domingo, 26 de julio de 2009
EVITA
57 AÑOS DE LA MUERTE DE EVA PERÓN
FALSEAR LA HISTORIA
“Te pueden amar, te pueden odiar, te pueden llevar en el alma.
Se puede contar una historia irreal, pero olvidarte no podrán.
Te pueden herir y glorificar, te pueden creer una santa.
Hablar de dolor, de un amor sin piedad, pero olvidarte no podrán.
Si dejaste el corazón en este suelo y creíste en tu batalla día a día,
cuántos que te extrañan y esperan todavía si aquí dejaste tu vida.
Se abren los balcones, vuelan ruiseñores, y algo se agiganta
cuando un pueblo canta con el corazón.
Frágil como un hada, furia despiadada, como un lobo herido,
casi en un suspiro hablaste de amor.
Quién puede contar la historia real, quien puede saber de tus penas.
Tal vez comprender cómo fue una mujer que fue bandera alguna vez”.
Patricia Sosa (Olvidarte no podrán)
En el país de los ciegos…
Escribir sobre los personajes históricos es difícil, máxime cuando se trata de actores sociales que son amados u odiados, sin término medio. Tal es el caso de María Eva Duarte de Perón, Evita.
En este informe, trataré de cruzar los discursos de Eva Perón, la biografía, de 1995 y Evita y su conciencia de pobre, de 2008; ambos de Alicia Dujovne Ortiz.
El primero, es un libro de enorme repercusión, difundido por la maquinaria comercial-editorial en la Argentina y también en: Francia, Italia, Alemania, Estados Unidos, Inglaterra, Holanda, Finlandia, Grecia, Brasil, Portugal, Rusia, Polonia, Corea, China y Japón. O sea, que estos 15 países extranjeros tienen como fuente de la vida y obra de Eva Perón el trabajo de la mencionada escritora.
En cuanto al segundo texto, se presenta como un “diálogo ficcional”, irreal, falso, que aparece en la contratapa de la publicación Miradas al Sur del 20 de julio de este año. Aún no se exporta, a pesar de que el editor Eduardo Anguita y los editores del medio gráfico lo consideran tan sustancial como para anunciarlo en la tapa o primera plana.
Me cuesta entender cómo este “diario dominical” puede convocar a esta autora que tiene una biografía tan errática a cuestas. No juzgo la calidad de sus otras obras. Simplemente encuentro muchas fallas en esta biografía, o biografía-novelada o novela-biográfica.
Evidentemente, vivimos tiempos en que, parafraseando al evangelista Mateo (15,14), los ciegos guían a los ciegos.
La búsqueda y la interpretación de los datos
Grosso modo, tanto el historiador como el periodista de investigación cuentan con dos recursos para su labor: la heurística y la hermenéutica.
La primera, es el conjunto de testimonios probatorios de que lo que se dice es verdad. Estas fuentes pueden ser públicas (diarios, leyes, decretos, etc.) y privadas (contratos, certificado de nacimiento, correspondencia personal, ropa, muebles, etc.). Mientras que la Hermenéutica, es la interpretación de los acontecimientos.
Ambas están sujetas a desviaciones.
Por otro lado, es complejo ubicarse desde el hoy para valorar el pasado (enfoque whig). El historiador francés Lucien Fevbre recomienda ponerse en la cabeza y en la piel del personaje a tratar para comprender lo que fueron, lo que quisieron y lo que consiguieron.
Asociado a estos puntos, no se puede soslayar el etnocentrismo, el relativismo cultural y la historia contrafáctica.
Básicamente, en la primera teoría juzgo desde mi visión, desde el nosotros versus el otro. Todo lo que escape a mi patrón será anormal, incorrecto.
El relativismo cultural argumenta que cada cultura debe ser examinada como una totalidad y sólo en términos de sí misma, sin caer en el extremo de justificarlo todo. Por eso, Dujovne Ortiz juzga en la biografía de Evita desde su en grupo:
“Seamos justos. Esa gente [la que compone la Unión Democrática] educada en el amor a la Revolución Francesa, estaba convencida de tener la razón al gritar junto a Braden: ¡Libros sí, botas no! Al oír la respuesta peronista ‘Alpargatas sí, libros no! Se comprende muy bien el miedo experimentado por la gente culta: miedo a la Argentina ignorante, la de los radioteatros y de Evita. Miedo a la barbarie”. (1)
Y cuando describe a el otro lo denigra: “una masa de carnes sudadas y de pelambres hirsutas, oscura como lo desconocido y negra como el terror. Y eso olía a transpiración, a suciedad, a alcohol, gritaba groserías, se reía muy fuerte, meaba contra las paredes, se lavaba los pies y las axilas en las fuentes de la histórica plaza. (…) bandas de atorrantes de rostros patibularios, obreros de los frigoríficos que tenían el olor a animal pegado a los cuerpos y parecían salidos de El Matadero de Echeverría. El diputado radical Ernesto Sanmartino no hizo sino expresar un disgusto compartido, cuando llamó ‘aluvión zoológico’ a ese pueblo que, al fin, el 17 de octubre, mostró su rostro verdadero”. (2)
En cuanto a la historia contrafáctica es lo pudo haber pasado si…
El historiador británico Edward Hallett Carr desacredita esta corriente histórica al aseverar: “La historia es una crónica de lo que la gente ha hecho, no de aquello que dejó de hacer.” No obstante, cae en contradicción al emplearla en sus investigaciones sobre la Revolución Rusa.
