domingo, 13 de mayo de 2012

BASES

“BASES PARA LA CONSTITUCIÓN DE UNA NUEVA NACIÓN ARGENTINA” INTRODUCCIÓN Sería candoroso pensar en que es posible en la tierra el funcionamiento de un gobierno mundial capaz de distribuir equitativamente sus riquezas y establecer normas nobles de convivencia y solidaridad donde todos fueran felices y comieran perdices. Todos sabemos que esto no es posible. Pero no todos saben que el mundo actual está funcionando dentro de un proyecto de gobierno mundial que no está manejado precisamente por seres angelicales ni emisarios de Dios. Detrás de este poder se encuentran seres nefastos, perversos, desprejuiciados, corrompidos con todas las miserias morales que la condición humana permite, y que no buscan otro objetivo que el poder mismo. Es necesario decir que los hombres que manejan este proyecto de gobierno mundial, y aunque parezcan serlo, no son todopoderosos, no son asistidos por poderes divinos y poseen numerosas debilidades, resquicios y conflictos de toda naturaleza, además de sufrir las miserias que surgen necesariamente de las pasiones que lo inspiran. En definitiva son nada más que hombres, de manera que enfrentarlos y protegerse de ellos no es más que cosa de hombres, aunque sin duda ayuda mucho la asistencia divina que siempre tendrán quienes despojados de intereses subalternos luchan por ideales nobles. Cuando un grupo de habitantes de este mundo que habitan una determinada extensión de territorio, se encuentran suficientemente consustanciados en sus ideales, cultura, costumbres, idioma, tradición, escala de valores, lengua, raza, religión, intereses y devenir histórico, que se diferencia de alguna manera de sus vecinos, y nace de ello un espíritu de independencia y autonomía, fuerzan límites territoriales para constituir un país. Cuando dicho país se organiza políticamente, se define claramente su identidad y se acuerdan normas de convivencia y objetivos comunes, fundan una Nación que tiene por objeto precisamente la preservación de todos estos bienes comunes y la obtención de los objetivos acordados. Esto es una realidad biológica y sociológicamente insoslayable y así se constituyó la Nación Argentina. El mundo debe moverse procurando una convivencia equilibrada entre naciones, pero el mundo no puede llegar nunca a ser una nación. Los argentinos, con pocas excepciones, somos responsables de llegar a esta instancia casi terminal en que nos encontramos, tanto los actores como los espectadores. Los políticos, los militares, los empresarios y los sindicalistas que con sus claudicaciones morales nos han conducido a esto, no merecen que los incluyamos en ninguna clase especial, porque todos son nacidos de iguales padres, están emparentados con cada uno de nosotros, son parte de nuestras relaciones y mucho peor, inclusive son nuestros hermanos y pueden ser nuestros hijos. No poseen genes especiales, ni han resultado de mutaciones genéticas del argentino medio, ni están endemoniados. La pérdida del respeto por el prójimo, el dejar hacer y dejar pasar y la sola preocupación por la inmediatez son nuestros estigmas. Tal vez haya sido necesario caer en pozo tan profundo como para comprender la necesidad de recrear nuestra Nación. Estamos en este momento sustentados apenas sobre una roca o asidos de una rama y tenemos pocos minutos para decidir salvarnos y recuperar nuestras fuerzas morales para volver a escalar. Espero francamente que no perdamos la oportunidad, porque si no es así, el abismo ya no nos proporcionará ni roca ni rama donde asirnos. Lamentablemente estamos asistiendo al espectáculo paradójico de la destrucción de nuestro país por su propio Estado, que además exige que lo siga sosteniendo para así continuar con su tarea destructora. Refundar la Nación implica necesariamente despojar total y absolutamente del poder a los corruptos miembros del aparato partidario político para ponerlo en manos de otros argentinos que suponemos de bien. Esta transición, lamentablemente debemos decir que es muy delicada, que el germen de la ventajería, la corrupción y la decadencia moral circula en las venas de todos los argentinos, y que aunque haya muchos "portadores sanos" de dichos