domingo, 26 de julio de 2009
ADOLF KIRCHNER
El País (Uruguay) - 26-Jul-09 - Opinión
http://www.elpais.com.uy/09/07/26/predit_431893.asp
Editorial
La retirada
por Mariano Grondona
Enfoque
Después de las elecciones parlamentarias del 28 de junio, en que obtuvo sólo el 26 por ciento de los votos contra el 46 por ciento que había obtenido en las elecciones presidenciales de 2007, el gobierno argentino que preside formalmente Cristina Kirchner pero que sigue bajo el control absoluto de su esposo Néstor, ha iniciado a su pesar la retirada en dirección de 2011, cuando se celebrarán las próximas elecciones presidenciales cuyos probables protagonistas serán el peronista Carlos Reutemann, el radical Julio Cobos y eventualmente el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Mauricio Macri, ninguno de los cuales es por cierto "kirchnerista".
La administración de los Kirchner ha ingresado en la conocida situación del "pato rengo" (lame duck) que caracteriza a los gobiernos declinantes. ¿Cómo será en todo caso la retirada del poder de los Kirchner, que fueron gobernantes hegemónicos durante los últimos seis años? La pregunta es pertinente porque hay retiradas y retiradas. Está por ejemplo la retirada pacífica, elegante, que conducen las administraciones declinantes de las democracias "normales" en otras naciones latinoamericanas como Uruguay, Chile y Brasil. Pero este tipo benévolo de "patos rengos" supone, del lado de los que se están por ir, la aceptación resignada de las urnas. Este no promete ser el caso de los Kirchner, cuya pasión por el poder no parece haber amainado a resultas de las contundentes cifras adversas del 28 de junio. Todo indica al contrario que, aun vencido, Kirchner dará batalla.
Cuando un gobierno en retirada se decide a dar batalla, su derrota puede transformarse en catástrofe. La historia enseña que hay dos tipos de retiradas. Tomemos como modelos dos grandes ejemplos militares: la retirada de Napoléon a principios del siglo XIX y la retirada de Hitler a mediados del siglo XX, ambas sobre la helada estepa rusa.
Tanto a Napoleón como a Hitler los venció la nieve. En ambos casos, sus ejércitos sufrieron pérdidas devastadoras. Pero Napoleón logró gracias a su genio militar que sus vencedores firmaran con él una paz negociada en virtud de la cual le adjudicaron el pequeño reinado de la isla de Elba que le hubiera asegurado un retiro digno y apacible contra el cual Napoleón, empero, se rebeló volviendo a Francia durante la famosa campaña de los cien días, para ser derrotado definitivamente en Waterloo y morir pocos años después en la isla-cárcel de Santa Helena. De sus dos derrotas tomemos la primera, que culminó en una paz negociada. Fue la segunda, en cambio, la que terminó en una catástrofe.
Hitler, al contrario, nunca tuvo su Elba. Arrastrado hasta el final por su insaciable sed de protagonismo, se suicidó en su "bunker" de Berlín después de haber desangrado hasta la última gota al ejército y al pueblo alemán. Si la conducta de Napoleón antes (no después) de Elba fue racional, la conducta del Hitler terminal fue sencillamente una locura, tal como lo muestra ese film maravilloso que es "La caída". La más aguda de las interpretaciones racionales de este comportamiento irracional que se ha ofrecido hasta ahora es que, al hacer mutis de este modo, lo que quiso el dictador paranoide fue "castigar" a sus soldados y a su propio pueblo por haber perdido la guerra, condenándolos así a perecer junto con él aunque, después de su muerte, la Alemania democrática protagonizaría una asombrosa recuperación.
Kirchner, que el 28 de junio ha perdido su propia "guerra" en busca del poder total, ¿imitará al fin al Hitler demencial? Con esta forma de retirarse dejando tras de sí una "tierra arrasada", ¿también buscará Kirchner "castigar" a sus antiguos seguidores, a sus sucesores y al pueblo argentino por su propia derrota, dejándoles una hipoteca política y económica que costará un inmenso esfuerzo levantar?
Es de esperar que la Argentina poskirchnerista, al igual que la Alemania posthitlerista, extraiga de sus entrañas un nuevo ciclo de espléndida renovación. Esto será posible porque los pueblos aprenden de sus errores. Kirchner fue después de todo un "maestro involuntario" de lo que no hay que hacer. En la medida en que recoja sus patéticas lecciones, los argentinos que vengan después de él serán más sabios, serán mejores. Es que la historia no es lineal. Se mueve en zig zag. Cuando en la superficie de las cosas todo parece ir peor, en lo profundo del alma colectiva germina silenciosamente lo mejor.
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