lunes, 20 de febrero de 2012
DIFERENCIA
DOS CARGOS SIMILARES,
DOS PAÍSES TOTALMENTE DIFERENTES
¿POR QUÉ?
por Alfredo R. Weinstabl
alfredo@weinstabl.com.ar
Christian Wulff, presidente de Alemania. Cristina F. de Kirchner, presidente de Argentina.
Alemania hace casi 70 años era un país devastado, con sus industrias arrasadas, derrotado en una guerra mundial, ocupado por las fuerzas vencedoras en esa contienda, dividido en dos países con regímenes políticos totalmente opuestos. Hoy casi 70 años después, constituye un modelo de país democrático, una verdadera potencia económica mundial que prácticamente rige las políticas de la Unión Europea y es uno de los referentes mundiales.
Un país que debió reconstruir un verdadero régimen democrático e reinventar sus instituciones rectoras después de la guerra.
Contrario sensu, Argentina, un país con inmensas riquezas, se encontraba dentro de los seis o siete primeros puestos en el ranking mundial y se perfilaba potencialmente como un firme competidor de los EE.UU., que, más o menos en el mismo lapso, sin haber sufrido el flagelo de la guerra ni ocupación extranjera alguna, emprendió un persistente y franco retroceso en muchas de sus características y parámetros socioeconómicos compitiendo ahora con los países más atrasados y postergados del mundo.
Su sistema democrático es actualmente simplemente un ropaje, un verdadero disfraz que oculta un sistema absolutista, autoritario, corrupto y absolutamente ineficaz e inoperante.
Casi es una pregunta que puede considerarse tonta u obvia. ¿Por qué dos personas que tienen cargos similares en países democráticos, independientemente del sistema político imperante, y de sus responsabilidades de sus cargos enfilan a sus países en rumbos tan diferentes, Alemania cada vez más ascendente, Argentina en franca caída libre.
Evidentemente las causas de nuestro continuo retroceso son múltiples y son atribuibles a los sucesivos gobiernos que se sucedieron a lo largo de este lapso y se podría escribir un voluminoso libro al respecto.
Pero hay un periodo gubernamental que se lleva los laureles al respecto: la dinastía de los Kirchner. Es la frutilla del postre de la asombrosa declinación argentina.
No quiero enumerar la verdadera montaña de errores, torpezas, falsedades, actos de mala fe y corrupción superlativa de esta dinastía ya que prácticamente lo hago en casi todos mis escritos.
Simplemente quiero exponer un solo ejemplo que habla por si solo.
El presidente alemán, Christian Wulff, renunció a su cargo por unas vacaciones que habrían sido pagadas por amigos y un préstamo personal en condiciones muy ventajosas, también otorgado por un allegado, que hacen sospechar y entrever un tráfico de influencias y un intentó de acallar un medio que publicaba el hecho.
En el momento de presentar su renuncia manifestó “el país necesita un presidente que pueda superar los desafíos nacionales e internacionales, y que goce no solo de la confianza de una mayoría, sino de una amplia mayoría. Yo no cuento más con esa confianza.” También dijo “ser sincero en sus dichos y reconoció sus errores” y que “Estoy convencido de que (las investigaciones) conducirán a un total descargo (de mi persona)”
Wulff era apoyada por la Canciller Angela Merkel y el oficialismo. En síntesis, renunció por haber dañado la credibilidad política.
Si intentamos comparar el caso del presidente alemán con nuestra presidente, la Sra. Cristina Kirchner, rápidamente dejaríamos de lado el intento…y al mismo tiempo nos mataríamos de risa (o lloraríamos profundamente acongojados) por lo absurdo de la idea.
No creo necesario enumerar las múltiples sospechas de desenfadada y escandalosa corrupción de los Kirchner y la cantidad de denuncias al respecto. No solo ello, sino la protección oficial a través de la manipulación de la Justicia, de la enorme cantidad de denuncias de corrupción de sus amigos, funcionarios y colaboradores.
En un poco más de un año en el cargo la presidente de Brasil, Dilma Rousseff, ya separó a cinco o seis de sus ministros por falta de ética política o por denuncias o sospechas de corrupción.
Creo que para el lector es simple llegar a una conclusión porque estamos en caída libre.
Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL
alfredo@weinstabl.com.ar
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