domingo, 1 de abril de 2012
ES EL SISTEMA----
*“ES EL SISTEMA, ESTÚPIDO”
“América del Sur se liberará el día que se libere de sus liberadores”. Juan Bautista Alberdi
Por Malú Kikuchi
Tengo un amigo cibernético, al que no conozco personalmente, con el que compartimos una línea de pensamiento socio/político/económico. Voy a empezar disculpándome, soy liberal, con perdón de la palabra. Y para que le quede claro a qué me estoy refiriendo, le transcribo la definición del DRAE, liberal (6° acepción): partidario de la libertad individual y social en lo político, y de la iniciativa privada en lo económico.
Este amigo que piensa parecido a lo que pienso yo, me escribe que la oposición no sirve, que todos juntos no hacen uno, que nadie es confiable y me descoloca completamente cuando se queja, porque no encuentra una persona providencial que pueda encaminar este desastre, hacia el que nos dirigimos irremediablemente.
Y ahí está el problema. Y el problema es serio. No necesitamos una persona providencial, iluminada, excepcional, extraordinaria, un estadista fuera de serie, necesitamos un SISTEMA. Un buen sistema. Y lo increíble es que el sistema existe y es bueno y es la Constitución Nacional. La ignoramos.
No la usamos. No la conocemos. Al no conocerla, no sabemos de nuestros derechos y garantías, ni de nuestras obligaciones. Por lo tanto no exigimos las primeras y no cumplimos las segundas. Resultado, la Argentina de hoy.
Si alguien que se supone liberal (y no me venga con eso de “neoliberal”, que no sé qué es, y de hecho no existe, porque se es un liberal nuevo o un liberal viejo, o no se es liberal), espera el milagro de un personaje milagroso para salir a flote del mar de disparates en el que nos estamos hundiendo, estamos muy, pero muy mal.
Argentina, como cualquier otra nación organizada, necesita un sistema simple, directo, y que se cumpla a rajatabla. Un sistema tal, que no dependa de las personas, sino de las instituciones. Un sistema a prueba de seres mediocres, hasta de seres tontos o decididamente incapaces, un sistema que sobreviva un mal gobierno.
Necesitamos una división de poderes real, efectiva. Que el poder ejecutivo no ocupe el lugar del legislativo y del judicial. Hoy, con mayorías en las cámaras, el ejecutivo hace pasar las leyes que quiere sin siquiera permitir que se discutan. Y en cuanto al poder judicial, lo ha vaciado de justicia.
Necesitamos un sistema en el cual los 3 poderes sean igualmente importantes y se controlen entre sí. Necesitamos un sistema donde el estado de derecho sea una piedra fundamental del andamiaje del gobierno de turno. Que las reglas de juego no se cambien y los contratos se respeten.
Necesitamos instituciones sanas, fuertes, a prueba de malos gobiernos. Porque los brillantes estadistas, son difíciles de encontrar. Aparecen alguna vez, con suerte, a lo largo de un siglo. Mientras que buenas personas, bien intencionadas, razonablemente inteligentes, o mediocres, abundan. Y lo más probable es que los gobiernos estén formados por esa clase de personas. Y la nación debe conformarse.
Por eso es tan imprescindible tener instituciones que aguanten la mediocridad. Que sobrevivan la matonería guaranga de un secretario de comercio mesiánico; la ideología derrotada hace ya mucho tiempo, pero enarbolada por tantos funcionarios actuales, y el incomprensible rumbo, si que hay un rumbo más allá de eternizarse en el poder, de esta presidente, que el 54,11% de los argentinos ha elegido.
Cuando este gobierno termine en el 2015, votemos por las instituciones, no por las personas. Votemos por la Constitución Nacional. Dígale no a la demagogia populista y al nacionalismo barato. No busque estrellas, Argentina no hace un casting de cantantes de rock, Argentina necesita un gobierno serio. Y ojalá ese gobierno tenga muchas mentes brillantes, pero de no tenerlos, basta con que las instituciones lo contengan dentro de la ley. No hace falta más.
No a las personas providenciales, si al sistema a prueba de mediocres.
*En 1992, James Carville, estratega de campaña de Bill Clinton, fue el autor de “Es la economía, estúpido”, frase que según los analistas, ayudó a Clinton a ganarle las presidenciales a George Bush padre.
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