Además, esta historia se hace fuerte en Gran Bretaña con Niall Ferguson.
Escapa a esta exposición, el trato detallado de asuntos tan importantes. De cualquier manera, creo que la idea está plasmada.
Me parece útil como método para estudiar obras como “la biografía”, aparentemente inocentes y objetivas, la teoría de la Gestalt o Forma, que afirma que percibimos conjuntos organizados de sensaciones y no entidades dispersas sin elaborar.
Parece complejo pero es fácil si lo explico de otra manera.
Para leer esta ficción que propone “El diario dominical de Buenos Aires Económico” deberíamos adentrarnos en quién es la autora, qué escribe, dónde lo hace, quién financia su obra y su telos. Es similar a las preguntas que sugiere el especialista y sociólogo Harold Lasswell, en 1948, para analizar los contenidos de las campañas políticas: ¿quién, dice qué, a través de qué canal, a quién, con qué efectos? Hoy por hoy, habría que agregar la semiótica y el análisis del discurso.
Vuelven a la carga: el peronismo sin Perón
En el caso del “diálogo ficcional entre Evita y Cristina Fernández” de Miradas al Sur, cuesta discernir si la aurora quiere santificar o demonizar a Evita o a Cristina Fernández o a ambas en conjunto.
Es un discurso bizarro y confuso, poco creíble tanto para los peronistas como para los contras.
Lo que sí queda manifiesto es que se pretende imponer desde la superestructura cultural un peronismo sin Perón. Una Evita con “conciencia de pobre” o “memoria de pobre” pero sola. Sin encajarla en el engranaje del peronismo, alejada del movimiento de Liberación Nacional y, fundamentalmente, distanciada de los trabajadores y del Estado.
Para buena suerte del lector, se aclara que es ficción, ya que varios escritores “objetivos” utilizan la novela histórica para bajar línea ideológica y se muestran inocentes de culpa y cargo.
En la presentación del “diálogo falso” se advierte que Alicia Dujovne Ortiz es “autora de una completa biografía de la abandera de los pobres”. ¿Habrá leído algún periodista del staff de Miradas al Sur la biografía que mencionan? Pareciera que no…
Y el exilio parió a Evita
Apelo a mi memoria externa: mi biblioteca. La sobrina del gran investigador Raúl Scalabrini Ortiz escribe Eva Perón, la biografía, casi en simultáneo con Santa Evita de Tomás Eloy Martínez, ambos exiliados y becarios de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation.
Dujovne Ortiz no es una especialista en historia argentina, ni en peronismo, ni en Evita. Así lo declara con honestidad a diario Clarín, en 1996, cuando la entrevistan. El trabajo lo encarga Héctor Bianciotti, de la editorial Grasset. Su respuesta defensiva es: “¡Pero si yo de Evita no sé nada!”. Esta ignorancia no es impedimento para que un escritor investigue. Declara para el gran diario argentino que a su padre, la Revolución de 1943 le quema los libros de su editorial marxista y lo pone preso durante un par de años. Sin embargo, cuando se va del Partido Comunista después de 1945, reconoce en Perón elementos rescatables. Por el contrario, su madre es una escritora feminista que “tenía un antiperonismo visceral y despreciaba a Evita. Los chistes sobre el régimen fueron mi pan cotidiano”.
En una entrevista posterior, Ana Inés Larre Borges le pregunta: “Usted proviene de un medio familiar que, según sus propias palabras, tenía los ojos puestos en Europa, y creció ajena a los grandes mitos argentinos. Sin embargo ésos han sido los que le han traído la fama como escritora. ¿Cree que fue el exilio el que la hizo reencontrarse con esa mitología?”.
Responde: “Sí, completamente. No me hubiera ocupado jamás de Maradona, ni probablemente tampoco de Eva Perón, ni de los temas de tango que estoy tocando ahora, sin la experiencia del exilio. Simplemente porque cuando estaba en Argentina soñaba con París; al llegar a París, el sueño ya estaba realizado y entonces ¿con qué voy a soñar si no es con lo que dejé detrás de mí, y por qué no con un país misterioso, con el que jamás había tenido relación o con el que no había creído tener relación?”. (3)
Aquí no menciona la solicitud de Héctor Bianciotti. La respuesta habla por sí misma.
