sábado, 4 de julio de 2009

HONDURAS


La Nueva Provincia

EDITORIAL
Honduras


Quienes, por manía de concebir la política en términos de opresores y oprimidos, imaginen tanques en las calles de Tegucigalpa arriados desde los cuarteles por un jefe militar omnímodo, o gentes amedrentadas en sus casas, masacradas en las calles o fugitivas en los bosques, están equivocados. También lo están quienes creyesen a pies juntillas la versión de un asalto al poder legal y prístino, pues no lo hay, que se sepa, si el presidente, elegido por voto popular, fue desalojado en virtud de una orden de la Corte Suprema y el poder vacante resultó entregado al titular del Parlamento, no a un jefe castrense. ¿Sabe alguien, entonces, la verdad de lo que está pasando en Honduras?
En todo caso, no es seguro que nuestra mandataria conozca la trama secreta de lo que allí se teje. Imagina, en cambio, en Honduras una prueba piloto, un ensayo general de derrocamiento que, si tiene éxito, se volvería preliminar de otros en la región. Cosa ridícula por donde se la mire.

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