viernes, 11 de mayo de 2012
BOLETA ÚNICA
UNA LUZ DE ESPERANZA PARA LA BOLETA ÚNICA
Por Alberto Asseff *
La reunión de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados de la Nación abrió una luz de esperanza para la boleta única. Tenue, pero visible.
El diagnóstico acerca de nuestro arcaico sistema de votación es claro: Mesas electorales sembradas de boletas, confundiendo y descorazonando a los ciudadanos; falta de boletas, sea por hurto o porque la distribución del correo las ‘extravió’; destrucción adrede por algún militante (¿mercenario?) rival; falsificación; manipulación del votante (¿clientelismo?); posibles fraudes del tipo ‘voto en cadena’; sobrecosto, tanto para el Estado como para los partidos; dispendio jurisdiccional en el proceso de aprobación de los modelos de boletas múltiples; denodados esfuerzos para lograr que las imprentas cumplan la impresión en los plazos propios del cronograma electoral, en el enfajamiento destinado a cada circuito, en la distribución y logística; complejos control y escrutinio.
La solución es modernizar esta vetustez. Toda nuestra América tiene la boleta única, salvo la vecina República Oriental.
¿Qué es la boleta única? Es una papeleta que diseña e imprime el Estado – con control de los partidos políticos participantes- en la que se hallan todas las opciones electorales, incluyendo la fotografía del principal candidato. En cada propuesta, un visible rectángulo está destinado para que el elector marque su preferencia mediante una lapicera de tinta indeleble que le provee la autoridad de mesa y que devolverá al sufragar. Todos los partidos figuran con igual grafía. La paridad es absoluta. En la grilla de partida, pues, nadie saca ventaja.
La boleta única no la manipulan los partidos ni se distribuye entre la ciudadanía con antelación al comicio. Las tiene, numeradas, el presidente de mesa y cada sufragante recibe una al momento de presentarse para cumplir con su obligación y derecho cívico.
En los casos de listas abultadas, como la de la provincia de Buenos Aires, con sus 35 candidatos a diputados nacionales, la solución es simple: en las paredes del cuarto oscuro se exponen las listas completas de todos los partidos. El ciudadano puede así examinar la propuesta con comodidad, inclusive mayor que la que permite el modo actual, ya que en las boletas algunas nóminas son literalmente ilegibles.
Existen dos alternativas: la que rige en Córdoba, que en una sola boleta única reúne a todas las categorías de votación, desde presidente hasta concejal o la que tiene vigencia en Santa Fe que presenta varias boletas únicas, una por cada categoría.
En Santa Fe, la boleta única además de sus ventajas naturales, adiciona la de quebrar la llamada “sábana horizontal”, es decir el voto arrastre. Éste consiste en que por lo general el voto por un presidente “arrastra” el de los demás candidatos. En Santa Fe el votante debe elegir varias veces: por presidente, por senadores y/o diputados nacionales, por gobernador, por legisladores provinciales, por autoridades municipales, siempre con boletas únicas y separadas. Algo así como ciudadano potenciado. Más soberano que en otros lares.
La modalidad cordobesa vendría a ser un paso intermedio entre el avejentado régimen que padecemos y la alta calidad institucional y sistémica que propone Santa Fe.
El oficialismo – y quizás la UCR – le temen al modo santafesino de votar porque podría, dicen, afectar la gobernabilidad ya que un presidente podría ser ungido simultáneamente con un Congreso de signo político contrario. Esto, en virtud de que se neutraliza el mencionado efecto arrastre. Sin embargo, a la gobernabilidad también la lesiona el descontrol propio de un Congreso del tipo escribanía. Por sobre todas las cosas, un gobierno uniforme y unicromo es tan o más peligroso que otro que deba lidiar con un Congreso opositor.
El partido hoy dominante en el país exalta como la mayor virtud del procedimiento de boletas múltiples que “es la forma como el militante se vincula con el votante, entregándole en mano la boleta”. Le hemos respondido que eso, en romance verdadero, es manipulación, cuando no presión, inherente a la red clientelar que se extiende. Y que si se busca y quiere genuinamente estableces lazos directos de los dirigentes con los ciudadanos, el ‘casa por casa’ debe practicarse para dialogar e informar sobre ideas y propuestas y no para entregar la boleta electoral.
Sostener la boleta única no empece a la idea – a la que adhiero – de que debemos llegar, más temprano que tarde, al voto electrónico, en un paso tecnológico y despapelizador ineluctable.
¿Por qué hay esperanzas de que prospere la boleta única? Porque el régimen actual es insostenible y porque madura en la ciudadanía la idea de que este avance no puede dilatarse más.
*Diputado nacional por Compromiso Federal UNIR de la Provincia de Buenos Aires
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