sábado, 2 de marzo de 2013

LA ALCOBA DEL TUERTO

Una gran amistad bajo sospecha Carmen de Carlos / corresponsal en buenos aires Cristina Kirchner y Baltasar Garzón no niegan ni confirman la información que los vincula sentimentalmente efe Baltasar Garzón recibiendo el Premio «Azucena Villaflor de De Vincenti» en 2010 reuters Baltazar Garzón y su esposa Rosario Molina en Valparaiso, Chile, en 2006 afp Garzón junto con Cristina Fernandez de Kirchner en 2012 efe La presidenta de Argentina saluda al exjuez Garzón en la Casa Rosada en 2008 reuters Juntosdurante una visita a la Escuela de Mecánica de la Armada en 2005 Las cámaras de televisión hicieron un barrido por el hemiciclo. Enfocaban a los legisladores que asistían a la inauguración del periodo legislativo. La sesión era la primera del año. La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, se disponía a pronunciar su discurso anual. Normalmente se trataría de un acto estrictamente político pero ayer había un ingrediente con sabor a salsa rosa o, como dicen los argentinos, un condimento extraordinario para alimentar los «chimentos», término que sirve para cotilleos y rumores. Los protagonistas de estos eran el juez suspendido de su cargo, Baltasar Garzón y la jefa del Estado. La revista mexicana «Quién» publicaba ayer, en su edición en papel y en la digital, que mantienen un romance. Verdadero o falso, la noticia se colaba por los pasillos del Congreso. El diario «Clarín», el de mayor circulación y visitas en la web, la había recogido. El morbo por descubrir a Garzón, como hace un año en esta misma fecha, sentado en un palco del Congreso no pudo ser satisfecho. El ex magistrado del Tribunal Supremo faltó a la cita. Su ausencia -salvo que estuviera escondido en algún rincón lejano- quizás, dio más pábulo a las habladurías que si hubiera estado en primera línea. «Hubo grandes ausentes en el recinto», informaba «La Nación», el otro gran periódico argentino, refiriéndose a varios diputados y, por qué no, a Garzón, el rostro más amable e internacional del kirchnerismo. El supuesto «amorío» entre el juez y la presidenta se habría convertido en «pasión instantánea», según le confió la autora de la crónica de «Quién», Verónica Calderón, a Martín Bianchi en ABC. «La pregunta que se hace todo el mundo es si el affaire va en serio. Es decir, si la pareja decidirá salir del armario», dice Calderón en su explositov reportaje. Desde que la viuda de Néstor Kirchner adoptara el luto como uniforme público, hace más de dos años, muchos han sido los comentarios sobre su vida privada pero hasta ahora ninguna publicación le había atribuido un nuevo compañero sentimental, desliz o aventura amorosa. Otro asunto es el tema de su vestuario. Los escotes, transparencias y sus alegres bailes pop sirvieron en bandeja la expresión de «luto hot» acuñada por la prensa local. La vida privada de «Cristina», como se conoce a la Presidenta en Argentina, suele estar celosamente guardada. La de Garzón en este país podría decirse que también. No se le ve ni solo ni con su esposa, Rosario Molina, «Yayo», en restaurantes, teatros o sitios de moda. Sus apariciones públicas son contadas y se enmarcan en actos oficiales por su condición de asesor del Parlamento o por su estrecha relación con el Gobierno, en actos de la Casa Rosada. Una de las últimas intervenciones de Garzón fue en La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. A principios de noviembre asistió al Senado bonaerense para pronunciar una conferencia sobre «Memoria, Verdad y Justicia». Cumplido este propósito se manifestó en el mismo espacio contra los fondos de inversión que reclaman el pago íntegro de sus bonos del Estado a Argentina. «Me parece repugnante que esos fondos reptiles, tengan el amparo de los jueces y que no sean también los jueces quienes investiguen esos fondos que en gran medida están detrás de todas las ruinas que se están viviendo en muchos países», dijo. La tesis de Garzón coincide al milímetro con la de Cristina Fernández. El niño mimado La sintonía fina entre ambos, al menos la confirmada, la comparten en el terreno ideológico pero el puente que les puso en contacto fue el de los derechos humanos. Las causas contra las dictaduras chilenas y argentinas investigadas por Garzón despertaron la admiración de la Jefa del Estado que no dudó en rendirle público homenaje un día como hoy hace un año. Entonces, Garzón ocupaba un palco en el Congreso junto a Hebe de Bonafini, titular de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, protectora histórica de etarras y entusiasta festejante del atentado que derribó las Torres Gemelas. Bonafini, bajo la lupa de la justicia por un desfalco de fondos del Estado en la construcción de viviendas de su fundación, es una de las protegidas de la Presidenta que suele cederle la primera fila en sus actos de la Casa Rosada. El ex magistrado del Tribunal Supremo estableció su residencia en Buenos Aires después de su salida abrupta del Poder Judicial en España. Asesor de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Garzón ya dispone de Documento Nacional de Identidad argentino y su nombre se baraja como favorito para integrar una polémica Comisión de la Verdad, mixta entre Irán y Argentina que revisará el atentado a la mutualista judía AMIA de 1994, en el que murieron 95 personas y más de trescientas resultaron heridas. En rigor, su nombre no suele ocupar titulares de la prensa. Lo de ayer y su supuesto affaire podría cambiar las cosas. Una historia gestada en Madrid El reporaje que revela el supuesto «amorío» de la Jefa del Estado y el exjuez ha sido publicado ayer por la famosa revista mexicana «Quién». Sin embargo, la autora del mismo, Verónica Calderón, es una periodista mexicana afincada en Madrid que colabora asiduamente con las cabeceras españolas «El País» y «Expansión», así como con radios y medios de Iberoamérica. Según ha explicado a ABC, el supuesto romance entre Kirchner y Garzón es vox pópuli entre los amigos que tiene el ex magistrado en el Tribunal Supremo. «Sé de esta historia desde noviembre del pasado año, y la contrasté con fuentes de Argentina», dijo Calderón a ABC. «No he podido confirmar es si el amorío continúa, pero sí que siguen siendo muy buenos amigos».

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