jueves, 28 de marzo de 2013

VECINOS

Vecinos inquietos A los kirchneristas siempre les ha gustado hablar de su compromiso emotivo con la unidad latinoamericana o, como dicen los más nacionalistas, "la patria grande", pero sólo se trata de una aspiración teórica, ya que nunca se han esforzado por superar los problemas que mantienen divididos a los países de la región. Aunque la relación con Venezuela y Bolivia se ha visto beneficiada por la ideología supuestamente latinoamericanista favorecida por la presidente Cristina Fernández de Kirchner y sus subordinados, la forma excéntrica de actuar del gobierno sigue provocando roces con otros países, como Chile, Paraguay, Brasil y, desde luego, Uruguay. Puede que ya haya quedado atrás el absurdo y muy costoso conflicto en torno a la instalación de plantas papeleras en Fray Bentos que tantos perjuicios ocasionó a nuestro vecino rioplatense, pero las medidas proteccionistas tomadas últimamente por el gobierno de Cristina y su desprecio manifiesto por las reglas han resultado ser tan urticantes que el ministro de Economía uruguayo, Fernando Lorenzo, no titubeó en aconsejar a los empresarios locales a olvidarse de la Argentina para exportar. Huelga decir que Lorenzo no es el único funcionario oriental que se siente exasperado por lo arduo que es relacionarse con nuestro país. A juicio del presidente José "Pepe" Mujica, se trata de una "misión imposible" porque, explicó, "como en la Argentina son todos peronistas, aun los que no son peronistas, trabajan en claves difíciles de entender para nosotros". Que Mujica piense de este modo es comprensible, pero ocurre que una proporción creciente de los argentinos también tiene dificultades para entender lo que están haciendo los diversos personajes que están a cargo de la economía nacional. No sólo es cuestión de la perplejidad que sienten los uruguayos frente al enigma argentino. Los brasileños están tan desconcertados como ellos por la conducta, a su parecer irracional, del gobierno kirchnerista. Será por esta razón que la presidente Dilma Rousseff no ha intentado impedir, a base de sus presuntas prioridades geopolíticas, que la empresa minera mixta Vale se retire atropelladamente de nuestro país a pesar de las amenazas formuladas por el ministro de Planificación, Julio De Vido, y otros voceros oficiales. Además de sentirse molestos por la proliferación de trabas al intercambio que se ven impulsadas por el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, los dirigentes brasileños temen que la Argentina pronto se precipite en una gran crisis financiera y, tal vez, política, que tenga repercusiones muy fuertes en el resto de la región. Si bien en términos generales América Latina está disfrutando de una etapa muy positiva merced no sólo a la voracidad de China, que necesita importar grandes cantidades de materias primas, productos agrícolas y energía, sino también al manejo económico sensato, Brasil corre peligro de estancarse. Es por lo tanto natural que sus políticos y empresarios estén mirando con alarma lo que está sucediendo en un socio comercial tan significante como la Argentina; de deteriorarse mucho más la situación aquí, se oscurecerían las perspectivas ante Brasil. Hace apenas un año, tanto los brasileños mismos como muchos analistas internacionales parecían convencidos de que el gigante sudamericano no tardaría en erigirse en una gran potencia mundial, emulando en tal ámbito a China, pero la ralentización reciente de la economía de nuestro vecino los ha obligado a moderar los pronósticos optimistas así supuestos. Por desgracia, una vez alcanzado cierto nivel, el desarrollo exige mucho más que una abundancia de recursos naturales. Como saben muy bien los chinos, dependerá casi por completo del aprovechamiento de los recursos humanos, o sea, de la habilidad de las elites políticas y empresarias combinada con el aporte de una fuerza laboral que tendrá que estar en condiciones de enfrentar con éxito los desafíos planteados por el progreso tecnológico. Dilma es consciente de esta realidad y por lo tanto quisiera concentrarse en tratar de superar los obstáculos internos que están frenando el crecimiento de la economía de su país sin verse constreñida a preocuparse por el riesgo de que un nuevo colapso argentino haga todavía más difíciles los cambios que está tratando de instrumentar.

No hay comentarios: