viernes, 26 de febrero de 2010
MOMENTO DE DECISIÓN
Por Susana Merlo (*)
Lejos del bucólico ambiente rural de antaño, ahora los productores están obligados a ser politólogos, financistas, climatólogos, analistas y, si les queda tiempo, agricultores o ganaderos.
Hoy, mantener una empresa agropecuaria tras, al menos, 7 años de cambios permanentes en las reglas de juego, después de un récord mundial de precios (2008), seguido por la “explosión” de la burbuja económica internacional y, al menos, 2 años de sequía después de los cuales comenzaron las lluvias que amenazan con ser excesivas en los próximos meses, ya sería suficiente para desalentar al más entusiasta. Aquí, sin embargo, es apenas el principio, pues también se debe ser “adivino” para prever con que “novedad” se puede despachar ahora un Gobierno que apela a todo, menos a racionalizar el gasto público, y a asumir algunos de los demasiado frecuentes errores en los que cae.
Así las cosas, y ante la falta de financiación bancaria (muchos añoran los tiempos en que el Banco Nación era la entidad de fomento agropecuario), el gran interrogante de un gran número de productores es saber como seguir, como mantener el valor de su producción, y como evitar un eventual nuevo “manotazo”, que nadie menciona, pero que todos temen…
Y, aunque tal vez como nunca, el productor agropecuario enfrenta hoy una serie de dilemas económicos con variables que generan gran incertidumbre y que no maneja para nada: el frente climático y el escenario político interno, cuya sumatoria puede arrojar un resultado desastroso si no se mueve con cautela. La pregunta central se reduce a: ¿Vender y anclarse en divisas, o esperar con los activos físicos hasta que llegue el momento de volver a invertir en la producción?.
En términos generales se podría decir que el campo que ya tiene cosecha (trigo, girasol, etc.), o el de cría que cuenta con terneros nacidos el año pasado, enfrenta el mayor dilema, o el más inminente, y varios problemas.
Si por ejemplo, quiere convertir los granos, se va a encontrar con que, prácticamente no hay mercado, a pesar de las promesas oficiales, y la poca demanda concreta que aparece, es a precios sensiblemente menores a la paridad. O sea, no puede vender si no es “rematando” su cosecha.
El segundo planteo es más complejo pues, con las lluvias, muchos campos ganaderos tuvieron cierta recuperación que les permitiría ganar kilos rapidamente, a muy bajo costo. Pero, del otro lado, aparecen precios muy atractivos para la cría (U$S 1,60/1,80 por kilo vivo) que, tal vez, no se mantengan para el otoño, por ejemplo, si el Gobierno se vuelve a ver tentado de “meter mano” en el mercado.
El otro gran interrogante es: ¿para que vender?. Una vez cubiertas las deudas, las lluvias actuales casi no están permitiendo siquiera encarar los verdeos y, hasta el arranque de la campaña 2010/11 todavía faltan algunos meses. Entonces, ¿qué hacer con la plata?.
Crónica y Análisis publica el presente artículo la Ingeniera Agrónoma Susana Merlo por gentileza de su autora y Campo 2.0.
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