lunes, 22 de agosto de 2011
SOLO PRIMARIAS
Carta Abierta a las Segundas Líneas
“En veinticuatro años de experiencia, las teorías no han producido más que calamidades. Los hombres no viven de ilusiones sino de hechos. ¿Qué me importa que se me repita que vivo en un país de libertad si, por el contrario, se me oprime?” Gral. José de San Martín
Estimados señores: Después del más que sorprendente resultado de las P.A.S.O. –me refiero a los porcentajes de votos obtenidos por todas las formaciones políticas, fueran oficialistas u opositoras- la web se ha convertido en un hervidero inusitado de mails, blogs y diarios 2.0 que hablan de fraude, en las más distintas variantes. En efecto, van desde el simple cambio en los contenidos de las urnas hasta la adulteración de planillas y telegramas, dolosa carga de datos y hackeo de servidores, Como todos sabemos, estos fenómenos se repiten en cada elección, donde partidos y candidatos que no consiguieron cubrir con fiscales propios todas las mesas de votación aducen, post facto, que los resultados que esas mesas arrojan no son reales. Sin embargo, esas denuncias no por frecuentes resultan fáciles de comprobar y terminan en meros fuegos de artificio, sobre todo cuando se formulan en los días posteriores a las elecciones y no en el momento en que, eventualmente, se produjeron. Por lo demás, como dije en “Papeles quemados” –mi nota anterior- la magnitud de la diferencia entre el FpV y el pelotón integrado por el Frente Popular (Duhalde), la UDESO (Alfonsín), el Frente Progresista (Binner) y el Compromiso Federal (Rodríguez Saa), impide creer que, de haber existido, el fraude hubiera podido modificar, sustancialmente, el resultado. Desde otro ángulo, tampoco es posible ignorar que, más allá de señalar un comportamiento ciudadano casi determinado para octubre, las P.A.S.O. no fueron más que elecciones internas, sin efecto legal alguno, con excepción de la marginación definitiva a las listas que no obtuvieron el apoyo del 1,5% del padrón correspondiente. Es decir, la gran victoria de doña Cristina es únicamente psicológica, pero nada menos que eso. De esas consideraciones surgió, entonces, la necesidad de escribirles esta carta abierta, a fin de proponerles una solución que, además de recomponer la penosa imagen que los opositores han dejado en la ciudadanía –pruebas al canto- permitan desterrar fantasmas y brindar transparencia a un sistema de votación –las listas sábanas- que, prácticamente, ningún integrante de la corporación política parece tener interés en modificar. La solución que les propongo, por cierto, es muy simple. Se trata, nada más ni nada menos, que de armar una gran “bolsa” de fiscales, en la cual todas las agrupaciones que competirán en octubre y todas las ONG’s que (con mayor o menor éxito) los han reclutado privadamente, introduzcan a todos esos voluntarios, se trate de quienes controlen las mesas, quienes se encuentren en los centros de recepción de los telegramas o en los lugares de carga informática de los datos. El primer resultado de tal medida, obvio, será que resultará necesario un número muy inferior de fiscales para cubrir todas las mesas constituidas para recibir los votos de los ciudadanos, y los primeros beneficiados serán los partidos que carezcan de una verdadera estructura nacional. Los fiscales de la “bolsa” serán instruidos, y se comprometerán, para desempeñar su fundamental rol en nombre de todos y cada uno de los partidos y frentes de oposición. Deberán no solamente denunciar el faltante de cualquier boleta o de una manipulación en la información sino, con la determinación y la publicidad del caso, exigir la suspensión del comicio o de la carga de datos hasta tanto el inconveniente sea subsanado. En octubre, ya que los resultados para la primera magistratura parecen estar más que cantados, los argentinos elegiremos a quienes nos representarán en el Congreso Nacional; en su caso, también en las legislaturas provinciales, intendencias, concejos municipales y hasta consejerías escolares. Quienes integramos el 49,3% de los ciudadanos que no dimos nuestro apoyo al FpV y muchos de quienes se abstuvieron de expresar su opinión con su ausencia necesitamos, imprescindiblemente, tener voz, voto y control en el Parlamento. Hasta el 10 de diciembre de 2009, cuando asumieron los nuevos diputados y senadores votados seis meses antes, y no resulta difícil recordarlo, fue posible comprobar qué hacía el entonces “kirchnerismo” (hoy “cristinismo”) cuando tenía mayoría propia en ambas cámaras; la propia Ley de Reforma Política es un ejemplo de ello. Entonces, señores, deben ustedes exigir a sus respectivas primeras líneas que dejen de lado todas sus aspiraciones personales –muchas de ellas, sepultadas para siempre el 14 de agosto- y comiencen a pensar, y a actuar, acerca de cómo evitar que también la República ingrese definitivamente al cementerio argentino. Como se ha dicho, “es hora de hombres, no de nombres”. De ejemplos de las consecuencias de la instauración de un partido único está llena la historia de América Latina, desde el Río Grande hasta Ushuaia, y todas ellos son terribles. Hoy, esos modelos se expresan en Cuba, en Nicaragua, en Venezuela, en Ecuador y en Bolivia, y siempre implican la conculcación –en mayor o menor grado- de las libertades individuales. La Argentina no quiere seguir ese camino. No quiere más tiranías, aún cuando éstas vengan revestidas de ropajes democráticos. No quiere más que el voto sea asumido como un cheque en blanco por quien disponga de una circunstancial mayoría. San Martín (ciertamente olvidado el miércoles pasado), Belgrano, Güemes y tantos otros de los próceres que forjaron esta nación están mirando a sus herederos con asombro y desconsuelo. Desde el más allá, desde el Olimpo de la Patria, comprueban –día tras día y desde hace décadas- como los argentinos actuales destruimos su legado. Como el individualismo, el egoísmo, la desidia, el desinterés, la corrupción y la apatía están terminando con una nación que ellos habían conseguido convertir en un luminoso faro de libertad y de cultura universal para todo el globo. Señores: quedan sesenta y un días para las elecciones de octubre, y son ustedes quienes deben tomar la posta de las manos derrotadas de sus líderes para evitar estos renovados males para la República. Asuman la responsabilidad y actúen. La mitad del país, al menos, lo está exigiendo. Bs.As., 23 Ago 11
Enrique Guillermo Avogadro 22 de agosto de 2011 19:26
Carta Abierta a las Segundas Líneas
“En veinticuatro años de experiencia, las teorías no han producido más que calamidades. Los hombres no viven de ilusiones sino de hechos. ¿Qué me importa que se me repita que vivo en un país de libertad si, por el contrario, se me oprime?”
Gral. José de San Martín
Estimados señores:
Después del más que sorprendente resultado de las P.A.S.O. –me refiero a los porcentajes de votos obtenidos por todas las formaciones políticas, fueran oficialistas u opositoras- la web se ha convertido en un hervidero inusitado de mails, blogs y diarios 2.0 que hablan de fraude, en las más distintas variantes. En efecto, van desde el simple cambio en los contenidos de las urnas hasta la adulteración de planillas y telegramas, dolosa carga de datos y hackeo de servidores,
Como todos sabemos, estos fenómenos se repiten en cada elección, donde partidos y candidatos que no consiguieron cubrir con fiscales propios todas las mesas de votación aducen, post facto, que los resultados que esas mesas arrojan no son reales. Sin embargo, esas denuncias no por frecuentes resultan fáciles de comprobar y terminan en meros fuegos de artificio, sobre todo cuando se formulan en los días posteriores a las elecciones y no en el momento en que, eventualmente, se produjeron.
Por lo demás, como dije en “Papeles quemados” –mi nota anterior- la magnitud de la diferencia entre el FpV y el pelotón integrado por el Frente Popular (Duhalde), la UDESO (Alfonsín), el Frente Progresista (Binner) y el Compromiso Federal (Rodríguez Saa), impide creer que, de haber existido, el fraude hubiera podido modificar, sustancialmente, el resultado.
Desde otro ángulo, tampoco es posible ignorar que, más allá de señalar un comportamiento ciudadano casi determinado para octubre, las P.A.S.O. no fueron más que elecciones internas, sin efecto legal alguno, con excepción de la marginación definitiva a las listas que no obtuvieron el apoyo del 1,5% del padrón correspondiente. Es decir, la gran victoria de doña Cristina es únicamente psicológica, pero nada menos que eso.
De esas consideraciones surgió, entonces, la necesidad de escribirles esta carta abierta, a fin de proponerles una solución que, además de recomponer la penosa imagen que los opositores han dejado en la ciudadanía –pruebas al canto- permitan desterrar fantasmas y brindar transparencia a un sistema de votación –las listas sábanas- que, prácticamente, ningún integrante de la corporación política parece tener interés en modificar.
La solución que les propongo, por cierto, es muy simple. Se trata, nada más ni nada menos, que de armar una gran “bolsa” de fiscales, en la cual todas las agrupaciones que competirán en octubre y todas las ONG’s que (con mayor o menor éxito) los han reclutado privadamente, introduzcan a todos esos voluntarios, se trate de quienes controlen las mesas, quienes se encuentren en los centros de recepción de los telegramas o en los lugares de carga informática de los datos.
El primer resultado de tal medida, obvio, será que resultará necesario un número muy inferior de fiscales para cubrir todas las mesas constituidas para recibir los votos de los ciudadanos, y los primeros beneficiados serán los partidos que carezcan de una verdadera estructura nacional.
Los fiscales de la “bolsa” serán instruidos, y se comprometerán, para desempeñar su fundamental rol en nombre de todos y cada uno de los partidos y frentes de oposición. Deberán no solamente denunciar el faltante de cualquier boleta o de una manipulación en la información sino, con la determinación y la publicidad del caso, exigir la suspensión del comicio o de la carga de datos hasta tanto el inconveniente sea subsanado.
En octubre, ya que los resultados para la primera magistratura parecen estar más que cantados, los argentinos elegiremos a quienes nos representarán en el Congreso Nacional; en su caso, también en las legislaturas provinciales, intendencias, concejos municipales y hasta consejerías escolares. Quienes integramos el 49,3% de los ciudadanos que no dimos nuestro apoyo al FpV y muchos de quienes se abstuvieron de expresar su opinión con su ausencia necesitamos, imprescindiblemente, tener voz, voto y control en el Parlamento.
Hasta el 10 de diciembre de 2009, cuando asumieron los nuevos diputados y senadores votados seis meses antes, y no resulta difícil recordarlo, fue posible comprobar qué hacía el entonces “kirchnerismo” (hoy “cristinismo”) cuando tenía mayoría propia en ambas cámaras; la propia Ley de Reforma Política es un ejemplo de ello.
Entonces, señores, deben ustedes exigir a sus respectivas primeras líneas que dejen de lado todas sus aspiraciones personales –muchas de ellas, sepultadas para siempre el 14 de agosto- y comiencen a pensar, y a actuar, acerca de cómo evitar que también la República ingrese definitivamente al cementerio argentino. Como se ha dicho, “es hora de hombres, no de nombres”.
De ejemplos de las consecuencias de la instauración de un partido único está llena la historia de América Latina, desde el Río Grande hasta Ushuaia, y todas ellos son terribles. Hoy, esos modelos se expresan en Cuba, en Nicaragua, en Venezuela, en Ecuador y en Bolivia, y siempre implican la conculcación –en mayor o menor grado- de las libertades individuales.
La Argentina no quiere seguir ese camino. No quiere más tiranías, aún cuando éstas vengan revestidas de ropajes democráticos. No quiere más que el voto sea asumido como un cheque en blanco por quien disponga de una circunstancial mayoría.
San Martín (ciertamente olvidado el miércoles pasado), Belgrano, Güemes y tantos otros de los próceres que forjaron esta nación están mirando a sus herederos con asombro y desconsuelo. Desde el más allá, desde el Olimpo de la Patria, comprueban –día tras día y desde hace décadas- como los argentinos actuales destruimos su legado. Como el individualismo, el egoísmo, la desidia, el desinterés, la corrupción y la apatía están terminando con una nación que ellos habían conseguido convertir en un luminoso faro de libertad y de cultura universal para todo el globo.
Señores: quedan sesenta y un días para las elecciones de octubre, y son ustedes quienes deben tomar la posta de las manos derrotadas de sus líderes para evitar estos renovados males para la República. Asuman la responsabilidad y actúen. La mitad del país, al menos, lo está exigiendo.
Bs.As., 23 Ago 11
Enrique Guillermo Avogadro
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