lunes, 30 de abril de 2012
CÓMICA DE PASO
Una “re-reelección” a vuelo de pájaro
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Texto: Nicolás Poggi.
Y La Cámpora lo hizo. Más allá de la falta de sorpresas, la agrupación juvenil blanqueó sus intenciones de impulsar una reforma constitucional que permita un tercer gobierno de la presidenta Cristina Fernández. La idea estaba como al caer, presente en las discusiones, fogoneada para probar al resto de los actores (internos y externos), impulsada por algunos referentes de lo que se llama el kirchnerismo ortodoxo, pero ahora fue puesta en escena y arrojada a la discusión.
Desmentidas, relativizaciones o desafíos mediante, lo que el asunto impone es una profunda reflexión sobre los liderazgos en Argentina. Brasil –ese espejo en el que nos gusta mirarnos- tuvo un debate similar, aunque Lula no cedió y hoy nadie se escandaliza con la gestión de su sucesora.
Pero aquí la lógica pareciera ser distinta. Y más tratándose del peronismo, con su avasalladora capacidad de reeditarse cada vez. El liderazgo político y su despreocupación o impericia en la formación de cuadros herederos es lo que habría que examinar.
Ya lo dijo algún célebre ex funcionario menemista: “Cristina tiene más poder que Perón”. Puede que sea cierto, pero eso nunca debe implicar una renovación continua de ese liderazgo en las mismas manos.
Lo antecedentes son conocidos -sobre todo dentro del propio peronismo-, y sería ocioso enumerarlos. La enorme cuota de poder que en estos momentos amasa la Presidenta no debería ser razón suficiente para reformar la Constitución y permitirle abrirse paso hacia un tercer mandato consecutivo.
Ningún movimiento político que se precie de tal puede reducirse a la conducción eterna de una sola figura. Las construcciones colectivas -y el kirchnerismo se propone serlo- no pueden depender exclusivamente de un conductor, en singular. Porque los conductores –y esto no es novedad para nadie- también tienen su tiempo. Forzarlo, revelarse, ir en contra de esa naturaleza, constituye un error de interpretación grave y casi irreversible.
Durante la mayor parte de su corta vida, el kirchnerismo dependió de Néstor Kirchner. Hoy gravita alrededor de Cristina, única guía y única heredera de ese liderazgo. Sería saludable incluso para su propia supervivencia que el movimiento “nacional y popular” pudiera tener la apertura suficiente como para formar cuadros y establecer líneas de sucesión. De hecho, la irrupción de La Cámpora por decisión firme de la Presidenta va en ese sentido.
Cristina lo ha dicho muchas veces: “Estamos de paso”. Pensar la praxis política por sobre sus dirigentes implica dar un paso más allá de la coyuntura y entender a la historia como ese circuito incesante al que las figuras se suben y se bajan inexorablemente. Por si no nos quedó claro con los últimos acontecimientos, llegó la hora de entender que los presidentes son humanos. Como nosotros.
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