miércoles, 1 de julio de 2009
FALSIFICAR LA AGONÍA
(Por el Lic Gustavo Adolfo Bunse) (30/6/2009)
“La pituitaria humana…
puede pasar por alto cualquier cosa
salvo el olor a los cadáveres
cuando quedaron al aire libre” H. Ibsen
La ceguera y el desprecio suelen acometer a los justos cuando súbitamente se hallan frente al escenario donde yace, exánime, un derrotado.
Quienes antes se erguían muy cercanos a su sombra, y hasta sus parientes huyen como ratas... y lo abandonan sin piedad.
La desbandada es tan evidente y tan deshonrosa que incluso alcanza a verse como se inventan disfraces de todo estilo para justificar el escape.
Ella, con el barro hasta las orejas, ha perdido el rumbo por completo.
Incluso, tal vez , también ignora específicamente el rumbo para huir.
Transita en zigzag, formando una enorme nube gris… que la envuelve en el peor pábulo de confusiones desde que llegó a Balcarce 50.
Su conferencia de prensa fue un enorme delirio de falsificación de la agonía.
Ha propiciado que se dinamite el sentido de las proporciones.
En materia de credibilidad …haciendo esa reunión, encalló la República.
En lo que va de su gobierno, no pudo detener en ningún momento su propio derrumbe estrepitoso. Más de veinte problemas graves fueron agregándose, uno por uno, al escenario desastroso que nunca quiso abordar.
Y ese descarrilamiento interminable, ha venido a golpear ahora los bordes mismos de una cadena de constancias que son más que abrumadoras :
Los resultados del 28… que son su mayor tragedia
Manotea, casi grotescamente, alguna solución de jardín de infantes.
Y trata de ensayar, con la tenacidad de una mula, un histrionismo tan módico, que bascula entre la conmovedora adulación a los pobres y la paranoia de las mayores conspiraciones periodísticas.
Cuando la extravagancia hace carambola con el ridículo, hay que hacer un gran esfuerzo para no sospechar que se trata de una burla.
Tomar por idiota a toda la ciudadanía, es una práctica que ya no le alcanza a esta señora. Cruza alegremente la raya del delirio de la falsificación.
Y a la hora de buscar excusas, sin siquiera sonrojarse, su gesto no supera al de un niño escapado de una calesita.
Y así … cualquier colectivo, la deja bien .
Nos está mintiendo a la cara y ni siquiera se esfuerza por ser creativa.
Que este matrimonio falsifique hasta el café que le sirve a las visitas, no es una actitud nueva, pero ya llegan a unos límites de tal delirio que, como dijo Mark Twain, nos hallamos hoy aquí, como quien esto escribe, suplicándoles por favor… que nos mientan con un poco más de seriedad.
Esta mujer ha hecho el pésimo cálculo que la lleva a suponer, tal como su esposo se lo susurra, que se puede insultar fácil la inteligencia de la gente.
Todo apesta en derredor de ella
Hay mucho más olor a corrupción en la Casa Rosada que en cualquier otro momento de la historia , en los últimos 50 años.
Sus fondos de la campaña han sido poco menos que un foco séptico.
La clásica mesa de la repartija de una gavilla.
Recordemos antes, que los operadores de campaña fueron nada menos que su propio esposo, secundado en la tarea por Carlos Kúnkel y por Jorge Zannini. El gabinete nacional fue una recua de encubridores de tramoyas. Una cabal turbamulta de la apostasía.
No fueron asesores, ni referentes de idoneidad alguna.
Actuaron siempre como cadetes de oficina cuya iniciativa, escayolada, se hipotecó en un juramento y allí quedó paralizada para siempre.
Cada mañana se reanudaba la escena… repetida una y mil veces en una especie de “casting de reptadores” que regresaban al redil por cuanto necesitaban sentir una especie de nueva bendición de la luz presidencial para que convalide por otro día más, sus permanencias, como espíritus subalternos de la piara. Y ahora… buscan los huecos por dónde huir.
Es una ingenuidad de niños suponer que alguno de ellos haya tenido la osadía de actuar en forma autónoma y sin la expresa autorización de la corona. Varios empresarios fueron miembros conspicuos de ese vagón jaula.
Expertos todos ellos, en el arte del buen advenedizo para cumplir con la firme voluntad del matrimonio supremo, sumados a los funcionarios y a aquellos operadores, formaron una banda.
Parapetados en su moral hostil a los hombres libres, honrados y de buenas costumbres, confirmaron de un modo simple la primer teoría del filósofo romano Marco Terencio Varrón : “Nada hay peor que un obsecuente, investido en secreto de poderes coercitivos específicos”.
Representantes dilectos de la insensatez del Imperio Conyugal, supieron trasladar linealmente su desprecio por los hombres probos e indomables.
Buena parte de su furia, era sólo envidia.
Han soñado vanamente con ocultar su enorme fracaso en la vida privada y no encuentran, entonces, otro camino que pisotear a alguien cada mañana, probando con su cerviz, hasta que punto pueden llegar a someterlo.
Y lo que ocurre en ese campamento, nos debe apenar a todos :
Suele encontrarse allí siempre más lacayos domesticados y envilecidos que hombres dignos, lo cual es acaso una cruda representación proporcional de nuestra trágica moral social de sumidero.
Todo va edificando una gran arquitectura de falsificaciones, desde el palio de mando - que debería ser el mayor ejemplo ciudadano - hasta el epicentro de la manufactura de los índices del país. La gente busca culpables en niveles inferiores porque se niega a suponer que los autores son nada menos que los propios monarcas.
La ignorancia colectiva, prefiere enfocar a algún capataz de los basurales y diluir, de ese modo, la cuota individual de felonía que le corresponde a estos césares de alcantarilla.
El delirio de las falsificaciones es aquella nube gris, en espiral, que todo lo confunde y todo lo mezcla.
Es la huida hacia adelante de una mentira dicha sobre otra… para formar este enorme cuadro de salvajadas que ya han logrado mutilar la fe pública y que además, por la insuficiencia tan pueril de la tramoya, resulta un insulto grave a nuestra inteligencia. No perdieron… empataron.
Para morir de un modo virtual, necesitan falsificar su agonía.
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