si Rusia ataca a uno de los miembros de la NATO, los Estados Unidos no intervendrán. Está claro que Trump representa la vertiente más resentida y psicopática del partido Republicano que ahora trata de captar el odio del norteamericano medio contra las instituciones. En la Argentina, que tiene una dinámica única e irrepetible, vivimos en otro mundo. No se termina de encontrar la cantidad de inescrupulosidades, estafas crueles hacia los sectores más frágiles de la sociedad, de despiadada e institucionalizada corrupción. Todo intento de frenar el aluvión de barbaridades trae consecuencias. Un caso es la purga en la Policía de la Provincia de Buenos Aires que actuaba como modelo de casi todas las policías provinciales. Actuaciones que no permiten visualizar dónde está el supuesto custodio de la seguridad y el delincuente en estado puro. Los jueces que ahora se sienten protegidos y actúan han tirado la punta de una madeja que no tiene final en materia de las barbaridades que dejaron los años del matrimonio Kirchner. Esas barbaridades eran conocidas, entre versiones y hechos reales que se arrastran. Por eso ningún funcionario del equipo del presidente Macri podía ignorar la dimensión de los problemas que recibirían. Pero desde hace unas semanas los representantes del PRO ya no pueden continuar hablando del pasado. Hay urgencias y el Estado responde a medias. No permiten ver con claridad qué vendrá de ahora en más. ¿El horizonte del 2017 ofrece más confianza? El apoyo o respaldo al gobierno está disminuyendo, la disconformidad se está instalando. Las quejas por el manejo de las tarifas se repiten y multiplican la impaciencia. Es cierto que la inflación ha bajado pero a costa de una recesión cada día más seria y profunda. Y un tipo de cambio atrasado que vuelve a perjudicar a las economías regionales. El poder adquisitivo está golpeado. La producción en general ha mermado. Ya hay sindicatos que están pidiendo nuevas paritarias para los próximos meses o semanas. Parecería que el gobierno no logra ponerse de acuerdo internamente entre los responsables de las distintas áreas. No hacen más que generar incertidumbres. Que Mauricio Macri acepte los diálogos con los periodistas, sonría, se muestre confiado y descontracturado no cambia las cosas. Eso se traduce en que la principal figura del poder intenta tapar los grandes problemas de comunicación y falta de comprensión de la realidad de la actual administración. Confía Macri en el blanqueo. ¿Cuánto se podrá conseguir para evitar mayor endeudamiento externo? Todo parece inestable. El desempleo privado, que era todo un problema, continúa. Las inversiones no están llegando. Simplemente porque para que una empresa invierta en un país se requieren estudios en profundidad. Piden disponibilidad de mano de obra especializada, infraestructura adecuada (energía, caminos), continuidad y respetabilidad jurídica, diálogo con las autoridades, sindicatos que acepten el diálogo antes de que inicien reclamos violentos. Todo esto lo saben muy bien los grandes ejecutivos del sector privado que hoy cumplen funciones públicas. La semana pasada Edenor y Edesur informaron que la provisión de energía continúa siendo muy frágil. Como para adelantarnos un verano de apagones. Venimos de años de caprichos presidenciales, con amigos poco recomendables, incumpliendo acuerdos internacionales. De ahora en más habría que dar muestras que todo ha cambiado. Pero requiere tiempo. Para mostrar modificaciones se necesita, como mínimo, todo un período presidencial. Se sabía que el mundo, sin distinciones, había olvidado a la Argentina y por otro lado el país se había encerrado en si mismo, como un señorío feudal. El gobierno ganó unos puntos en el terreno de la política internacional. Ha tratado de entusiasmar con una nueva imagen a los titulares de los países más poderosos y ha propuesto algo muy importante que es volcar los intereses de la nación hacia el Acuerdo del Pacífico para llegar con prontitud al Asia y a los mercados eventuales de consumo de los productos argentinos. Es que el Mercosur en los hechos no existe, no genera nada ¿Qué es ahora y qué será del Parlasur? Llega también a Buenos Aires en estas horas el emir de Qatar Hamad Al Thani, cuya familia gobierna desde mediados del siglo XIX y es una de las fuentes más importantes del mundo en provisión de gas natural. Algunos medios europeos han acusado a Qatar de financiar al Estado Islámico, pero, como se sabe en materia de negocios nadie se aferra a criterios rígidos de moral. Debería ser distinto, pero no sucede. El mundo entero también es ciego cuando se trata de tratar comercialmente con China, que es una dictadura expansionista con altos grados de corrupción y olvido en materia de derechos humanos en nombre del comunismo.

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