martes, 23 de febrero de 2010
REMATE
EL REMATE DE LOS DESPOJOS
Por el Lic. Gustavo Adolfo Bunse
En las próximas 48 horas el presidente de facto tiene dos compromisos:
a) Su regreso público en la ciudad de La Plata. (avisa candidatura)
b) Festejar sus 60 años de edad, el mismo día que el general Don José de San Martín hace 332 años. (25 de febrero)
La astrología, como se ve, ha sido -y es- , una burla de la humanidad.
Sin embargo, hay una teoría de los astrólogos para defender su actividad ;
Dicen que cada 332 años nace un ser absolutamente inverso y opuesto.
Una personalidad que resulta completamente antagónica con la anterior.
Casi tal y como lo fueron Próspero y Calibán en la buenísima comedia de Shakespeare, “La Tempestad”
Está decidido a no disimular nada. Ni su condición de titular de un poder ectópico, ni su enorme omnipotencia en el mensaje autorreferente, ni la intolerancia a cualquier matiz que contradiga la letra fría de la verdad que en su discurso se adjudique.
Como operario absoluto de una política que manipula como mercadería en subasta: lo que no pueda comprar, lo va a dinamitar.
Su dominio, únicamente inspirado en el poder adquisitivo que ejerce sobre un territorio plagado de venales, hará, como siempre, una de dos cosas:
O acumular con la compra o estigmatizar con la enemistad abierta.
Y sus enemigos, entiéndase muy bien esto, siguen siendo los que piensan diferente, los que no lo votaron, ni a él ni a su esposa, los que osaron abrir la boca para desviarse un milímetro del dogma que decidió implantar, los que escribieron algún cuestionamiento político, fuese leve o profundo, los que no quisieron ingresar aquella vez al nuevo peronismo transversal y los que ideológicamente se hayan ubicado un centímetro a su derecha, siquiera por una confusión puramente retórica de la vida.
Con el apoyo de los medios del Estado (empezando por la SIDE) se ha de lanzar a campo abierto con la cimitarra persa entre los dientes, con una especie de ironía bizarra y sin estilo alguno, que, como siempre, ha de bascular entre la diatriba indirecta y la parábola del amenazador.
Tal vez sabiendo muy bien que ningún político de la oposición o periodista tendrá las agallas de plantársele en una reunión pública, exigiéndole en voz bien alta explicaciones de sus tropelías, entonces, de ese modo avanzará ante cualquier oponente que se le aparezca,… casi como un milonguero despechado.
Como un compadrito, acaso sólo muy hábil en el arte de punguear glorias ajenas, de apalear en el piso a cualquier tullido, de humillar a los pusilánimes, de arrear a los borregos… y de hacer mucha leña de cualquier árbol caído.
Son esos los únicos riesgos que se anima a tomar este “gran audaz” de la política sudamericana.
Estudiará las encuestas y dinamitará el partido, si ve que puede perder.
Medirá con gran cuidado el golpe que va a dar, para no martillarse el dedo, y mandará exploradores a verificar la agonía de algún personaje molesto que él quiera fulminar con su tiro de gracia.
Y así , una vez que lo tenga exánime ante su vista, irrumpirá con su capa de seda y con su espada de plástico, para dar el “golpe de gracia” con una cara de recio que lo hará aparecer, sólo a él, como el valiente triunfador de una puja fragorosa y difícil, con los hechos ya consumados.
En un triunfo… de antemano irreversible, que lo va a mostrar como el único autor indiscutible al que debe vitorearse.
La proclama estrepitosa de algún exterminio, que es ejecutada a los gritos, resulta ser un escenario que él busca repetir una y mil veces para consolidar, ante la impavidez social, el gran estereotipo del “audaz” y el “arriesgado”, héroe ultramontano cuyo rigor y autoridad, sólo admiten una de dos respuestas:
El temor o la veneración. Cuando no, la abnegación, que es la hija putativa de ambos y que es, además, “virtud” vergonzosa de los siervos.
Escarmentador temible de cualquier contrapoder, taita de todos los taitas, implacable y muy severo admonitor de quienes se atrevan a oponérsele, siquiera expresando una disidencia de menor cuantía.
