martes, 28 de julio de 2009
RECUPERAR EL EQUILIBRIO
Río Negro - 28-Jul-09 - Opinión
Aunque el Congreso surgido de las elecciones del 28 de julio no sesionará hasta el 10 de diciembre, puede darse por descontado que la derrota humillante sufrida por el ex presidente y ahora diputado electo Néstor Kirchner ha servido para cambiar la relación entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo. Por primera vez desde hace más de seis años, los Kirchner tendrán que esforzarse mucho por conseguir que los diputados aprueben la mayoría de los proyectos de ley que les presenten, lo que para ellos será una experiencia nueva ya que, con la excepción llamativa de lo que sucedió con el de las retenciones móviles -que luego de verse cohonestado por Diputados fue repudiado por el Senado-, se han acostumbrado a que el Congreso funcionara como un mero sello de goma. Para que esta situación siguiera, el matrimonio santacruceño tendría que mantener la disciplina en su propio bloque, pero lograrlo no le será del todo fácil. El grueso de los legisladores kirchneristas no lo es por convicción sino por conveniencia, razón por la que muchos procurarán alejarse de un "movimiento" en decadencia con la esperanza de incorporarse a facciones con perspectivas más promisorias. Según se informa, el presidente del bloque oficialista en Diputados, Agustín Rossi, cree contar con la lealtad del "95%" de su tropa, lo que es una forma de reconocer que ya está en marcha un proceso de atrición. Es lógico: a través de los años, hemos visto no sólo a peronistas de toda la vida sino también a quienes eran seguidores del fallecido Álvaro Alsogaray convertirse en menemistas, y después en duhaldistas, para entonces afirmarse kirchneristas. No hay motivo alguno para suponer que tales personajes hayan dejado de evolucionar políticamente, por decirlo así. Aun cuando el próximo oficialismo resulte ser muy distinto del de los años últimos, los habituados a adaptarse a las circunstancias lo apoyarán con fervor.
Si bien la decisión de adelantar cuatro meses las elecciones legislativas significa que por un lapso absurdamente prolongado el Congreso reflejará el clima de opinión de una etapa superada, podría haber ayudado a hacer menos traumática la transición desde el presidencialismo exagerado hasta un orden más equilibrado en que el Poder Legislativo se sepa obligado a ponerse a la altura de sus responsabilidades. Se prevé que ya antes del 10 de diciembre los legisladores se movilicen a fin de privar al Ejecutivo de poderes que le cedió cuando, impresionados por el índice de aprobación de los Kirchner y conscientes de que no vacilarían en castigar a los sospechosos de "traición", los diputados oficialistas competían por merecer la gratitud de la pareja. Mal que les pese a los Kirchner, tanto su capacidad para intimidar a los miembros de su bloque como la de premiarlos por los servicios rendidos se ha reducido muchísimo en los meses últimos. Pueden continuar ofreciéndoles cargos administrativos y dinero, pero los tentados sabrán que el mapa político está cambiando y que no será de su interés personal figurar entre los últimos leales a dos políticos cuyo futuro podría resultar aún más sombrío que el que en su momento les aguardó a Isabel Perón y Carlos Menem.
En principio, debería ser muy positivo el que, tal vez antes de comenzar a sesionar el Congreso que se eligió a fines de junio, la presidenta Cristina y su entorno, con Néstor Kirchner en un papel clave o sin su presencia problemática, se vieran constreñidos a respetar al Legislativo. Así se manejan las democracias modernas. Sin embargo, después de más de seis años de predominio insolente de un Ejecutivo insaciable, al país no le resultará tan sencillo acostumbrarse a un arreglo más "normal". Mientras que los Kirchner tratarán de conservar los poderes extraordinarios que consiguieron con la connivencia de un Congreso supino, los dirigentes opositores, respaldados por organizaciones sectoriales como las del campo, harán un esfuerzo igualmente decididos por recuperarlos, lo que plantea el riesgo de una serie de conflictos de poder en medio de un clima enviciado por la proximidad de una nube tóxica de corrupción, ya que no hay duda de que seguirán multiplicándose las denuncias en tal sentido contra los santacruceños mismos y contra distintos integrantes del gobierno que encabezan.
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