lunes, 22 de febrero de 2010
SIN PODER...............
Sentaku - 22-Feb-10 - Editorial
http://ricardo-lafferriere.blogspot.com/2010/02/sin-poder-sin-plata-y-sin-consenso.html
Sin poder, sin plata y sin consenso
por Ricardo Lafferriere
"Nunca imaginé que todo terminaría así", dicen los diarios que habría reflexionado días atrás el ex presidente, en Olivos, al observar cómo se escurre el poder día a día, con la defección de otrora súbditos sumisos que comienzan a privilegiar sus proyectos personales, y en consecuencia a tomar distancia del sistema K.
Las elecciones del 28 de junio del 2009 le confirmaron que su poder institucional estaba en picada, y aunque sus actos en el negro segundo semestre del año pasado quisieron demostrar que lo conservaba, su capacidad de conductor estratégico lo llevó a batallas menos que simbólicas: la aprobación de una reforma política proscriptiva lo llevó a alejarse de sus socios del retroprogresismo, y quizás terminará beneficiando más a la oposición que a su proyecto continuista; y su aprobación forzada de una ley de medios audiovisuales amañada que incrementó su rechazo popular, lo aisló totalmente de los medios independientes y lo encerró aún más en una burbuja.
La plata, por su parte, se acabó. Luego de desperdiciar una de las oportunidades históricas más brillantes de las últimas décadas en dislates antológicos y una corrupción ramplona, los dos caballitos de batalla que el destino y la suerte pusieron en sus manos -los "superávits gemelos"- han estallado y lo obligan a una contabilidad "griega" para dar letra a los discursos de su esposa, que si antes nadie creía, ahora directamente nadie escucha.
Su obsesión por actuar como si ello no ocurriera lo ha llevado a destrozar el sistema jurídico argentino, avanzando sobre la letra expresa de las leyes con un cinismo cuya consecuencia es tensar aún más la convivencia. Confiscó ahorros previsionales, se apropió de recursos privados, destina fondos provinciales a sus ocurrencias exóticas -como el fútbol estatal, o la aerolínea "de bandera"-, y por último va sobre la última reserva de la economía simbólica, los activos del Banco Central, elaborando un discurso rudimentario que oculta la finalidad de esos activos, que no es otra que cubrir los "pasivos" de la entidad monetaria preservando el valor de los ingresos de los argentinos.
Las medidas que está adoptando parecieran indicar que eligió el camino de la hiperinflación. Es posible que piense que la inflación se controla con el INDEC. Si es así, olvida que los argentinos que sufren la caída de valor de sus ingresos no siguen los datos del INDEC, sino de las facturas de servicios que le llegan y los precios que pagan por sus consumos imprescindibles.
Es posible también que piense que las movilizaciones que le hicieron a Alfonsín y a de la Rúa para forzar sus renuncias por la hiperinflación o por el hiperendeudamiento no podrán repetirse, porque no estarán los caudillejos bonaerenses liderándolas -los tiene suficientemente atados-. Sin embargo, la reflexión que debiera hacer es otra: en aquel momento, esas movilizaciones al menos tenía quien las condujera, lo que significaba que aún ubicado en el ultimo escalón de organicidad, alguien había para comenzar a hablar la reconstrucción. De hecho, los desbordes terminaron como por arte de magia cuando Alfonsín y de la Rúa se fueron. Si hay ahora un desesperado desborde por la presión de la miseria, será superando a los propios cacicazgos bonaerenses. Jugar con esas necesidades, es jugar con fuego.
Y el consenso... no sólo no lo quiere, ni lo busca, sino que será cada vez más difícil de lograr a medida que avance en sus dislates, los que terminarán en el momento en que no tenga más fuerza para la imposición directa, camino en el que el momento se acerca cada vez más. Ya perdió en Diputados y está en el umbral en el Senado.
Por ahora, prefiere encerrarse en la creación del dicurso apocalíptico. "Fondo del bicentenario o ajuste salvaje", repite el coro de difusión estable. "Si no lo votan o si no encuentran alguna otra forma de conseguir recursos, háganse cargo del ajuste", ha comenzado a decir Pichetto, fingiendo olvidar que hace apenas tres meses aprobaron un presupuesto que hoy deben confesar que era "de mentira", como lo marcó entonces la oposición.
¿Es ese el dilema, robo o ajuste? Pues, para Kirchner, sí. La única alternativa que rompería esa lógica de hierro es una fortísima apuesta inversora, que requiere un elemento totalmente alejado de las posibilidades del kirchnerismo: un shock de confianza en el país, en el estado de derecho, en la justicia, en la convivencia en paz, en la intangibilidad de los derechos de las personas, en acuerdos estratégicos nacionales. Ello lograría que los productores siembren, que los industriales inviertan, que la gente gaste, que los exportadores vendan. Pero ninguno de esos extremos es posible con la permanencia del kirchnerismo en el poder, porque requerirían un amplio consenso nacional de respaldo, lo que en su visión maniquea no es una opción considerada. Y para los ciudadanos "de a pié", mientres estén los K, la seguridad no existe.
"Nosotros o el país", termina siendo la opcion final del kirchnerismo. Y lamentablemente, Nestor Kirchner ya tiene clara la decisión a tomar.
Sin poder, sin plata y sin consenso, era forzoso que terminara así su épica de caricatura. Y todavía faltan casi dos años...
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