martes, 16 de agosto de 2011
AÚN NO HA GANADO
Las sumas que restan
Por Jaime Durán Barba
15/08/11 - 04:05
En estas primarias, la Presidenta se encamina a un triunfo claro y los votos de la oposición se distribuyen entre varios aspirantes que quedarán rezagados a buena distancia. Con este resultado, unos creerán que la elección ya tiene una segura ganadora y otros soñarán en que si todos los candidatos de la oposición se unifican podrán derrotar a Cristina Fernández.
Ambas posiciones son erróneas.
Vivimos la pos modernidad; los ciudadanos son mucho más autónomos y no dependen tanto de los partidos, las estructuras y los líderes como en el siglo pasado. Todo se ha vuelto efímero, las actitudes de los electores son volátiles y cambian de parecer con facilidad. En los últimos años, hemos visto a candidatos que ganaban ampliamente en las encuestas, perdieron cuarenta puntos en dos semanas y con ello, la presidencia de su país. Las elecciones no se deciden hasta que se cuenta el último voto.
La Presidenta tiene cifras envidiables, pero no ha ganado.
Por otro lado, es equivocado suponer que una alianza conformada por todos sus opositores puede tener éxito.
Hay sumas que restan, como ocurrió este año con Alfonsín y De Narváez, cuya alianza debilitó a los dos candidatos.
De Narváez frente a Scioli obtendrá una votación más pobre que la de 2009 cuando enfrentó al ex presidente Kirchner, a Scioli y a Maza al mismo tiempo.
Las cosas funcionan bien cuando el foco del análisis está en los electores y no en los líderes. Mauricio Macri consiguió dos tercios de los votos de sus adversarios de primera vuelta, sin que lo apoye ninguno de ellos, que lo habían atacado virulentamente en la primera etapa. Si Telerman, López Murphy y otros aparecían respaldando al jefe de Gobierno, su éxito habría sido menor.
Cada votante tiene sus motivaciones para respaldar a un candidato, pero no es propiedad de nadie. Algunos argentinos votarán por Alfonsín porque les gusta la UCR o porque les recuerda a su papá. Otros lo harán por Duhalde porque creen que afrontó bien su gobierno o porque suponen que encarna al verdadero peronismo. Los votos de Rodríguez Saá tienen que ver con su magnífica obra en San Luis y vienen en mucho de Cuyo, Córdoba y de municipios por los que pasan rutas que atraviesan esa provincia y permiten verla. Lilita Carrió tiene el apoyo de quienes admiran su tesón, su discurso ético, su condición de mujer combativa y los de Binner son los de un socialista clásico que presidió un gobierno provincial pulcro y representa los valores de una pequeña burguesía ética.
¿De dónde se puede inferir que todos esos votantes odian a la Presidenta y que se unificarán detrás de un candidato porque es de oposición?
Para que exista una alternativa, no hay que pensarla desde las cúpulas y los líderes, sino desde los corazones, sueños y ambiciones de los ciudadanos comunes.
Una interesante encuestas de Ipsos Mora y Araujo publicada la semana pasada decía que el 60% de los argentinos no habla de política, y por trabajos realizados a lo largo de estos seis años, sabemos sólo el 15% de los argentinos se interesa en la discusión entre la “derecha” y la “izquierda”.
Hay un abismo entre la mayoría de los políticos y analistas. La política posmoderna parte de respetar a los electores, de comprenderlos, de sintonizar las ideas del líder con el mundo de la gente común. En el “arte de ganar” expusimos una metodología para conducir de esta manera las campañas que sólo se puede comprender si superamos viejos paradigmas.
*Consultor político
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