Pareciera que ambos periodistas, Dujovne Ortiz y Martínez, los une el exilio, la beca y el antiperonismo.
Dos errores históricos, pero hay más
Desde la hermosa París, acepta escribir la biografía de Evita, por lo que se supone que los datos utilizados son fidedignos ya que no tiene la libertad de la novela para recrear los hechos; muchas veces, para decir cualquier cosa. Total, es un género de ficción.
Tal vez, la urgencia editorial la lleva a cometer algunos errores históricos como, por ejemplo, atribuir al peronismo la denominación “década infame” para el periodo 1930-1940 —comienza con el golpe de estado militar que derroca al presidente Hipólito Yrigoyen y finaliza con otro, esta vez, cae el presidente Ramón Castillo. Algunos la sitúan de 1932 a 1943—. En realidad, tal mote proviene del autodidacto tucumano José Luis Torres, quien escribe en 1945 su obra “La década infame”.
Otro desliz histórico consiste en situar a Héctor Pedro Blomberg, autor del vals “La pulpera de Santa Lucía”, en una corriente nacionalista “que reivindica al dictador [Rosas]”, cuando es partidario de Mitre, liberal a lo argentino y califica al Restaurador como “tirano”. Es el “primer tirano”, el segundo es el innombrable, al que prohíbe el decreto Nº 4161 de marzo de 1956.
Ficciona, ficciona, que algo queda
La obra-biográfica ataca a Perón desde la utilización de Evita. La técnica no es nueva, pero resulta útil.
No en vano dijo el político John William Bebe Cooke que el peronismo es “el hecho maldito del país burgués”.
Opina Dujovne Ortíz que “todo el peronismo parecía una traba para el desarrollo de un país en el que hubo uno de los primeros partidos comunistas del Cono Sur y movimientos socialista y anarquista importantes. El peronismo fue una involución, regresiva y peligrosa en el sentido de que tocara la entraña del pueblo con tanta irracionalidad. Pero todo esto se retrabaja con el tiempo y uno llega a la conclusión de que si esto ocurrió en el país es porque era una necesidad ineludible”. (4)
Algunos epítetos para la pareja
Perón se presenta como: “incrédulo”, “simulador”, “ambicioso”, corazón estrecho e infranqueable, “sólo podía amar empequeñeciendo”, “le faltaba experiencia humana”, “experto en el arte de desorientar a su prójimo”, estéril, cómico, “frío, maquiavélico, “carente de sinceridad”, “astuto”, “taimado”, “cobarde y capón”, “tramposo”, “avaro”, “ambicioso”, “camaleón”, “desalmado”, fascista.
Lo reafirma en la entrevista de Larre Borges: “Tenía otro tipo de carisma: el del criollo ladino, la cosa esquinada, los dichos camperos. El Perón viejo era irresistiblemente gracioso. Tenía una cosa simpática y seductora, era como el viejo Vizcacha. Eso es carisma, pero no es excitante. Y su genio fue percibir que la gente necesitaba alguien absolutamente fascinante y que no le bastaba el dictador de siempre, macho, sino que era necesaria una mamá. La originalidad de este fenómeno argentino es que no está el hombre sólo, muy viril y con bigotes, sino que hay la pareja humana. Papá y mamá, pero ambiguos. Un Perón que tenía caracteres feminoides, ambigüedades -no es el macho viril que dice las cosas de frente- y una mujer con todos los aspectos exteriores de la femineidad, pero sin hijos”. (5)
Con respecto a su biografiada, manifiesta Dujovne Ortiz, por ese entonces, que es: “frívola”, “manipuladora”, “insolente”, “insaciable” y “genio del simulacro”. Agrega que “una vez recalentada, era capaz de crueldad. El fanatismo, el sectarismo que ella reconocía y hasta reivindicaba, nos permite creerlo así. Y en efecto, un rumor inverificable pero muy persistente la acusaba de haber dado personalmente la orden de torturar a unas empleadas de la Unión Telefónica”. Lea de nuevo: “rumor inverificable”. Como aconseja Michael Ritter, consultor en comunicación estratégica: “El rumor sólo se combate con información”.
Añade a posteriori: “Después de realizar toda la parte de investigación me encontré con que no sólo el personaje de Evita es la contradicción viviente, sino que cada hecho, por mínimo que sea, tiene, por lo bajo, diez versiones contradictorias. ¿Dónde está la verdad? Hay una verdad de los hechos, pero todas las versiones contradictorias van agregando luz. Las cosas han pasado de una sola manera pero no hay ocultación, o deslizamiento hacia la izquierda o hacia la derecha, que no aclaren más aun el hecho. De modo que después de un tiempo me di cuenta de que todo lo que se decía sobre Evita, lo mejor y lo peor, era cierto”. (6)
Por ende, desde esta óptica, Evita es virgen pero también santa y puta.