Su presentación en La Plata será sólo eso:
Un remate de los despojos del país. Ante todos los mercenarios que quieran sumarse y que pujen por un lugar destacado a la diestra o a la siniestra de este verdadero mercader de la infamia y de la deshonra.
Y un aviso admonitorio a los que no quieran.
Una estigmatización segura a los que reculen por ver en él una especie de espectro de Nicolae Ceausescu
Costará todavía mucho más entender, sin embargo, la poca o nula dignidad de una dirigencia empresaria y política… temerosa de estos gambitos de compadrón a la violeta que nos hacen revivir intensamente a todos, las páginas más notables de los tangos de Cadícamo.
Estos empresarios, forman parte del paisaje inmediato cuando su esposa, copiando sus pasos, convoca cada dos días al atril.
Ellos lo hacen por estricta conveniencia.
Y allí desemboca su miserable dignidad, entregada oblicuamente a un dúo sin ningún nivel… al que conocen muy bien como secretos comensales de la farsa.
A esos empresarios, cuyo mutismo tan paradójicamente sonoro pasará a la historia de esta época de sojuzgamiento, les importa un rábano la herencia malsana de este desquicio, pues sólo los anima una ambición y una vanidad superior a todo freno ético y sin el menor resuello de grandeza.
Convertidos en alfombras humanas, ellos vuelven a sus casas a ver a sus hijos sin que se les mueva un músculo de la cara.
Son ellos, los orgullosos lacayos del compadrito.
Y el compadrito jamás arriesga. Capaz de poner sus plantas sobre un guapo atropellado por un auto, saca su puñal y lo muestra a todo el mundo para escriturar así la foto del agravio y de su condigno castigo.
Inmoral por vocación, el presidente de facto ha elegido el ropaje de la simulación y la hipocresía para abrevar un poco de valor desde algún aplauso y enmascarar mejor el enorme susto del que vive transido en su soledad. Para eso tomó fueros de diputado.
Pero lo más interesante, para ponerle bien la lupa a este terrible fantoche, presunto defensor de las injusticias, de los abusos y de las opresiones, es su pericia para ensañarse con quien depone las armas y con quien ya no encierra peligro alguno.
Es, en suma, observar con cuidado la metodología que emplea para poder, al fin, pisar sobre seguro.
Una cáfila encorbatada de bandoleros, en derredor suyo, después de haber cambiado el matagato por el teléfono celular, escuchan sus hazañas de los años 70 y hacen esfuerzos por contener su asombro ante este ex combatiente avezado, narrador de cicatrices que nunca muestra.
Todos lo saben: Hay un gobernador de tal pobreza intelectual y de tal pasión por el arrodillamiento, que los propios empresarios suelen decir casi con envidia competitiva, que “se le fue la mano con la obsecuencia”.
Otra media docena de humillados profesionales, son los dueños de tres bancos que se han expandido de un modo insólito, un petrolero que se arrastró mil veces ante Carlos Menem para hacer negocios con los árabes y un aeroportuario que pelea con este último para ver quien le presta primero su avión al matrimonio.
Son sólo los 5 más notables… pero hay un ejército de arrastrados de igual o peor laya reptante, cuyo mayor arrojo impugnatorio es levantar sus manos con las palmas hacia delante y decir (sólo en privado)… “es lo que hay”.
Han quedado los despojos del país y, en su remate, se disponen a participar obviamente pagando mucho menores precios
Capaces, todos ellos, de pisotear las instituciones sin el menor escrúpulo y dueños de un enfoque de la mayor hipocresía como súbditos comerciales de la yunta, fueron, sin duda alguna, los primeros que han sido comprados por la chequera oficial.
Esa corporación de siervos, son la hipertrofia malsana de este clima de sojuzgamiento en el gran desierto político de la dirigencia opositora.
Un territorio en el que germina muy fácil el nuevo lanzamiento de nuestro absolutista de facto: El remate de los despojos.
Crónica y Análisis publica el presente artículo por gentileza de su autor, el Lic. Gustavo Adolfo Bunse.
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