gérmenes, cuando estos encuentren condiciones apropiadas, pueden enfermar hasta al más saludable. Si queremos generar un cambio no debemos de dejar simultáneamente de crear los "antibióticos" y las "vacunas" para evitar generar una camada de nuevos corruptos que nos lleve también al fracaso. La eliminación de los gérmenes de la corrupción requiere algo más que un cambio de personas, requiere un cambio de generación y entre tanto, mal que nos pese, habrá que contener la enfermedad con las adecuadas "vacunas y antibióticos". La corrupción es el desvío de lo natural en el plano físico, químico o biológico y de lo debido en el plano moral. Lamentablemente el Peronismos desde su nacimiento no solo ha generado gobiernos corruptos sino que ha logrado corromper a todo el pueblo Argentino en toda una escala que va desde el que no le interesa la corrupción, pasando por el que la tolera sin reaccionar, hasta el que acepta los beneficios que la misma puede ofrecerle. La corrupción existe hoy en todos los ámbitos de las actividades. Simultáneamente con el emprendimiento de un nuevo proyecto debe comenzar un proceso paralelo de saneamiento moral de la sociedad, que es tanto o más delicado que el mismo proyecto y que no es para nada simple ni breve. Transformar un Estado esencialmente parasitario, en un Estado de Servicio es también parte muy crítica de este gran desafío. Hoy nos toca asumir a los argentinos que nuestro proyecto actual de Nación, por un sinnúmero de causas, pero fundamentalmente debido a acción u omisión de sus ciudadanos ha fracasado. La Nación debe ser refundada, motivo por el cual antes que nada, deben definirse claramente los objetivos y preceptos que dan base al nuevo proyecto, lo que implica redactar una nueva Constitución. La Constitución vigente, adolece de numerosos defectos inaceptables que nacen con el esquema romántico liberal de sus primeros redactores, y que continúa con la introducción, en sus diversas modificaciones, de artículos insustanciales, demagógicos, y a veces irresponsables destinados a complacer intereses permanentes u ocasionales de sectores corporativos partidarios, militares, gremiales, clericales y de otros tipos. No parece haber sido redactada para definir, exaltar y proteger la integridad nacional, sino para complacer a los gobiernos del mundo, que no son ciertamente sus destinatarios. Carece de un espíritu claro, concreto, único y uniforme. Resultaría pecar de candidez culpar a la Constitución actual del fracaso de Argentina como Nación, pero ella sin duda con su liviandad y ambigüedad no ha ayudado para nada a superarlo. Hemos querido en este proyecto de nueva Constitución corregir los puntos débiles que creemos han determinado el fracaso del proyecto vigente e incorporar nuevos artículos que ayuden a impedir un nuevo fracaso. Si los argentinos estuviéramos imbuidos de una sana cultura y fuéramos un pueblo homogéneo, con conciencia histórica, que sabe de donde viene y qué es lo que quiere, probablemente bastaría una Constitución de quince o veinte artículos donde se plasmen las pautas fundamentales de la nacionalidad. Si embargo no es así y la experiencia histórica nos muestra que todo en ella debe quedar muy bien definido para que no sea interpretada "a gusto del consumidor" y que, aún invocándola, se cometan las torpezas y tropelías más insólitas que nos llevaron a fracasar como nación. En definitiva y en razón de nuestra idiosincrasia, necesitamos una ley fundamental extensa, clara y detallada. No obstante creemos que si se reúne una convención constituyente algunos de los artículos incorporados en este proyecto de constitución, podrían incluirse en leyes especiales redactadas por la misma convención, que tengan un rango superior a las del Senado y requieran una nueva convención para poder modificarla. Igualmente entendemos conveniente que la mayor parte de las leyes reglamentarias que la Constitución menciona deben ser confiadas a la misma convención constituyente para evitar dilaciones en su aplicación y para asegurar el respeto al espíritu original. Intentamos someter a debate este proyecto, pero no de todos sino sólo de argentinos de buena fe realmente consustanciados con los valores