miércoles, 1 de julio de 2009

GUERRA FRIA




Se profundiza la crisis política. El final de la "era Kirchner"
mientras se busca la cercana pero difícil sucesión.

Empezó la "guerra fría" entre Kirchner y los gobernadores
La designación de Daniel Scioli como presidente del PJ, es vista por los jefes peronistas como una jugada del ex presidente para seguir controlando el partido. Hay bronca por abajo, pero todavía se está lejos de la rebelión. Siguen pesando las restricciones de caja de las provincias y todavía no ven a Reutemann decidido a encabezar un nuevo proyecto que cruce a la Casa Rosada.

Por Ignacio Fidanza

No cayó bien entre los gobernadores peronistas que Néstor Kirchner resolviera –una vez más- de manera inconsulta la crisis que se abrió en el peronismo, luego de la pésima elección que hizo el domingo. Muy lejos de su piso histórico –con mucho esfuerzo de imaginación se le puede conceder un 30 por ciento nacional, en el PJ tienen claro que más allá de lo que diga Cristina Kirchner, se trata de uno de los retrocesos electorales más gravosos que sufrió esa fuerza.


Kirchner grabó el mensaje en el que anunció su renuncia "indeclinable" a la presidencia del PJ
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Sin embargo, rápido de reflejos Kirchner se apresuró a cortar su propia cabeza, con el objetivo de controlar la sucesión. Una vieja regla de la política. Mejor dar un paso al costado y fijar los términos de la retirada, antes que atornillarse y terminar expulsado en el marco de un proceso no controlado.

La designación de Scioli al frente del Consejo Nacional del PJ sorprendió a los gobernadores leyendo los diarios del lunes por la mañana. El cada vez más influyente mandatario de San Juan, José Luis Gioja, le reconoció a este cronista cuando le pidió una opinión: “Me estoy enterando por usted”.

Pero, en lo inmediato, no habría que esperar grandes cumbres levantiscas. Existen al menos tres razones de peso que explican la moderación de los jefes peronistas, que hace rato que están hartos de Kirchner y sus pésimas apuestas estratégicas.

En primer lugar la dependencia financiera de las provincias, con la crisis lejos de solucionarse se agravó. La poca plata que queda la tiene Kirchner. Así de simple. Es más, aunque ya casi no le quede nada, conserva la ilusión de una caja poderosa. Y como se sabe, en economía las expectativas son todo. Hasta que estas terminen de disiparse, el ex presidente conserva esa zanahoria.

Se puede conceder que es de una fenomenal inequidad el actual sistema impositivo que convierte a las provincias en rehénes de la Nación –situación que se agravó después de la crisis del 2001, con la aparición de las famosas retenciones que sigue concentrando en su mayoría la Casa Rosada-. Pero hasta que no asuma el nuevo Congreso –y habrá que ver aún entonces-, no existen los votos para transformar esa realidad.

El segundo motivo que frena la rebelión peronista tiene que ver con las exigencias que imprime estar a cargo de una administración. Los gobernadores observan con preocupación el agravamiento de la situación social en sus territorios, producto de la crisis. Es bastante obvio que demoler el escaso poder político que le queda a la Presidenta, no contribuirá a la salida de la crisis –aunque también hay dudas si el autismo que está mostrando en la Casa Rosada no es igual de pernicioso-.

Y en tercer término, no ha surgido aún un liderazgo alternativo. Está claro que Carlos Reutemann es la bala de plata que le queda al peronismo para intentar retener el poder en el 2011. Pero las reales intenciones del senador santafesino sigue, construyendo un enorme enigma, envuelto en un misterio.

El propio Reutemann se encargó ayer de abonar la incertidumbre de quienes lo imaginan como la cabeza de playa para terminar con el kirchnerismo, con dos frases que convalidaron la última jugada del ex presidente: “La designación de Scioli es un paso adelante”, afirmó el senador, para luego advertir que no le interesa la conducción del PJ –afirmación bastante sorprendente para un presidenciable peronista-.

Pero lo dicho no debería alentar falsas interpretaciones. El ciclo de los Kirchner como líderes del peronismo está terminado. De lo que se trata ahora es de observar un proceso fascinante: como regula el peronismo una nueva transición en el corazón del poder.

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