lunes, 27 de febrero de 2012

UN GESTO

APENAS UN GESTO... Cuando son tantas las vidas que se han truncado, la seriedad impone un párrafo aparte: el que dedico a las víctimas de una tragedia que pudo evitarse. No en la Argentina de los últimos años, claro. Ya se ha escrito mucho sobre ello, y también se ha callado demasiado… Hay que reconocer que “pegarle” a Cristina Kirchner es fácil. Viene haciendo mérito para ello desde hace tiempo, pero a la hora de esgrimir argumentos concretos, recuerdo que en este mismo instante, hay familias llorando a sus muertos. Entonces sé que no hay palabra que cicatrice, ni análisis que valga, aunque también sé que el silencio obra como ácido en las llagas. Vaya pues, para ellos, un sentimiento: de condolencia y respeto. La vida no está en lo general sino en lo particular, decía Walter Benjamin, y es su particular sufrimiento lo que cuenta en este momento. Mi generalización es apenas un intento por acercarme a ellos. Un gesto… Un gesto… Nada más que eso se le pedía a la jefe de Estado, como primer paso, el miércoles pasado. Sin embargo, con su ausencia volvió a matar a cada pasajero del Sarmiento. Es cierto, ya están muertos, y quizás en el desgobierno de las falsas cifras, no sumen siquiera a las estadísticas. Restan. La Presidente debe evaluar únicamente que son 51 votos menos. De otro modo no se comprende el silencio. Un silencio ensordecedor que, en menos de 48 horas, estableció que además de ciudadanos, hay cadáveres de primera y cadáveres de segunda. No hay mausoleos para “todos y todas”... La “jurisprudencia” daba pauta de cuál podía ser su comportamiento. “Dar la cara” es una conducta que no existe en el estilo maniqueo de la cabeza de este gobierno. Ella ya tiene “su muerto”. ¿Qué importa el resto? Por otra parte, hace unos cuantos años que observamos la lógica del kirchnerismo: “las culpas y responsabilidades son ajenas, sólo los éxitos son nuestros” Sin embargo, si no quería expresarse, bien podría haber acercado su silencio. Pero lo alejó, literalmente, hasta el hielo. Estableció una línea divisoria entre la necesidad perentoria del pueblo y sus prioridades, sus deseos. En poco tiempo este drama posiblemente no sea siquiera recuerdo. Es la dialéctica del vértigo en el cual nos movemos. Pasó Kevis y después Cromagnon. Pasó el balcón que cayó en Pinamar en un ayer inmemorial, después pasó la explosión por falta de control en las instalaciones de gas dejando dos muertos en el mismo lugar. Pasó la Embajada y a continuación la AMIA. Pasó la discusión por las barreras semi abiertas de los trenes y el no respeto del conductor, luego pasó el Sarmiento y no frenó… Pasó la advertencia médica a Néstor Kichner, luego murió. Y ni así, la Presidente, entendió… “¿Dices que no sabes bailar? Pero entonces no eches la culpa al piso” Mañana habrá tiempo para analizar cómo sigue la función. GABRIELA POUSA http://www.perspectivaspoliticas.info

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