Al preguntarle sobre su biografía y las novelas de Tomás Eloy Martínez y de Abel Posse, que también se adentran en Eva como figura central del peronismo y la minimización de Perón, responde: “en relación con las otras novelas, pienso que si hemos coincidido en esto por algo será. La descalificación de Perón será porque el tiempo va decantando las cosas. En mí hay una reacción absolutamente instintiva, humana. Entre el personaje de un seductor que parte de un vacío afectivo y seduce en base a decirle al otro lo que el otro quiere oír, tramposo, maquiavélico, helado, astuto, incapaz de jugarse por una pasión; y el de una mujer totalmente apasionada y frontal, que está obligada a trampear por su marginalidad y también porque está casada con un tramposo, mi elección es por el personaje femenino y mi identificación es con una tragedia femenina. Ella es una mujer que quiere existir, que quiere tener un poder nominal, un nombre, un nombramiento, todo lo que nunca tuvo como hija ilegítima; no lo logra y se enferma de un cáncer”. (7)
En la nueva versión de Evita, la de 2008, la de Miradas al Sur, la que la autora aclara que es la de “mis fantasías”, sigue manteniendo la coherencia al percibirla como “autoritaria, vengativa, guiada por un odio a los oligarcas”.
El oro nazi: sí, so, no
También, retoma el asunto de las cuentas bancarias de Evita en Suiza y el oro nazi. Morigera la acusación afirmando que los datos no son confirmados, pero más adelante agrega: “son lo bastante importantes y numerosos como para justificar nuestra decisión de exponerlos aquí”.
Años después, en 1996, declara en Clarín que “la historia del tesoro que presuntamente habrían traído los nazis a la Argentina y habría estado manejado por Perón figura en mi libro [Eva Perón, la biografía] pero no afirmo que sea cierta”.
Incorpora que “quizás aleccionada por algún anarquista que le habló de la distribución directa de la riqueza, Evita organizó su Fundación con un criterio práctico y femenino que evitaba cuidadosamente toda abstracción (…) ¿Por qué distribuir directamente? Porque todo método indirecto habría conducido a que la plata se filtrara por distintos bolsillos. Si esa empresa distributiva pareció delirante, fue a causa de su tamaño; en realidad no tuvimos en la Argentina nada mejor pensado ni armado ni organizado ni más honesto. Muy a pesar suyo, la comisión liquidadora nombrada por la Libertadora tuvo que admitir que ni los zapatos, ni en los fideos, ni en los vestiditos de princesa, ni en nada de lo que manejado por Evita se robó un peso”.
Es probable, que cuando dice que “todo método indirecto habría conducido a que la plata se filtrara por distintos bolsillos” reactualice el mito de que el gobierno peronista es de ladrones. Sin embargo, a pesar de las supuestas e improbadas cuentas de Evita en Suiza y el oro nazi, explica que la Libertadora, más bien la fusiladota, admite que Evita no roba ni un peso.
Roban pero hacen
Se desconoce si algún anarquista la “aleccionó” cuando está junto a Perón, pero en la adolescencia “un novio anarquista le muestra un camino de lucha hasta que muere, víctima de la represión policial, en una cárcel de Junín”. (8)
Resume Marysa Navarro, la mejor biógrafa de Eva Duarte: “ en ‘La razón de mi vida’, Evita cuenta que su programa de ayuda social comenzó poco a poco, después de las elecciones de febrero de 1946, cuando se dio cuenta que ‘las esperanzas del pueblo se concretaban en peticiones lo más variadas, desde una obra de gobierno extraordinaria y aún fantástica que solicitaba toda una ciudad hasta la pelota de foot-ball que quería un ‘changuito’ del norte o la muñeca que deseaba una coyita. La miseria y el dolor que existían en la Argentina eran muy grandes, dice Evita, y Perón se había comprometido a terminar con la injusticia social. Como él no podía cumplir con su promesa ‘de un día para otro’ y las necesidades de los descamisados apremiaban, ella decidió ponerse al servicio de los que buscaban ayuda. Les dijo: ‘Aquí estoy. Quiero servir de algo para mi pueblo. Cuando advertí que mi voz todavía tímida había sido escuchada por los descamisados de mi país, cuando empecé a ver que llegaban cartas y más cartas, y hombres y mujeres, jóvenes y niños y ancianos empezaban a golpear las puertas de nuestra residencia privada, recién me di cuenta de lo que iba a significar mi corazonada' . Según Evita, así comenzó, poco a poco. ‘No podría decir exactamente qué día fue. Lo cierto es que primero atendí personalmente todo. Luego tuve que pedir auxilio’. El contacto diario con la gente que requería su ayuda, primero en su oficina de Correos, luego en el Ministerio de Trabajo y continuaba llegando a la residencia presidencial, las visitas a lugares como el bañado de Flores y otros barrios tanto en Buenos Aires como en el interior de la República, donde la gente se amontonaba en condiciones de vida miserables, acrecentaron en ella la necesidad de remediar las premuras inmediatas de los que solicitaban su amparo. En un principio la ayuda se llevó a cabo sin un plan determinado, en respuesta a los problemas que le planteaban. Así por ejemplo, como los pedidos de ropa y comida eran muchos, recurrió a sindicatos para que hicieran donaciones. En un garaje abandonado de la residencia presidencial, fue acumulando azúcar, telas, ropas, zapatos, etc. Era un verdadero almacén y así fue bautizado: Las Delicias". (9)
Las retenciones, la desconfianza al Estado y la soja
Dujovne Ortiz insiste en la distribución directa: “Suena raro esbozar el retrato de una mujer de poder que desconfía del Estado, pero creo que su distribución directa estaba en las antípodas de las retenciones: mucha oficina, mucho funcionario chorro por el medio, habría rezongado. Aunque completamente de acuerdo con sacarles a los multimillonarios para darles a los multidesposeídos, se habría dado cuenta de que la nueva derecha, costeaba a grandes puntarrajos con retazos de izquierda, no basta con morderla como a una zanahoria, porque es una derecha tramposa que se disfraza de gauchito. Y como era de campo, habría comprendido que el enemigo principal ahora tiene un nombre, cortito pero nada inocente: soja”.
