jueves, 2 de julio de 2009

LA REFORMA


La Nueva Provincia - 02-Jul-09 - Opinión

OTRAS VOCES
La reforma política

por Guillermo Lascano Quintana


El resultado de las elecciones del último domingo da para muchos análisis y especulaciones.

Me limitaré, en lo que sigue, a proponer la incorporación al debate público de un tópico largamente postergado: la llamada "reforma política". Ello, con el ánimo de procurar enmendar los comportamientos políticos argentinos y facilitar el tránsito hacia las próximas elecciones nacionales, que serán (huelga recordarlo) trascendentales para nuestro futuro, ya que no sólo elegiremos el presidente de la Nación: también estará en juego la consolidación de la República.

Salvo el caso de muy pocas agrupaciones políticas, la mayoría de las que compitieron en la elección pasada son sólo sellos circunstanciales que descansan en algunos nombres propios y que llevaron como candidatos a ciudadanos que fueron designados en cenáculos nada democráticos; con el agravante de que casi no se discutieron propuestas concretas; en muchos casos, por inexistencia de ellas.

Un caso patético es el de la "reforma política", que, hay que recordar, fue un reclamo generalizado de la ciudadanía y de varios dirigentes, incluidos los políticos, y que hasta fue propiciado por el mismo gobierno.

Urge, en consecuencia, encarar y sancionar, antes de las próximas elecciones (para lo que hay tiempo de sobra) las medidas legislativas necesarias para que la vida política argentina se desarrolle conforme con pautas de modernidad, legitimidad y certeza.

A título de sugerencias, que han sido ya objeto de propuestas y debates que se fueron agotando sólo en expresiones de deseos, hay que encarar: 1) El saneamiento de los partidos políticos, garantizando su normal funcionamiento, por la vía de la sanción de normas que fijen reglas claras y simples de organización, incluida la celebración de elecciones internas, no sólo para sus órganos de conducción, sino, también, y especialmente, para la selección de candidatos a cargos electivos; 2) El estricto apego de tales partidos a las normas establecidas y las que se establezcan, para la financiación de su funcionamiento; 3) La garantía legal de que las elecciones generales se llevarán a cabo en fechas inamovibles y preestablecidas; 4) La sanción de normas que aseguren la pureza del sufragio (vía voto electrónico, a boleta única, o cualquiera otro semejante); 5) El control judicial independiente, tanto respecto del funcionamiento de los partidos cuanto de las elecciones.

Hay que reclamar a quienes resultaron elegidos el domingo 28 y, además, al resto de los legisladores con mandato, para que encaren, decididamente, y se aboquen, de inmediato (en el caso de los primeros, aun antes de asumir), a tan postergada asignatura pendiente.

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