domingo, 20 de mayo de 2012
REPUBLIQUETA
Horrores oficiales
Republiqueta
El Gobierno comete graves errores políticos, económicos e institucionales. Los riesgos.
por Nelson Castro
"Es la economía, estúpido”, fue la ya legendaria frase que Bill Clinton transformó en su caballito de batalla durante la campaña que lo llevó a la presidencia de EE.UU. en 1992. Esa frase cobra vigencia en nuestro presente. Y este presente desnuda en forma paulatina la dimensión de la crisis económica que comienza a sentirse y que se ve potenciada por el empecinamiento de la Presidenta en negarla. Esta idea de que todo se podía solucionar aplicando la metodología de Guillermo Moreno, lejos de traer soluciones lo único que logra es hacer predecibles los problemas de un mañana de incertidumbre. Moreno, ministro de Economía en funciones, aglutina a buena parte del gabinete en su contra. Las renuncias de cuatro secretarios del Ministerio de Industria son producto del hartazgo de gente consustanciada con el proyecto K que se cansó de asistir con impotencia a los desaguisados de Moreno, siempre apoyados por Cristina. La falta de protagonismo del ministro de Economía, Hernán Lorenzino, es consecuencia de una intrascendencia patética. Allí los aportes técnicos los hace alguien a quien Moreno poco aprecia, el viceministro Axel Kicillof. En esta semana se conocieron sus ideas sobre el desdoblamiento del mercado cambiario, que generaron una apresurada desmentida desde el oficialismo. Como lo han reflejado los hechos, muchas de las desmentidas del Gobierno han terminado de ser confirmadas por la realidad. Las muy pocas fuentes que conocen lo que pasa en el círculo áulico de la Presidencia confirman que la idea del desdoblamiento cambiario le fue acercada a CFK. De hecho, así es como funciona hoy el mercado cambiario.
“No va a pasar nada raro”, dijo la Cristina Fernández refiriéndose al dólar, en uno de los “Aló Presidenta” de la semana. Sin embargo, a juzgar por lo que se observó en algunos bancos, el número de quienes no le creyeron va en aumento. De ahí que la cantidad de depósitos en dólares que se están retirando de las cuentas bancarias va en aumento, así como también la demanda de cajas de seguridad. ¿Cuál es el problema de fondo que ha llevado a esta situación? El creciente déficit fiscal. La respuesta es simple; la solución, no.
Entre los pagos correspondientes a la deuda externa y las necesidades de una mayor importación de combustibles, el Gobierno tiene una necesidad mayúscula de dólares que hoy no están en la cantidad suficiente para cubrir los requerimientos del momento. Por eso es que el cerrojo sobre las operaciones es casi total. Así y todo, el drenaje de la divisa norteamericana sigue un curso imparable. El cerrojo complica el desempeño de la economía y la vida de la gente. La existencia de un dólar paralelo al oficial de creciente valor y con una brecha que aumenta es el epifenómeno de esta circunstancia de impredecible evolución.
En este marco, la situación fiscal de las provincias agrega un factor más de inquietud política. El viernes se conoció un dato que inquieta: los giros de fondos de la Nación a las provincias fue el más bajo de los últimos años. A la cabeza de las afectadas está la provincia de Buenos Aires. De ahí la necesidad imperiosa de Daniel Scioli de aprobar la reforma tributaria y crear nuevos impuestos. Es una necesidad compartida con la Nación. En las protestas que el campo viene llevando adelante contra esa iniciativa, el núcleo principal es el referido a los impuestos que aspira a llevarse el Gobierno nacional y que están incluidos en el paquete que deben tratar los diputados bonaerenses la semana entrante. Sobre la aprobación de esta ley hay expectativa en las intendencias. En muchas de ellas ya se verifica un atraso significativo del pago a sus respectivos proveedores. La gota que derramaría el vaso sería la imposibilidad de pagar los sueldos de sus empleados.
Para Scioli, la semana que pasó terminó un poco más tranquila de lo que la empezó. Su declaración, en la que reconoció sus aspiraciones presidenciales para 2015, impactó en la Casa Rosada. Fue ese un misil que le estaban reclamando los intendentes del peronismo que no quieren ver atada su suerte a los caprichos de la Presidenta, hoy encarnados por el vicegobernador Gabriel Mariotto y por La Cámpora.
En las huestes del gobernador se vivían con euforia las reacciones producidas por sus expresiones. Lo primero que allí confirmaron fue que hay mucha gente dentro del peronismo dispuesto a acompañarlo, señal inequívoca del poco afecto que despierta el kirchnerismo. Nadie puede asegurar cómo seguirá esta historia.
La situación judicial por la que atraviesan Mauricio Macri y Amado Boudou es un ejemplo contundente de la realidad política que se vive. El jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene un procesamiento dictado por el controvertido juez federal Norberto Oyarbide y confirmado en fallo unánime por la Sala I de la Cámara Federal. En su momento, Macri buscó la recusación del Dr. Oyarbide, maniobra en la fracasó ya que le fue denegada. Así las cosas, el próximo paso procesal habrá de ser el juicio oral y público, lo que es muy bueno, porque allí es donde se exhibirán las pruebas que serán la base de la sentencia a través de la cual se establecerá definitivamente y a la vista de todos, la culpabilidad o la inocencia de Macri.
Veamos ahora lo sucedido con Boudou en el escandaloso caso de tráfico de influencias destinado a obtener el levantamiento de la quiebra de la ex Ciccone Calcográfica, al que se le ha agregado la causa por enriquecimiento ilícito. Como se recordará, tras un silencio de dos meses desde que se ventiló el caso de la ex Ciccone, el vicepresidente, por indicación de Fernández de Kirchner, acusó al juez federal Daniel Rafecas, al fiscal Carlos Rívolo y al entonces procurador general de la Nación, Esteban Righi. A poco menos de dos meses de la recordada pseudoconferencia de prensa, el éxito de la estrategia del vicepresidente es evidente, ya que los doctores Rafecas y Rívolo fueron apartados del caso y Righi renunció. Esta diferente realidad se resume en el siguiente apotegma: para el kirchnerismo, todo; para sus opositores, en cambio, la ley. Triste realidad que aleja a la Argentina del ideal promisorio de una república y la acerca a la penosa dimensión de una republiqueta.
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