Eva está en todo momento con Perón y con el proyecto de su marido. No tiene un proyecto propio. Se coloca junto a él. Está con él, con su política. La nueva derecha es el mismo perro con distinto collar que Evita conoce muy bien. Simplemente no los llama con ese epíteto.
Además, esa frase “mucha oficina, mucho funcionario chorro por el medio” suena a que con las empresas privadas la cosa funciona mejor. Y tiene un tufillo a “pibe no hagas política, no ves que son todos ladrones”. Entonces, se desalienta a la juventud y se impide que sea nuevos “cuadros”, que no hagan política en la Universidad ni en los distintos niveles educativos, ni se incorporen a los diversos partidos democráticos locales.
Por otro lado, el enemigo principal no es la soja, que es simplemente un vegetal. Me recuerda al titular de Clarín del 27 de junio de 2002: La crisis causó dos nuevas muertes, cuando la cruenta realidad muestra a las claras que miembros de la policía asesinan a los manifestantes Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, en el Puente Pueyrredón, Avellaneda.
El tema de las retenciones escapa a este informe y es tratado desde hace más de tres meses por distintos especialistas. En mi caso, como soy subjetivo e ideológico, recurro a la opinión del contador, ensayista e historiador Norberto Galasso: “Nadie puede dudar de que hay en juego miles de millones de dólares si se aplican o no las retenciones, enorme renta que se redistribuiría hacia el Pueblo o sería usufructuada exclusivamente por el sector agropecuario, especialmente por los grupos parasitarios que han hecho un dios de la renta y el mercado. En solo una frase, [Alfredo] De Angeli ha revelado el centro de la discusión: ‘El que quiera comer lomo, que lo pague 80 pesos el kilo, como pasa en Uruguay’. Así barrió de un solo golpe con todos los falsos argumentos que se oponían a quienes explicaron, desde el Campo Popular, la necesidad de desconectar los precios internos de los altos precios internacionales y transparentó, por fin, la avidez insaciable de estos sectores y su profundo sentido antisolidario. Con esa frase, cerró el debate. Y esa señora de clase media de Flores o Caballito que se sometió a ‘la zoncera’ mediática de endiosar al campo, ahora ya se ha enterado de cuáles son las intenciones y lo que deberá afrontar a la hora de preparar la comida familiar. Esperemos que no ocurra, como decía Jauretche, que ‘cuando muere el zonzo viejo, queda la zonza preñada’ (…) resulta evidente que esta insurrección agropecuaria —de tinte claramente corporativista, a la cual le cabría perfectamente la caracterización de fascista— no sólo va por la renta agraria diferencial, enorme hoy por los altos precios internacionales, sino contra un gobierno que considera expresión del setentismo, de los piqueteros, del montonerismo y otras calificaciones que estiman denigrantes y que les resultan insoportables porque expresan lo mejor del peronismo, fuertemente atravesado por la crisis desde la muerte de Perón (…) Lo que está en disputa son dos modelos opuestos. El nacional y popular, que avanza en el intento de redistribuir ingresos y que debe profundizar sus medidas —recupero de las fuentes de energía y las empresas públicas, ley de radiodifusión y otras— y el modelo agroexportador dependiente que marcó la mayor parte de nuestra historia hasta 1945, en beneficio de unos pocos, los de siempre, liderados por la Sociedad Rural y los grandes diarios que fueron cómplices tanto del menemismo como de la dictadura genocida del 76/83”. (10)
Si a algún lector no le parece clara la postura de Dujovne Ortiz en cuanto a las retenciones, vale la pena releer lo antedicho. Dice en su “diálogo ficcional” que Evita “estaba en las antípodas de las retenciones”. La Presidenta sí lo está. ¿Y cuál es la posición de la escritora? No estás en el escrito de Miradas al Sur pero sí en Página/ 12: “Por sentido de la equidad, y porque el enriquecimiento desorbitado de un puñado de gente me da dentera, desde el comienzo del conflicto he apoyado las tan cacareadas, baladas o mugidas retenciones; y no puedo menos que felicitarme de que con esa plata, la Presidenta se proponga construir hospitales. Sin embargo, tampoco puedo menos que acongojarme al comprobar que los dimes y diretes entre el Gobierno diz que bifronte, y los cuatro jinetes del Apocalipsis, reunidos al grito de mozo jinetazo ahijuna, no hayan tenido en cuenta que, si se sigue sembrando nuestra tierra con semilla transgénica y espolvoreándola con los pesticidas que son su media naranja, ni los nuevos hospitales darán abasto. Toda redistribución de la riqueza que no le imponga las más draconianas trabas legales a Monsanto y a la sojización del territorio sólo será otro modo, por cierto no exclusivamente argentino, de una sola y misma complicidad”. (11)
Ucronía entre Evita y Julio Cobos
La coordina de talleres literarios en el Musée d’Art et d’Histoire du Judaïsme de París, tal vez, sin mala intención, vuelve a la carga con la visión de una Evita autoritaria y vengativa cuando la imagina “dirigiéndose hacia la Casa Rosada sin tomarse ni la molestia de estacionar en el Congreso para encajarle un sopapo a Cobos”.
Le agrego amarillismo: “Mientras Cobos dice ‘La historia me juzgará’ se le aproxima una octogenaria y le pega un bife. Altas fuentes gubernamentales aseguran que la agresora se parece a Eva Perón”.
¿Será un mensaje solapado para Cristina Fernández?
Evita la ‘metepatas’
Luego, la Evita de su imaginación le dice a la Presidenta: “Nena, metiste más patas en seis meses que yo en treinta y tres años”. No aclara esos errores. ¿No serán aciertos?
Seguidamente, Evita se convierte en ecologista al aconsejarle a Cristina Fernández:
“¿No ves que esa plantita transgénica regada con pesticidas nos va a dejar sin tierra, porque en un par de cosechas no queda nada, y sin habitantes, porque trae la enfermedad de la que yo me morí (…) cada minuto que pasa es un bosque menos en el Chaco, una familia de Santiago que se queda sin su campito de siempre y se va a una villa”. Curiosamente, esta Eva no ataca a las multinacionales que realizan el gran negocio de las semillas. ¿Serán las empresas que publicitan en “La Nación” y “Clarín”? Como expresé, en “Mirada al Sur” no se la menciona, pero sí en Página/ 12: Non Sancto. (12)
Evita contra el Plan Quinquenal
Al referirse a los pobres expone: “vas a ver que nunca te salen con planes quinquenales sino con programitas de mínima”. Cabe señalar que los pobres no tienen idea del Plan Quinquenal porque es propio del Gobierno de Perón, que es expuesto el 21 de octubre de 1946 en el Congreso. Tiene que ver con la situación económica de la Argentina y la forma de logran la liberación nacional, sin dejar de lado la justicia social. Obviamente, los pobres no saben de comercio exterior, política monetaria, nacionalización de los servicios, etc.; pero sí comprenden que se benefician con su aplicación.
Evita: la doble discurso
Por otro lado, la Evita imaginaria aconseja a la Presidenta “seguí con ese tonito de mina conciliadora que tan bien te sale. Me gustó cómo reaccionaste cuando se te cayó la 125, eso sí es ser mujer, firme, tranquilita y con cabeza. Seguí por ese lado, pasales la pomada y coqueteales a los oligarcas (…) sacales donaciones directas que vayan a proyectos directos”.
Es palpable que tanto años en Europa alejan a Dujovne Ortiz del carácter de Cristina Fernández, quien justamente no tiene “tonito de mina conciliadora”, ni es “tranquilita”.
La Evita verdadera, “mujer”, “firme”, pero no muy “tranquilita” ni “conciliadora” expone: “Pude ser una mujer de Presidente como lo fueron otras. Es un papel sencillo y agradable: trabajo de los días de fiesta, trabajo de recibir honores, de ‘engalanarse’ para representar según un protocolo que es casi lo mismo que pude hacer antes, y creo que más o menos bien, en el teatro o en el cine. En cuanto a la hostilidad oligárquica no puedo menos que sonreírme. Y me pregunto: ¿por qué hubiese podido rechazarme la oligarquía? ¿Por mi origen humilde? ¿Por mi actividad artística? ¿Pero acaso alguna vez esa clase de gente tuvo en cuenta aquí, o en cualquier parte del mundo, estas cosas, tratándose de la mujer de un Presidente?
Nunca la oligarquía fue hostil con nadie que pudiera serle útil. El poder y el dinero no tuvieron nunca malos antecedentes para un oligarca genuino. La verdad es otra: yo, que había aprendido de Perón a elegir los caminos poco frecuentados, no quise seguir el antiguo modelo de esposa de Presidente, Además, quien me conozca un poco, no digo de ahora, sino desde antes, desde que yo era una simple ‘chica’ argentina, sabe que no hubieses podido jamás representar la fría comedia de los salones oligarcas (…) quien comprenda a ‘Evita’ tal vez encuentre luego fácilmente comprensible a sus ‘descamisados’, el pueblo mismo, y ése nunca se sentirá más de lo que es…¡nunca se convertirá por lo tanto en oligarca, que es lo peor que puede sucederle a un peronista”. (13)
Con respecto a las donaciones directas, son de cuidado en un capitalismo exacerbado como el de la Argentina. Si se refiere a las donaciones forzosas, remito a la investigadora Navarro: “Américo Ghioldi en ‘El mito de Eva Perón’ relata que ‘el gobierno totalitario puso los poderes de coacción, de violencia y de amenaza en las arbitrarias y caprichosas manos de la Esposa del primer magistrado, la que impuso ‘contribuciones espontáneas’ de personas, empresas, instituciones, capitalistas, trabajadores, etc”. La resistencia a estos supuestos chantajes acarreaba sanciones muy duras y se citaba generalmente dos casos de empresas que se negaron a pagarlos y fueron perseguidas por el gobierno: los laboratorios Massone y la Fábrica de caramelos mu-mu. Es muy factible que colaboradores de Evita hayan ejercido presiones indebidas ante empresarios para obtener recursos o donaciones forzosas de mercadería. Es de pensar que esto sucedía sin su conocimiento, aunque no es imposible creer que si llegara a enterarse, hiciera la vista gorda pues ‘así los ricos se veían obligados a devolver lo que pertenecía a los pobres’. También es probable que los empresarios no vieran con buenos ojos la obligación de contribuir a la Fundación con cada firma de convenios laborales y lo consideraban una forma de chantaje”. (14)
Agrega el biógrafo de Perón, Norberto Galasso: “Con respecto a las presiones realizadas para obtener donaciones ‘voluntarias’, el padre Benítez reconocía con un guiño de ojos: ‘No éramos angelitos ni mucho menos. Y no voy a negar que presionábamos y que algunas vengancitas nos tomamos’, para insistir luego en que la grande obra realizada justificaba algunas de esas transgresiones”. (15)
Evita: la metepúas
Si el lenguaje que usa la galardonada con el Premio Konex 2004 es impropio de la Evita de carne y hueso, menos aún diría: “sos linda, pico de oro y, si me permitís, con más cintura política que el bizco de tu marido”. Esta Evita viejita y contra-fáctica de 2008, la que propone la escritora, seguramente lee los libelos que se escriben sobre ella y su marido Perón, por lo que resulta imposible que cargue con ese epíteto contra Néstor Kirchner. A propósito de estos dislates, el padre Hernán Benítez, íntimo del matrimonio, es partícipe del amor de la pareja y al referirse a algún que otro libro y a alguna que otra película se enoja: “qué vamos a creer en esas peleas, esos insultos, hija de p…, cómo se te ocurre, cancerosa. Todas burradas (…) No hay que caer en las estupideces que le digan los novelistas”. (16)
Evita y el cáncer provocado por Perón
En la biografía y en la entrevista de la periodista Larre Borges, Dujovne Ortiz considera a Perón responsable de la enfermedad terminal de Evita.
Expresa que “Evita es la intercesora, ella siempre lo dijo. Tenía esa frase extraordinaria: ‘Yo quiero ser el puente entre el pueblo y el General, pasen sobre mí’. En sus formas públicas el discurso de Evita era ramplón, histórico, era un discurso de sumisión inenarrable a Perón. Por dos motivos: uno fue que no tenía otro remedio, para sobrevivir, que decir que él era el sol. En privado decía: ‘Sí, es el sol, pero no se le acerquen porque quema’. Y también porque realmente tenía un agradecimiento al hombre que la había levantado, que la había legitimado, que se había casado con ella. Un sometimiento que en mi opinión la llevó a morirse. Evita hoy hubiese podido tener un discurso feminista, hubiese podido admitir su ambición personal, no habría tenido que dar vuelta la rabia contra ella misma y morirse de un cáncer”. 17
En La Novela de Perón, Tomás Eloy Martínez cita un informe de la CIA: “’Central Intelligence Agency - Report. Nro. FIR DB-312/04751-73’
‘…desde que Eva quedó inmovilizada en la cama, Perón no entró jamás al cuarto. Al parecer, se paraba en la puerta y desde allí le preguntaba cómo seguía. Procuraba mantenerse lejos. Temía que el cáncer fuera contagioso”. 18
Imagino a esta Evita imaginaria de 2008, quien no puede creer lo que lee. Busca más información en la biografía que Dujovne Ortiz. Pero no puede leerla porque la autora la escribe originalmente en francés. Entonces, con sus 89 años u 86 según otros autores, consigue una traducción al castellano. Tal vez, se asombre ante la coincidencia de Martínez, la CIA y la consejera literaria de la editorial Gallimard que dice en el último capítulo de su obra que Perón no se acerca a ella porque el cáncer de útero provoca mal olor.
Si se me permite hacer historia contrafáctica, no estaría feliz con la manera en que presentan a su marido, un Perón ignorante y a la vez impiadoso que no se acerca a ella, una moribunda que pesa 38 kilos.
Evita y el “evitismo”
Y si cito libros, es interesante exponer la visión del padre Hernán Benítez, confesor de Evita. Dice al respecto Galasso: “Con el correr del tiempo, me animo a sostener que el Padre había descubierto los peligros del ‘evitismo’. Lo supongo así dada su diversa reacción frente a los libros publicados sobre Evita, en los años anteriores a su muerte: abominaba de ‘Santa Evita’, el de Tomás E. Martínez y criticaba mucho la biografía de Alicia Dujovne Ortiz. En cambio, le gustaba el libro de [Abel] Posse, donde la relación Perón-Eva se halla planteada seriamente, con equilibrio y rigor”. 19
Sobre esta última dice el sacerdote: “Alicia Dujovne Ortiz vino a pedirme información para luego tejer una serie de patrañas acerca del peronismo y el nazismo”. (20)
No olvida la autora de “Anita cubierta de arena” de preguntarse “¿qué sería Evita si viviera?”. Inquietud que tiene desde su biografía, en la que sugiere: “Ella habría sido de izquierda. No forzosamente montonera”. En “Miradas al Sur” continúan sus dudas: “No sé si la Evita de mis fantasías habría sido montonera”. Y finaliza su “diálogo ficcional”: “pero aparte de una Evita cartonera, si alguna idea me hace soñar –tal como ella, en su sermón imaginario, se lo aconseja a Cristina- es la de una Evita piquetera que al frente de un movimiento ciudadano de lucha contra la soja, se planta ante los matones contratados para talar los bosques, vociferando: “No pasarán”.
Evita deja de ser evita
O sea que la Evita remixada del presente, encabezaría un movimiento que se limita luchar contra la soja y se planta ante los trabajadores taladores de bosques y les grita: “No pasarán”. Entonces, deja de ser la Evita peronista para ser (Isidora) Dolores Ibárruri Gómez (La Pasionaria), una luchadora del Partido Comunista español, quien en el Asedio de Madrid, durante la Guerra Civil Española, emplea esa frase. No obstante, cabe destacar que esta valiente activista tiene una hija a la que llama Eva, quien muere muy joven.
Finalmente, me parece que más que “conciencia pobre” o “memoria pobre” hay pobreza intelectual…en los que eligieron a Dujovne Ortíz para conmemorar el 56º aniversario de la muerte de Evita.
Néstor Genta
Citas bibliográficas y reconocimiento de autores
1. Dujovne Ortiz, Alicia. Eva Perón: la biografía. Aguilar. Buenos Aires. 1995. p.111.
2.Ibid. p. 127.
3.4.5.6.7.Larre Borges Ana Inés. Los mitos de la Argentina perdida. Brecha, Nro. 603. Montevideo, Uruguay, 1997.
http://www.literatura.org/Dujovne/dorepo.html
8.Galasso Norberto. Perón. Formación, ascenso y caída (1893-1955). Tomo I. Colihue. Grandes Biografías. Buenos Aires.2005.p.190.
9. Navarro Marysa. Evita. Ediciones Corregidor. España. 1981. p.232.
10. Galasso Norberto. La cara oculta del conflicto por las retenciones
Miércoles 16 de julio de 2008. www.copenoa.com.ar/La-cara-oculta-del-conflicto-por.html
11.12. Dujovne Ortiz, Alicia. Non sancto.29 de Junio de 2008.
www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-106919-2008-06-29.html
13. Perón Eva. La razón de mi vida. Ediciones Peuser. Buenos Aires.1951.pp.86/9.
14. Navarro Marysa. Op.Cit. p.250.
15.Galasso Norberto. Perón. Formación, ascenso y caída (1893-1955). Tomo I. Colihue. Grandes Biografías. Buenos Aires.2005.p.560.
16. Ibid. 558.
17.Larre Borges Ana Inés.Op. Cit.
18. Martínez Tomas Eloy. La novela de Perón. Editorial Planeta. España. 1993. p. 333.
19. Galasso Norberto. Yo fui el confesor de Eva Perón (Padre Hernán Benítez). Homo Sapiens Ediciones. 1999. Rosario. p. 66.
20. Ibid. p.30.
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