martes, 17 de abril de 2012
PRESA
LA HISTORIA DE UNA SIGLA
YPF, la última locura de Cristina
por Pablo Dócimo
El kirchnerismo tiene esas cosas. De pronto, como si algo brotara sin razón alguna desde la Tierra, aparece un tema en el centro de la escena y eso se transforma en un debate de interés nacional; como si ese nuevo tópico fuese el punto de partida de algo, o como si a partir de eso pasara a depender no solo nuestro futuro, sino también el de nuestros hijos, nietos y hasta el futuro de Latinoamérica.
Pasó con el campo, con las AFJP, con Aerolíneas Argentinas, el Banco Central, la Ley de Medios, y hasta con el “Fútbol para Todos”. Tampoco escaparon a estas “imperiosas cuestiones de Estado” los militares, Malvinas y, en este último tiempo, las trabas a las importaciones, la restricción de compra de dólares y hasta el traspaso del subte a la órbita de control de la Ciudad de Buenos Aires.
Es innegable, por otro lado, que todos estos temas forman parte de un interés para el Gobierno. En algunos casos, —o en la mayoría, mejor dicho— económicos, y en otros solo político, como lo es la Ley de medios, la televisación del fútbol y Malvinas. El caso de YPF, por supuesto, no es la excepción.
Pero pongamos negro sobre blanco cuál es la realidad y cuál es el real motivo de la expropiación de la empresa petrolera.
Embanderada como si fuese una pura cuestión de soberanía, Cristina, en su anuncio sobre la expropiación de YPF, dijo que los principales motivos que la llevaron a tomar esa decisión fueron, entre otras cosas, la falta de inversión, el desabastecimiento y la total fuga de ganancias. Si bien esto es real, también es cierto que eso ocurrió por las malas políticas energéticas implementadas no solo por el gobierno de Cristina, sino por el gobierno de Néstor Kirchner, quienes regalaron una lluvia de subsidios y negaron, además, la realidad de ver cuánto debería costar el combustible.
Otros datos que llaman la atención son los siguientes: después de casi una década que ocurre esto, ¿recién ahora se dan cuenta de lo que está pasando? Cabe destacar que la inmensa mayoría de analistas políticos y económicos de nuestro país lo venían advirtiendo desde hace años. Incluso, el periodista Maximiliano Montenegro en su libro “Es la eKonomía, estúpido”, editado en marzo de 2011 habla de este tema bien a las claras, solo por citar un caso.
Otro dato no menor es la curiosa, por llamarla de alguna manera, compra de acciones de YPF por parte del grupo Petersen en el año 2008, la cual fue forzada por Néstor Kirchner. Nadie puede explicar, a ciencia cierta, por qué esta compra fue hecha por la familia Eskenazi y no por el Estado. Algo realmente muy sugestivo, además de incomprensible.
Volviendo a la actualidad, y para no ahondar mucho en datos que en definitiva van a confundir al lector, digamos que la única verdad es la realidad, y la realidad es que el gobierno decidió expropiar YPF por un solo motivo: La caja.
Como es de público conocimiento, y por más que desde el oficialismo se esmeren en desmentirlo, los números no cierran, entonces, ¿qué mejor que manotear los fondos de YPF?
El gobierno ha utilizado a Repsol-YPF como chivo expiatorio para exculparse de 10 años de políticas intervencionistas, con controles de precios incluidos, que nos llevaron a la situación energética actual.
Lamentablemente, todo tiene un costo, y por lo general, este tipo de errores se pagan caros, por lo tanto, indefectiblemente, vamos a sufrir las consecuencias.
Bajo la excusa de la "soberanía hidrocarburífera", el kirchnerismo pretende corregir la situación energética aplicando el mismo mecanismo que nos llevó a la situación de hoy: intervención estatal, sin tener en cuenta que siendo la propiedad privada una de las bases fundamentales de la vida en una sociedad libre, el ataque hacia Repsol-YPF genera un clima de inseguridad jurídica que ahuyenta la inversión y con ella un futuro prospero a los argentinos.
Más allá de la grave violación a cláusulas estatutarias y de la incertidumbre acerca de dónde obtendrá el dinero el gobierno para indemnizar a los expropiados, y realizar las inversiones necesarias, el ataque contra la empresa más grande del país deja sentado un grave precedente para el país en materia de respeto por los derechos de propiedad y cumplimiento de los contratos.
Ya, a menos de 24 horas de consumarse este mamarracho político-económico de nivel internacional cuyas aristas son inimaginables, el Presidente de Repsol dijo que la empresa demandará a la Argentina por 46 mil millones de pesos y por su parte la Unión Europea suspendió una reunión con la Argentina. Es solo el comienzo.
Para finalizar, un dato anecdótico. Hoy muchos —especialmente integrantes de oficialismo y simpatizantes K— hablan de YPF citando esa vieja frase que escuchábamos durante las décadas de los 60 y 70, asociando la sigla de Yacimientos Petrolíferos Fiscales con las iniciales de Yrigoyen, Perón y Frondizi, cambiándola hoy por Yrigoyen, Perón y Fernández, en obvia alusión al apellido de Cristina como un acto de patriotismo. Sin embargo, la inmensa mayoría, especialmente los más jóvenes, no deben de tener la más mínima idea de donde proviene lo de Yrigoyen, Perón y Frondizi.
Bien, esta es la historia de esa frase. Esta denominación proviene de la isla Martín García, ya que los tres ex presidentes estuvieron allí detenidos. Por eso, a la isla Martín García se le decía la “Isla YPF”.
Tal vez en algún momento se le vuela a decir a ese lugar la “Isla YPF”, pero esta vez la F no corresponderá a Frondizi: será la F de Fernández.
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