viernes, 19 de febrero de 2010

CARNAVAL


Castellanos - 19-Feb-10 - Opinión

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EDITORIAL
El Carnaval aún no ha terminado


Es más, en la Argentina parece estar vigente como si no se hubiese dado cuenta de que ayer era miércoles de ceniza. Entre las múltiples máscaras se destaca la de Diana Conti, Diputada de la Nación, cuyo sueldo pagamos todos, no para que represente a nadie sino para que haga su puesta en escena demostrando que lo único que quiere representar es a la cofradía usurpadora del poder.

Que hace unos días la diputada, ex subsecretaria de derechos humanos, se declarara stalinista no fue una sorpresa menor, especialmente por el hecho de elegir semejante energúmeno, responsable de la muerte de más de veinte millones de personas, para justificar el enriquecimiento ilegítimo de otro energúmeno que juega con los destinos del país.

Ahora intenta presentar un insólito proyecto para limitar a Cobos, es decir, para limitar la figura del vicepresidente en un juego dislocado con la figura de la "acefalía". Conti supone que ser del riñón K no dializado y haber por ello accedido al Concejo de la Magistratura, es una certificación de ciencia infusa que la transforma haciéndola pasar de abogada a jurista.

Su explicación, durante una reunión en la comisión de Asuntos Constitucionales de Diputados, del objetivo del proyecto, que es "resguardar las instituciones y acotar las facultades del vicepresidente en caso de ausencia transitoria de la primera mandataria", demuestra que todo se basa en el principio de las leyes a medida.

Pasa entonces a elucubrar teorías creyéndose inmune al papelón. Parece ignorar que el vicepresidente no integra el Poder Ejecutivo porque su función constitucional es ser presidente del Senado, y únicamente por enfermedad o viaje al exterior, como estos casos, asume la conducción del Ejecutivo. Además, en esos casos, de ninguna forma podría tomar decisiones que afectaran al Gobierno porque los ministros deben refrendar sus actos como presidente suplente.

Pero a Conti no le importa. Con sus modos patoteriles, su impunidad oficial, y sintiéndose impermeable al ridículo, seguirá adelante. Su esperpento jurídico para modificar la Ley de Acefalía Nº 20.972 se basa en incorporarle dos nuevos artículos: el primero, establece que en caso de asumir el lugar de presidente, el Vice, léase: Cobos, "quedará sujeto a las instrucciones" que la presidente le dé. El segundo dispone que el "vicepresidente no deberá adoptar ninguna medida o acción contraria a las políticas establecidas" por la primera mandataria.

Lo increíble del caso es su obstinación en confundir ausencia con acefalía, casi una obsesión en hacerle perder la cabeza no ya al Estado, sino a la presidente misma. Pero Conti fue más allá al reconocer públicamente que Cobos fue elegido como candidato por Néstor Kirchner y Alberto Fernández, no por Cristina. Algo natural para ella que no alcanza a ver que el caso muestra el uso a destajo del poder por parte de quien hace de la usurpación una política personal.

No llama la atención. ¿Qué se puede esperar de alguien que diciendo ser defensora de los derechos humanos pone como paradigma al responsable de la muerte de millones? Para este esperpento político todo el año es carnaval.

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