viernes, 24 de febrero de 2012

MENTIRAS

DE GORILAS, FACHOS Y DESTITUYENTES ¿Quién miente, Clarín o el gobierno? por Pablo Dócimo Quiero aclarar, en primer lugar, que este artículo lo escribo como ciudadano, más que como periodista. Siempre, absolutamente siempre, escribí todos mi artículos desde la convicción, muy lejos del fanatismo y tratando de ser lo más objetivo posible. Es obvio y visible, por otro lado, que tengo una ideología. Conozco perfectamente lo que creo es bueno y lo que creo es malo, política, social y económicamente hablando. Sé en lo que creo, que no significa que esté convencido en un 100% de ello ni que mi manera de pensar sea la mejor y mucho menos la correcta. Pero repito, siempre hablo desde mis convicciones, fuera de presiones y/o conveniencias particulares. Y me siento en la obligación de aclararlo. Tengo la necesidad de aclararlo, porque hoy, lamentablemente, o se es oficialista o se es opositor, o se es oficialista o se es destituyente, gorila, desestabilizador, facho o lo que se le ocurra. Hoy, lamentablemente, hay que aclarar, cuando curiosamente los que deberían aclarar, tanto por sus actos como por su rol, son los responsables de gobernarnos. Desde el conflicto con el campo, allá por marzo de 2008, el gobierno K decidió profundizar esta metodología de "estás conmigo o sos mi enemigo". Y a la larga lista de enemigos (militares, iglesia, empresarios, periodistas, policía, sindicalistas y, por supuesto, toda la oposición) se apuntó especialmente al Grupo Clarín. Después de tratar de perjudicar por todos los medios posibles al multimedios, empezando desde llamarlo monopolio, cosa que no es de ninguna manera correcto, y para que a la gilada le suene más feo, hasta realizar un allanamiento totalmente arbitrario de la AFIP, pasando por impedirle renovar el contrato de locación de las antenas de transmisión de Radio Mitre o inventando el "fútbol para todos" y ahora su nuevo hermanito, el "automovilismo para todos" y bancar, desde el canal oficial, el 7, y el paraoficial, el 9, a un impresentable mercenario de la televisión, Diego Gvirtz, dedicado a fabricar informes más que tendenciosos y justificar todas las acciones del gobierno, el kirchenrismo insiste en mostrarnos otra realidad, la de ellos. Pero como en el kirchnerismo todo tiene nombre, única cosa que hacen prolijamente, aunque no en su totalidad, ya que en la mayoría de los casos esos nombres son ridículos, como por ejemplo "milanesas para todos" o la última gran invención de vaya uno a saber quien, "sintonía fina", la campaña contra Clarín fue bautizada con el título de "Clarín miente". Ahora bien, ¿realmente Clarín miente? y si miente, ¿en cuanto miente? Y el gobierno, ¿no miente? Y si ambos mienten, ¿quien miente más? Cada vez más venimos soportando todos estos mamarrachos que comenzaron en mayo de 2003 (todavía recuerdo cuando a poco de asumir, en uno de esos primeros actos que realizaba Néstor, se anunciaba desde las instalaciones de Astilleros Río Santiago la firma de un contrato con el gobierno de Venezuela para la fabricación de ocho buques petroleros, con la presencia del mismísimo Hugo Chávez, Daniel Scioli, en ese momento vicepresidente, y Felipe Solá, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires (cabe recordar que los buques jamás se construyeron). Pero esa no fue la única mentira del kirchnerismo, fue solo una de las primeras, una de las más inofensivas, si usted quiere. Y después vinieron cientos, como por ejemplo el anuncio de los créditos para inquilinos para adquirir su primera vivienda o los planes para comprar un auto un cero kilómetro, solo por citar algunos ejemplos. Esos son, hoy, pequeños detalles, anécdotas en comparación a la triste realidad en la que estamos inmersos. Dejando de lado la inoperancia, ineficacia, ridiculez y demencia de las medidas tomadas por Guillermo Moreno, personaje que solo podría formar parte en alguna película de Mel Brooks o en aquellas del surrealismo italiano por su estupidez, la realidad nos sopapea a diario; pero el gobierno insiste en que Clarín miente. En nuestro país mueren personas estúpidamente a diario. Desde asesinatos inverosímiles, como personas que prenden fuego a sus parejas o padres celosos que tiran por una ventana al novio de su hija, o en accidentes de todo tipo, en peleas callejeras y ni hablar de muertos en ocasión de robo. Todo esto, todo este deterioro social, es la realidad que vemos a diario, la realidad que podemos ver en cualquier noticiero (salvo en los de canal 7) o en la calle misma. Evidentemente, los funcionarios del gobierno deben mirar solo canal 7, leer el diario Tiempo Argentino, escuchar Radio nacional o informarse a través de Télam, donde todo parece estar más que bien. Mientras tanto, el mismo gobierno que antes de las elecciones prometía "profundizar el modelo" a tres días de haber ganado esas mismas elecciones empezó a hacer exactamente todo lo contrario. Y la culpa, ¿es de Clarín? ¿Quien miente, Clarín o el gobierno? Seguramente, todos y cada uno de los funcionarios K están convencidos de que están transitando la buena senda, si no, Cristina no saldría a hablar de "sintonía fina", cosa que ni ellos saben que es exactamente, o su vicepresidente, quien para justificar sus sospechas sobre los oscuros manejos de Calcográfica Ciccone optó solo por hablar luciendo una remera con la leyenda "Clarín Miente". Para finalizar, tengo la segunda necesidad, la de hacer otra aclaración. Muchos lectores de este portal de noticias me envían correos preguntándome por qué no escribo con tanta frecuencia como en otras épocas, y la verdad, la pura realidad, es que me siento muy decepcionado. Honestamente no siento ganas de escribir, porque siento que uno habla siempre de lo mismo, siempre los mismos temas, siempre las mismas situaciones. Por eso mi aclaración al principio de la nota, puesto que hoy, más que como periodista hablo desde el lugar común de cualquier persona, con la suerte de que gracias a este medio puedo hacer catarsis y desahogarme un poco ante tanta injusticia, tanta mentira, tanta hipocresía, tanta inoperancia. Un saludo cordial a todos los lectores, a los que coinciden conmigo y también a los que no están de acuerdo con mis dichos.

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