jueves, 5 de enero de 2012

¿QUÉ ES ESTE PERONISMO?




Alvaro Riva



CUALQUIERA sea la simpatía o la adhesión que cada uno tenga por esa masa informe de principios y de consignas que se conoce o se conoció como peronismo, esta fracción de la izquierda de los 70 que, en su nombre, acaba de llegar al poder, de la mano de Kirchner y con el respaldo de Duhalde, es francamente agobiante. También lo fue esa otra caricatura dibujada por Menem en la pasada década. En uno u otro caso, el viejo sonsonete de ni yankís ni marxistas, ha quedado tan desdibujado y poco creíble que se lo puede considerar una frase muerta e imposible de resucitar. Un cadáver más en esta Argentina de los asesinatos y de las abdicaciones.
Fuera de discusión lo mejor de estas aventuras comiciales fue la desaparición para siempre de Carlos Menem de la vida política argentina. Lo que no quiere decir que no vuelvan, bajo este nuevo gobierno, su espíritu dé entrega y de deserción nacional, su puerilidad ideológica, su gusto por lo grotesco, su mal gusto manifestado en toda forma, su inescrupulosidad militante, su corrupción connatural y, en fin, todos sus defectos y vicios que lo caracterizan y definen. Ese decadentismo instalado en la base de la política pareciera ser propio de la Argentina Moderna y, por lo tanto, todo indica que no se fue y que se encuentra a la vuelta de la esquina, en cualquier recodo de la historia. Ahora bien, qué decir, qué pensar, de este movimiento político tan inclusivo, tan multifacético y tan pragmático, tan curiosamente sin principios. Un movimiento sin doctrina que acepta todas y que no se interesa por la provenencia de sus dirigentes a los que exalta y elimina según una ley de su conservación y expansión que sólo se conoce en su más recóndito interior. Hay que ser peronista para seguir siéndolo sin que se pueda saber porqué. ¿Qué tiene "Kirchner, un hombre que parte más de peronista Menem que Kirchner o Duhalde

que Sola? ¿En qué se diferencian y en qué se asemejan? ¿No fue Ruckauf hoy ministro de Duhalde el que firmó el decreto disponiendo el aniquilamiento de la guerrilla'que integraba su hoy correligionario Kirchner? ¿Cómo se puede convivir en el mismo espacio y agitar las mismas banderas cuando se llega o se promete llegar al derramamiento de sangre de aquél con el que se convive?

Kirchner, un hombre que parte del marxismo -al que nunca abandonó- se tropieza, literalmente hablando, con el poder que le propone y le alcanza otro, Duhalde, que también anduvo en esa izquierda acomodaticia y que a través de complicados vericuetos -de hecho, no de ideas- ya lo había logrado y decide repartirlo para aprovecharlo mejor. En cuanto a Menem -de pasadas culpas montoneras, no hay que olvidarlo nadie, ni él mismo, podría indicar cuál es su origen fuera de su ambición desmesurada y licenciosa. Esa ambición sin medida fue la que lo llevó a hacerse liberal sin reconocerlo como podría haberse convertido en el más fiero estatista y proteccionista. Sin convicciones serias, su liberalismo fue un método para perpetuarse en el poder y para realizar negocios que en la vida había imaginado. Se dejó ubicar tranquilamente a la derecha del espectro sin aceptarlo ni entenderlo por completo pero calculando que de esa posición podría obtener alguna ventaja. Se puso al servicio de los señores del dinero con la misma decisión con que decía atender al pueblo. Pero si Menem desapareció, el menemismo -que no es una ideología sino un mal estilo- puede retornar porque constituye cqmo una constante de la mentalidad burguesa argentina.

Kirchner es un pequeño monstruo inventado por Duhalde para colocarlo al frente de un espontáneo movimiento antimenemista. Surgido de la nada, oscuro militante montonero -de donde arrastra su sobrenombre que parece haber sido en realidad un nom de guerre-, caricatura de estadista y de caudillo, sacó a la superficie en la primera ocasión -cuando aun no era presidente- todos sus rencores, los ecos jamás adormecidos de su actividad de los 70 es quien nos conducirá en los próximos cuatro años. ¿Qué se ha de esperar de quien no puede contener sus ansias vindicativas y se apresura imprudentemente a solidarizarse con los compañeros caídos en el terror que practicaron hace treinta años y al que retornarían si las circunstancias se repitieran?

En cuanto a la oposición, ésta quedará -si hay alguna lógica en nuestra alocada política- en" manos liberales, de izquierda (Carrió) y de derecha (López Murphy) si nos conformamos con esta terminología burda pero habitual entre los politicólogos argentinos. Porque derecha e izquierda son expresiones que si tienen algún sentido lo tienen por referencia a sus grandes concepciones, a los temperamentos que alientan a una y a otra, no por los respectivos modelos económicos ni por sus programas de corto plazo. Todo lo que queda acreditado de manera sobrada con las reformas a la moral sexual que la siniestra instalada en la Capital viene introduciendo con muy poca oposición; o, por ejemplo, las insinceras reivindicaciones indigenistas de los concejales de Chascomús que eliminaron del nomenclátor municipal el nombre de soldados de la Conquista a una plaza lugareña. Y todavía no son gobierno nacional. Cuando este progresismo .fantasioso y aventurero alcance ese nivel, com hombres como Di Telia o Filmus en puestos claves, ¿a qué no se atreverán?
En algún sentido, puede decirse que no quedaron peronismo ni radicalismo "históricos", y accedieron en cambio nuevas fuerzas, unas de izquierda y otras de derecha por no llamarlas sencillamente modernas, esto es, revolucionarias. Cada una de aquellas expresiones desapareció por causas propias y no interesa considerarlas aquí porque son evidentes. Pero frente a ellas, 'lo que la nación reclama -aun en el silencio y en el anonadamiento de sus hijos- es una nueva organización, una nueva institucionalidad, una nueva razón para seguir viviendo juntos. •

P/D: Por Favor: Si encuentra cargo similar ocupado por quien no sea millonario, avise. No permita que siga creyendo en la HIPOCRECIA de los pobres descamisados.

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