domingo, 21 de febrero de 2010

EL AUTISMO KIRCHNERISTA


-El autismo de los Kirchner y la realidad política
Por Eugenio Paillet

www.notiar.com.ar



Cristina Fernández ha decidido vivir en el mejor de los mundos. Su esposo y hombre fuerte del gobierno navega a dos aguas entre acompañar ese inusitado entusiasmo y escuchar a regañadientes algunas malas noticias que le acercan sus laderos provenientes del país real.


Ministros y secretarios se reparten entre optimistas y pesimistas, según sea el mayor o menor grado de acercamiento que tengan con las alcobas de Olivos, donde se cocinan las grandes decisiones.

Dos planos bien diferenciados se han ido plasmando en la escena nacional, a medida que ese verdadero terremoto político que sobrevino durante el mes de enero último, con remezones que golpearon tanto al oficialismo como a la oposición, y que hicieron reconocer al radical Gerardo Morales que terminaron "todos peleados con todos", se ha reafirmado en los hechos, en este febrero que promedia.

La presidenta acusa de inmorales a quienes la han criticado en los últimos tiempos por la supuesta existencia de un "capitalismo de amigos" que se benefician con la jugosa obra pública que reparte Julio de Vido. Pero no ha reparado en que esa misma calificación le cabría a ella, o a su gobierno, que permite graciosamente un piso de aumento de casi el 25 por ciento para los docentes, que, además, deberán pagar los gobernadores provinciales con recursos que no tienen, mientras apaña las groseras distorsiones de Guillermo Moreno y el INDEC, que, en una auténtica burla al ciudadano común, dicen que el costo de vida del último mes fue del uno por ciento.

"¡Vamos por más!", vociferó Cristina, esta semana, durante un acto en el Conurbano, en el mismo tono triunfalista con el que Néstor Kirchner anotició a su entorno que no se bajaba del caballo ni mucho menos, apenas regresó a Olivos, tras la intervención quirúrgica de urgencia a que fue sometido.

A razón de un discurso por día, la presidenta se ha dedicado, casi en consonancia con el tembladeral que empezó a sacudir las posiciones del oficialismo en el Parlamento, a pintar un país ideal. Dice que aumenta el empleo, que baja la pobreza, ofrece incrementos salariales del Primer Mundo, descalifica a quienes la critican, los que se oponen a sus planes son desestabilizadores o golpistas, y a nadie se le cae una idea, salvo a ella o a su gobierno.

Dicen, en la Casa Rosada, que el discurso "proactivo" de Cristina forma parte de una estrategia destinada a poner de un lado al gobierno y a quienes lo apoyan, sean empresarios, sindicalistas o periodistas amigos, y en la vereda de enfrente a todos los que critican o desaprueban, y, por lo tanto, merecen estar en el bando de los enemigos. En este plano, es bueno decir que la presidenta no se ha apartado una coma de los modos cargados de irritación y rencor que jalonaron el mandato de su esposo.

En suma, un grado de autismo tal que alarma, al que la mandataria agrega sus habituales dosis de impertinente soberbia, que, a veces, genera ceños fruncidos hasta en habitantes del oficialismo. Ocurre que, al mismo tiempo, en ese mismo plano, se mueve el ex presidente.

Basta un botón de muestra: todavía el ministro Florencio Randazzo le saca lustre al discurso según el cual ellos no perdieron la elección del 28 de junio, sino que, a nivel país, ganaron "por un puntito". Fiel escudero de los Kirchner, dirá que el país está en su mejor nivel de los últimos cincuenta años y que la oposición y los medios no alineados, el campo y Julio Cobos, lo único que buscan en desestabilizar al gobierno de Cristina.

Pese a las malas nuevas que le llegan desde los bloques kirchneristas del Congreso, o desde los mentideros de la política, que hablan de rebeliones aquí y allá a su autoridad, o de la búsqueda de un nuevo liderazgo por parte de gobernadores, intendentes y líderes territoriales, el ex presidente mantiene firme su decisión de reasumir la conducción del Partido Justicialista el 10 de marzo, en el Chaco.

Y esta semana hará una primera demostración de fuerza en La Plata, durante un acto al que ha reclamado que inviten a todo el espectro partidario que todavía se mantiene aliado. Una estrategia cantada: desconfiado y vengativo, quiere ver quiénes posan para esa foto y quiénes prefieren mantenerse debajo del escenario.

Kirchner y su esposa son, hoy, un matrimonio ajeno a cualquier otra realidad que no sea la que ellos quieren que sea. Pretenden continuar con la vieja práctica del látigo y la billetera, sometiendo a gobernadores e intendentes díscolos, como si todavía existiera el país del crecimiento a tasas chinas.

Persisten en la política del apriete, sea para conseguir apoyo para el Fondo del Bicentenario, o para lograr doblegar a gobernadores, si es que quieren recibir fondos para solventar el aumento a los docentes. "El que no apoya no verá un peso", es una amenaza que Kirchner suele blandir seguido, en las reuniones con sus incondicionales, en los aposentos de Olivos.

Otra vez la percepción de que los ataca un alto grado de autismo, que les impide entender que las relaciones de fuerza cambiaron en la escena política; en especial, las que se desplegarán en el Congreso, cuando se reanuden las sesiones ordinarias, el uno de marzo.

El gobierno perderá su mayoría en Diputados, también ocurrirá en el Senado, donde la oposición ya ha dado muestras de que puede reunir los 37 legisladores que le permiten manejar por primera vez, en estos siete años, la mayoría en el recinto. Ya debió entregar, absolutamente resignado, la titularidad de la mitad más una de las comisiones, en las que, además, el kirchnerismo quedará en minoría, como resultado de aquella realidad que marcó el 28 de junio último, y que los Kirchner se niegan, tozudamente, a reconocer.

Un Kirchner auténtico pinta ese estado de extravío: bochó, sin más trámite, a comienzos de semana, una gestión que había encarado el senador santacruceño Nicolás Fernández, quien pensaba reunirse con el radical Gerardo Morales, para empezar a analizar sobre bases firmes la posibilidad de cambiar el polémico DNU que crea el Fondo del Bicentenario por un proyecto de ley que deberían explorar, luego, con el resto de las fuerzas, para hallar un consenso.

Tanto Agustín Rossi como Miguel Pichetto han mandado no una, sino varias señales de alarma en dirección a la quinta de Olivos, para advertir que el estilo a ultranza de confrontación y de siembra de más odios y rencores de Kirchner no ayuda. Es más, acerca un poco más al precipicio a la fuerza que conduce el ex presidente y que hace agua por los cuatro costados.

Pero no ha habido caso. "Está en su naturaleza ser así, como la parábola de la rana y el escorpión", lo justificó, con resignación, un hombre de Balcarce 50. Uno de aquellos fieles escuderos parlamentarios no pudo evitar un largo suspiro, noches atrás, mientras caminaba por los pasillos gubernamentales. "Hay veces que uno se cansa, así no se puede"...

Marzo bien puede ser el enorme baño de realidad con el que alguna vez se toparán los Kirchner. Legisladores y funcionarios del oficialismo por igual han expresado su preocupación por el hecho de que la oposición, aun fragmentada y recurrente en aquello de pelearse todos contra todos, como bien reflejó Morales, se apresta a hacerse cargo de sus nuevas mayorías y ha comenzado a blandir una serie de leyes que el gobierno y sus bloques difícilmente puedan frenar.

Kirchner suele tranquilizar a algunos exaltados, en las charlas de Olivos, y les dice que la izquierda y el socialismo siempre van a votar con ellos, aunque después les regalen como premio alguna trapisonda mayor, como fue la ley de Reforma Política, que condena a los partidos chicos casi a la extinción. Y que, en ese caso, los únicos de temer son el radicalismo y el peronismo disidente.

A Proyecto Sur, de Pino Solanas, promete atraerlos con una linda zanahoria, como es un proyecto de ley que disponga examinar los orígenes de la deuda. Aunque, por cuerda separada, planee pedirles que voten el DNU del Fondo del Bicentenario. Un entretenimiento, ese proyecto, aunque probablemente resultará atractivo y servirá de buen justificativo para las aspiraciones del cineasta y sus seguidores.

La pregunta que nadie contesta en el oficialismo es cómo hará la Casa Rosada para frenar una ley que amplíe la coparticipación del impuesto al cheque, una ley para terminar con la mayoría kirchnerista en el Consejo de la Magistratura, el proyecto de derogación de los superpoderes, la reforma del INDEC, y la ley que limitará el uso discrecional y abusivo de los decretos de necesidad y urgencia. Por citar sólo algunos.

Por si fuese poco, el gobierno va camino de tropezar otra vez con la misma piedra y está más cerca que lejos de comprarse otro conflicto con el campo. La paciencia de los principales dirigentes del sector no ha impedido que la amenaza de medidas de fuerza, de paros y cortes de ruta, o la no comercialización de carnes y granos hayan quedado a la vuelta de la esquina, en opinión de uno de los integrantes de la Mesa de Enlace.

El ministro Julián Domínguez hace lo que puede, o lo que le permiten hacer desde los aposentos de Olivos, que es bien poco. Hugo Luis Biolcatti expresa, en privado, su hartazgo y el de la gente del campo en general por tener que enterarse por los diarios si Guillermo Moreno ("que es como decir Kirchner", apunta el titular de la SRA) se digna liberar cupos de exportación de trigo, y cuántas toneladas.

La creación de Fondo del Bicentenario mediante el DNU de Cristina y el aumento a los docentes acordado entre la presidenta y los gremios con alcance nacional son las dos medidas con las que los Kirchner pretenden doblegar a los gobernadores que todavía se mantienen distantes. La promesa del ex presidente a algunos de esos mandatarios ha sido muy clara: si apoyan el Fondo, podrán recibir más ayuda nacional o avales para endeudarse a tasas mucho más bajas.

La tarea de Cristina ha ido por el lado del aumento a los maestros. Aquellas provincias que apoyen la creación del Fondo, con el que se manotearán casi siete mil millones de dólares de reservas del Banco Central, serán auxiliadas por el Tesoro, para afrontar el aumento a los maestros. Hay, al menos, cinco gobernadores que, por ahora, resisten esa política de extorsión.

Son los de Córdoba, Santa Fe, Chubut, San Luis y Salta. Entre ellos, circula, por el contrario, un proyecto de ley que dispone que el reparto de la coparticipación federal vuelva a los niveles históricos, que fijaba un 30 por ciento para los estados del interior.

Uno de esos mandatarios ha dicho que no tiene fondos para aumentar a los maestros y que, si lo hace, pero, a la vez, deja afuera al resto de los empleados públicos, un estallido social puede sobrevenir en su provincia. El matrimonio debería salir por algunos minutos de su fantasioso mundo y tomar nota de los monstruos que muy bien puede estar incubando.

Hay quienes, en el gobierno, dicen que, llegado el caso de algún desmadre como el que podría ocurrir en marzo, a Kirchner no le va a temblar la mano para pegar algún portazo o salir disparado, para el peor de los escenarios. Con el ex presidente y sus antecedentes, esa es una amenaza siempre latente.

En el medio, el gobierno ha dejado escalar un nuevo conflicto con Gran Bretaña por las islas Malvinas. Más bien se parece a un despropósito de nota con el que Cristina pretende entretener a la tribuna. Ha contado hasta con un exabrupto como el que salió de boca del vicecanciller, Victorio Taccetti, quien dijo que, en el marco de esa escalada, "la vía bélica está descartada".

El decreto con el que la presidenta dispuso aplicar trabas al tránsito por aguas argentinas de buques que se dirijan a las islas es pura pompa, es jueguito para la tribuna. Lo mismo que su decisión de cambiar de idea y asistir finalmente a la Cumbre del Grupo Río en Cancún, a la que pensaba enviar al canciller Jorge Taiana, argumentando otra vez problemas de agenda, que es el eufemismo utilizado para no dejarle la silla a Cobos, temerosa de sufrir un golpe a la hondureña o algo así.

Pero descubrió que ese foro bien vale un viaje, para agigantar allí, con una declaración, a la que los países de la región nunca se han opuesto, un tema que, en verdad, viene muy tirado de las orejas. O que es lo más parecido a lo que se conoce en política como una cortina de humo para tapar otros males locales. De hecho, el Reino Unido aclaró de movida que el decreto es irrelevante, porque los pertrechos que se necesitan para las tareas de exploración petrolera alrededor de las islas ya fueron llevados allá en diciembre. Y que no hay necesidad de utilizar puertos argentinos para ninguno de sus barcos. Punto. Otra sobreactuación que pronto quedará en evidencia.

Por último, la convocatoria a un centenar de empresarios a la quinta de Olivos, el miércoles venidero, si bien será para pedirles apoyo al Fondo del Bicentenario, con la promesa de que habrá más créditos para el sector, es lo más parecido a aquella otra que, con tanto éxito, hizo el entrañable "Pepe" Mujica en Punta del Este.

De hecho, se sabe que los Kirchner han puesto al presidente electo uruguayo en la lista de enemigos en ciernes. Sospechan que, sin nombrarlos, Mujica habló de ellos, cuando aseguró a sus visitantes que, en Uruguay, pueden invertir tranquilos, pues habrá previsibilidad y reglas de juego claras, y que está muy bien que las empresas ganen plata. Es una sospecha acertada, obviamente, la de los Kirchner.

Fuente: La Nueva Provincia (Bahía Blanca)

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