lunes, 2 de julio de 2012
LA DIKTADURA
El gobierno de Cristina Kirchner sí es una dictadura
Sección: Nota de portada
Por Nicolás Márquez
Dejando a un lado el concepto histórico que nos señala que la dictadura es una institución antiquísima que la contemplaba por excepción la antigua República Romana y si nos atenemos simplemente a los que nos dice el diccionario contemporáneo, nos encontramos con que la dictadura es un sustantivo femenino definido como “forma de gobierno que se concentra en las manos, o de una sola persona (denominada dictador) o de un grupo de personas afines a una ideología o movimiento, los cuales poseen el poder absoluto, controlando éste los tres poderes del estado: el legislativo, el ejecutivo y el judicial”. (1)
Mucho se ha discutido este concepto en los últimos días. La gente que salía por las calles de Buenos Aires a protestar con sus cacerolas, decían estar repudiando “la dictadura de los Kirchner”. Ante esto, muchos periodistas “opositores” con la prudencia soporífera que los caracteriza, consideraron “exagerado” tildar al kirchnerismo en estos términos, y para tal fin esbozaron dos argumentos para contrarrestar el “exabrupto” de marras. Por un lado, fundamentaron que esto no es una dictadura porque “al kirchnerismo lo votó la gente”, lo cual es un grave error, porque la noción de “dictadura” no se mide por el modo en como un gobernante llegó al poder, sino por el modo en como se ejerce ese poder. Prueba de ello es que dictadores emblemáticos del Siglo XX como Hitler, Perón o Mussolini, gozaron de esa legitimidad de origen y el aval sufraguista no les quita la etiqueta señalada.
El otro razonamiento absolutamente descontextualizado que se usa para deslegitimar el “apodo desmedido” es que “tras haber `sufrido` el último gobierno militar no podemos seriamente sostener que el kirchnerismo sea una dictadura”. Por empezar, en aquellos tiempos de la guerra fría y con guerrilla contante y sonante, los gobiernos autoritarios de hace 40 años no tenían ni por asomo las características de los gobiernos autoritarios actuales. Es más, en la Argentina de entonces hasta los gobiernos de origen democrático eran tan abusivos como los de facto. ¿Ejemplo de ello?, el propio gobierno peronista obrante antes del 24 de marzo de 1976, también hacía desaparecer guerrilleros, clausuraba diarios y perseguía opositores. En aquella época había que comparar a la Argentina no con la Venezuela de Chávez sino con la URSS, Alemania comunista, China, Rumania, o los distintos gobiernos de facto existentes en Latinoamérica. Hoy no sólo no hay guerra de baja intensidad sino que las comunicaciones instantáneas con el auge de internet, la globalización y la mundialización del derecho mantienen un contralor sobre los gobernantes del planeta tan estricto, que por despiadados que éstos sean se ven obligados a morigerar sus eventuales atropellos institucionales o maniobras invasivas de la libertad individual.
En efecto, hoy no hay lugar para un Stalin, pero sí para un Hugo Chávez y similares. Las dictaduras del Siglo XXI, por los motivos señalados, tienen características distintas de las del Siglo pasado, entre otras cosas porque las actuales mantienen formalmente aspectos republicanos o cierto disfraz institucional aunque más no sea como parodia o decoración.
Luego, para poder contestar el interrogante planteado en la epístola presente, tendríamos que parangonar a la Argentina con los países contemporáneos y a la vez tomar cinco variables clave, a saber: 1) independencia del Poder Judicial, 2) libertad de prensa, 3) calidad institucional, 4) libertad de acción 5) postulado de la tendencia.
Vayamos a cuentas. Conforme el ránking mundial de independencia del poder judicial, la Argentina kirchnerista se encuentra en el bochornoso puesto número 115 (2) (detrás de Camerún, Bosnia y Nicaragua). En cuanto a de libertad de acción, una vez más Argentina decepciona en el ránking internacional, ostentando el patético puesto 138 (3) sobre un total de 179 países evaluados, por debajo de “potencias” tales como Mauritania, Nigeria y Haití. En calidad institucional, las noticias no son mucho mejores: al año 2011 ocupamos el indecoroso puesto número 125.(4) ¿Libertad de prensa?, pues nuevamente hacemos el ridículo: ocupamos el puesto número 104 (5) sobre 196 países estudiados. El quinto elemento, al que dimos en llamar postulado de la tendencia, tiene que ver con poder advertir cuál ha sido la tendencia de una administración, si tendió a ampliar las libertades o a restringirlas. Conforme las mismas fuentes consultadas (todas citadas en pie de página), de los ítems analizados en todos ellos la Argentina estaba mucho mejor posicionada en el año 2003 y ha tenido un deterioro progresivo y constante en cada rubro mencionado desde entonces y hasta el 2011, con lo cual queda confirmado que la tendencia es inequívocamente dictatorial.
Con estos detalles provenientes de inobjetables y desapasionadas fuentes internacionales: ¿es acaso una desmesura decir que Cristina Kirchner comanda una dictadura?. Son los datos objetivos de la realidad los que nos obligan a concluir que el kirchnerismo sí es una dictadura.
Va de suyo que los canales y programas estatales de autoelogio se mofan y ridiculizan este tipo de calificaciones, pero en suma, todas las dictaduras siempre cuentan a su merced con una ruidosa corte de alcahuetes que se dedican a explotar la propaganda oficialista. Pero la existencia y función de este tipo de publicistas (infaltables en los sistemas dictatoriales) no hace más que confirmar y delatar la tesis que sostenemos en estas líneas.
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