nacionales que se sientan realmente preparados para hacer un aporte para perfeccionarlo. Nos permitimos no admitir opiniones de improvisados o discutidores profesionales porque todo lo aquí propuesto es el resultado de una larga meditación y creemos que merece ser evaluado también tras un cuidadoso análisis. ¿Qué hay que enfrentar?: Los cambios fundamentales que suponen llevar adelante un nuevo proyecto nacional necesitan tocar sin duda intereses muy bien instalados, y muy fuertes: la corporación partidaria, la corporación sindical, la corporación académica universitaria, las corporaciones de abogados, la corporación judicial, las “fundaciones” nacidas de la corrupción, las corporaciones económicas que nacieron, crecieron y se sostienen del favor político, las corporaciones económicas a quienes se ha obsequiado la explotación y manejo discrecional de bienes y servicios estratégicos de nuestro país, la prensa mercenaria sostenida con la publicidad del Estado, los medios de comunicación que medran con el libertinaje insolente y degradante que se les permite, la izquierda nihilista y anárquica (y cuando hace falta violenta) y los intereses de grandes poderes económicos del mundo. Como si esto fuera poco, también habrá que enfrentar la obstrucción torpe de los estúpidos siempre listos a consumir todas las ideas inconsistentes que sutilmente se lanzan por ahí nada más que para manipular imbéciles; estos seguramente querrán defender su derecho a la imbecilidad. ¿Es posible enfrentar tamañas dificultades para imponer un cambio tan drástico en la Constitución y recrear la Nación, en el poco tiempo que parece quedar para hacerlo? La respuesta es harto difícil, sobre todo cuando para enfrentar este enemigo formidable, capaz de presentar decenas de frentes de resistencia, muy entrenado en la lucha y con enormes recursos, sólo tenemos un pueblo sin adrenalina, sin sentido nacional, sin escala de valores, una juventud vacía de todo ideal, sumida en el nihilismo y la superficialidad, ausente y adormecida y los hombres en quienes reside la reserva moral están cansados de renegar en soledad y de ser vapuleados. Digamos que un análisis profundo, nos permite advertir que la crisis argentina no es más que un reflejo de la crisis mundial, porque es la concepción del hombre y su destino lo que está en crisis. El hombre se siente como un náufrago que va con su endeble familia a la deriva en un bote frágil y en un mar agitado. Está a la espera de encontrar una isla, habitada por hombres nobles, donde tenga sosiego, se pueda alimentar y dar seguridad a su familia. Yo pretendo que esa isla sea la Argentina, que el proyecto nacional sea para formar hombres nobles, y que los náufragos del mundo quieran encontrarla para asentarse en ella e integrarse a su gente. Cristo que era un humilde carpintero transformó al mundo entero con la ayuda de sólo doce hombres, y debió para ello enfrentar a todos los poderosos del mundo. Aún con la ayuda divina, esto no se hizo de un día para otros y le significó grandes padecimientos, crucifixión y muerte. Yo creo que el ejemplo de Cristo nos pone ante la obligación moral de intentarlo, y que debemos asumir nuestra real situación, y actuar con la energía, la fe, el renunciamiento y la voluntad inquebrantable de Cristo y de todos aquellos que quisieron y lucharon en serio por las ideas nobles que transformaron al mundo. Se requieren para ello fundamentalmente tres condiciones: ideas nobles y muy claras, un fortísimo liderazgo y hombres dispuestos a morir por esta causa. Ojalá me equivoque pero, como lo prueba la historia, sin estos tres elementos el proyecto apenas sumará un carpeta más a los archivos olvidables de las buenas intenciones. Esta no es tarea para impacientes, ya que creo que llevará no menos de un lustro de fuertes sacrificios poder recomenzar, y no menos de veinticinco años recrear definitivamente un destino de gran Nación que sea modelo para el mundo. Se que esto no es atractivo para la mayoría de los Argentinos, pero bastaría con que lo sea para una minoría, la minoría que siempre lleva adelante las grandes empresas M.I. TRINCHERA http://www.nuestratrinchera.blogspot.com.ar/

No hay comentarios: