lunes, 31 de agosto de 2009

SEMANA EMBLEMÁTICA


UNA SEMANA EMBLEMÁTICA QUE UNIÓ EL ESCENARIO POS Y PRE-ELECTORAL

Por Gabriela Pousa

La semana que pasó ha sido emblemática en muchos aspectos. El escenario político mostró a las claras, la dinámica de la metodología del kirchnerismo sin eufemismo. Afloraron en su esplendor las batallas verbales y estratégicas que han sido, desde el vamos, el ‘modus operandi’ del ex mandatario.

En primer lugar, la afrenta hacia Carlos Alberto Reutemann como una suerte de tiro de gracia que incluía, en el tramado previo, una estocada a Eduardo Duhalde. Néstor Kirchner sabía sin equívocos, que un ataque al ex piloto de Fórmula Uno, redundaría en el operador político con más actividad de los últimos tiempos, y el que más sabe sobre el conurbano. Podría decirse que, el marido de la Presidente, buscó “matar dos pájaros de un tiro” aunque sólo los haya anestesiado.

En política (máxime en política argentina), los Lázaros están siempre presentes. Hasta de la muerte se vuelve. De allí que, la herida infringida a estos recreados adversarios, pueda ser subsanada en el mediano plazo sin que se note en demasía la cicatriz que ha dejado.
Aún cuando la reacción de Reutemann puso en evidencia una debilidad para muchos impensada, y una suerte de temor reverencial a los imponderables que son, sin embargo, una constante en la vida política; nadie se atreve hoy a afirmar que el ex piloto no vuelva a insistir con una candidatura a la presidencia. El gen dubitativo ciertamente no ayuda a la hora de pensar una figura capaz de dirigir los cauces de un país como la Argentina. Pero también hay que considerar que estamos en un momento en que el clamor popular brega por la moderación y el paso lento, quizás como modo de oponerse al atropello permanente en el cuál hemos estado, y aún estamos viviendo.

Obsérvese que los lanzamientos tempranos a la candidatura 2011 generan rechazo en un alto porcentaje de la población. Estudios privados dan cuenta que un 65% del electorado se manifiesta contrario a las postulaciones prematuras que han venido sucediéndose en estas dos últimas semanas.

En ese sentido, pese a “pisar el palito” con demasiada premura, y sin detenerse a medir el costo del modo, qué también cuenta y suma, Reutemann puede seguir en carrera aunque para volver a la punta deba demostrar, de ahora en más, mayor cintura y equilibrio frente a los acontecimientos de la índole que sean.

Los episodios de ‘cooptación’ y traiciones, dificilmente analizables si no se atiende el ingrediente de principios y valores lamentablemente ausentes en una gran parte del espectro político, mostró a su vez que la debilidad de los Kirchner no es la que muchos suponen. Hoy por hoy, quién maneja el poder sin tribulaciones es el matrimonio presidencial dispuesto a ir por todo y más, y no solamente porque tenga la certeza de que mengua su poder real el 10 de diciembre.

El escenario con miras al 2010 continúa siendo un enigma. El 10 de diciembre ha de variar la conformación del Parlamento pero aún no hay certeza alguna de cómo quedarán conformadas las fuerzas que allí actúen en lo sucesivo. En principio está claro que hasta marzo no se habrán de ver en la cancha a los pingos. Así, el tiempo de gracia que les restaría a los Kirchner se extiende unos meses más, y en consecuencia debería primar el estado de “alerta”.

El veto al artículo 4 de la ley de emergencia agropecuaria, sancionada días atrás, amén de evidenciar que el Congreso no tiene la última palabra, puso de manifiesto el déficit intelectual de los ‘representantes’ del pueblo. Una pregunta a considerar: ¿El Congreso 2010, garantiza superávit en ese aspecto?

Esta aparición en escena del “veto” como herramienta del Ejecutivo es un llamado de atención que no sería oportuno ignorar. Por otra parte, cabe analizar la reacción que produjo: un paro del sector afectado pero con dudosa anuencia masiva a diferencia de aquello que sucediera el año pasado. El campo sabe que la clase media urbana es más sanguínea que racional, y eso justifica que las rutas no estén bloqueadas en su totalidad aún cuando la afrenta fue en extremo burda por parte de la dirigencia oficial.

Junto a este episodio fellinezco de una ley votada sin habersela leído a conciencia, se sitúo el anuncio por cadena nacional del proyecto de Ley de Servicios de Radiodifusión. Ahí sí, un eufemismo de otra batalla estipulada por Kirchner sin miramientos. El grupo Clarin aparece una vez más, como el enemigo a atacar. Los medios en general son un blanco constante desde hace seis años y aún cuando, muchos de ellos, han obrado como órganos oficiales.

La “liberación de los goles” no fue suficiente aunque se festejara con un éxito singular entre los miembros del kirchnerismo. Canal 7 alcanzó, en un solo fin de semana, lo que no logró en años: 15 puntos de raiting. Pero esto sólo se comprende en magnitud si atendemos, simultáneamente, los contenidos que se han de transmitir en los entretiempos de los partidos. Para eso, Néstor Kirchner tiene una especie de “comisión” a sus óredenes ocupada en producirlos. Sabe que el apagado del televisor el día domingo, conlleva un encendido el lunes y busca que allí se detenga la señal. Dicen que un noticiero con una producción onerosa será el señuelo para que suceda de esa manera.

La primera reacción al anuncio de la Ley de Medios, copia en extremo parecida a la presentada por Hugo Chávez en Venezuela, fue unánime. En ese sentido, Kirchner logró unificar la postura de la oposición aún cuando es dificil imaginar que no tuviera en cuenta que así sucedería. Subestimar la acción del ex jefe de Estado sería un error.

Ahora bien, si en cuestiones que parecían haber estipulado posiciones férreas como la que atañe a las retenciones, se pudo torcer la ecuación (véase lo sucedido con María del Carmen Alarcón, aunque si se revisa su historial en política no debería asombrar el pase a Balcarce 50), ¿por qué no podría -en materia de radiodifusión- donde la repartija resulta más interesante todavía, lograr un efecto similar? Es decir, cooptar voluntades para lograr los objetivos que le son esenciales.

Las certezas y garantías son dos grandes ausentes en el quehacer político argentino. Asimismo, esta nueva ofensiva que se plantea a raíz del debate que abrió el proyecto oficial, debería pensarse teniendo en cuenta las ofensivas anteriores que sentaron jurisprudencia.

Ante cada obstáculo, Néstor Kirchner obró de igual manera: con una breve retirada estratégica y un retorno con redoblada apuesta. Tenga éxito o no, prospere o perezca antes del 10 de diciembre el tema de la radiodifusión, es dable esperar que haya una nueva ofensiva. Otra más.

Con esto, lo que debería primar en las fuerzas opuestas y en la ciudadanía debería ser una actitud reflexiva y de máxima atención. La sociedad venezolana tampoco se daba cuenta del avance de Chávez por sobre sus derechos y garantías hasta que fue tarde. Hoy, destronar a quién asumió y mantuvo una alta adhesión en sus comienzos, es casi utopía.

Si la oposición persevera en sus internas e individualidades, y la sociedad sólo puede pergeñar -en el vaho del inusual calor de agosto-, las condiciones para veranear una semana o dos en el mar, será muy dificil poner freno a un poder hegemónico que, hoy por hoy, lejos está de menguar a pesar de la derrota del pasado 28 de junio.

Los Kirchner sacan ases de la manga proporcionalmente a como la oposición se cercena a sí misma con luchas internas y ambiciones anticipadas.

Las declaraciones de Gabriela Michetti acerca de la continuidad de Mauricio Macri al frente de la ciudada capital después del 2011 cerraron la semana, y no tuvieron chance de ser siquiera analizadas en su magnitud. No es un dato aislado: el abandono de las filas del PRO de otra legisladora como Cynthia Hotton para trabajar a favor de la candidatura de Julio César Cobos se condice con las palabras de Michetti.

Macri, por otra parte no está obrando a conciencia como jefe del PRO. El entorno lo quiere en la Presidencia pero nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que verdaderamente quiere el ex dirigente de Boca Juniors.

Por otra parte, no aporta demasiado a conformar un real arco opositor, el estilo “tiempo compartido” de Elisa Carrió. En un país que vive en la incertidumbre y la crispación, no se puede ser líder de oposición por períodos de tiempo arbitrarios o por un rato. Es decir, o se está en el escenario o se termina siendo funcional al oficialismo que, por más que cambie de voceros, siempre tiene la réplica y llena el espacio cuando la titular de la Coalición Cívica regala recreos sin explicación.

Lo cierto es que se están moviendo las piezas del tablero pos y pre-electoral simultáneamente, porque en trance de peculiaridades cabe advertir que la Argentina es sumamente original y destacable. Unifica escenarios con una liviandad que sorprende. No decifrado aún el resultado del 28 de junio pasado, ya está abierto el juego para aquellos que aspiran a los despachos de Balcarce 50, sin que importe en demasía en qué lugar o de la mano de quién podrían llegar.

Daniel Scioli tambalea en la provincia de Buenos Aires, pero no debe alarmar el déficit que ésta muestra. La provincia está quebrada desde hace mucho tiempo ya aunque haya habido momentos de tregua en que se creyó que la crisis no era tal. Si bien Scioli no termina de lograr su objetivo: abrirse de la derrota que él también conquistó, cabe analizar la posibilidad de que el gobernador, si le cierran la canilla sin posibilidad de goteo alguno, termine asumiendo la banca que “testimonialmente” aceptó y descartó.

La flaqueza de los testimonios del ex motonauta tiene vasta jurisprudencia: fue y volvió de la decisión de poner límite a la noche bonaerense, apoyó -casi simultáneamente- la prórroga del pago de retenciones por emergencia agropecuaria y el veto de la Presidente a dicha sanción.

La situación más compleja se evidencia en el rol de Julio César Cobos quién, si hoy hubiese elecciones se posiciona como el candidato con mejor imagen e intención de voto. ¿Hay alguna argumentación medianamente razonable para que sea de esa manera? Ciertamente no. Néstor Kirchner armó el personaje en un momento en que la sociedad se hallaba huérfana de oposición. Así, sin demostrar pericia alguna para la conducción de un país, el vicepresidente apareció como una suerte de redentor.

Moderación y un sentido de la diplomacia superador al del ex mandatario, lo llevaron a este primer plano. Qué hay detrás de la imagen de hombre templado es parte del misterio no develado. Hay figuras conflictivas del radicalismo bregando por regresar, aún cuando su paso por el poder dejó mucho que desear.

Los movimientos son constantes, la razón no. Las apuestas están abiertas. Pasaron algunas batallas pero la 'guerra' no terminó.

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