domingo, 1 de julio de 2012

VIUDA ETERNA

CFK, CONTRA ELLA Y SCIOLI Pistas de desmesuras La estabilidad personal y política de la Presidenta. Por qué derrapa. “Operativo Demolición” directo a La Plata. por Alfredo Leuco El domingo anterior informé con responsabilidad sobre los problemas anímicos y de salud que tienen la Presidenta y su hijo. De las fuertes discusiones entre ambos y sugerí, con prudencia, ciertos descontroles que tienen que ver con la intimidad de las personas. Ella misma se refirió al tema en la cadena nacional de setenta minutos. Se despidió quebrada en llanto y salió rápido de la escena diciendo: “El dolor (por la muerte de Néstor) afecta mi salud y la de mi familia”. Definió psicoanalíticamente como una “negación” no recordar el nombre de la glándula tiroides y hasta pareció pasarle a Moyano la factura por lo “estimulado” que estaba pese a haber sufrido (el camionero) un dolor similar al de ella con la muerte de su hijo Emiliano. Los pronunciados picos y caídas emocionales y el aislamiento cargado de mal humor descolocan a los pocos funcionarios que hablan con ella. Y ven a Máximo Kirchner como ausente, desinteresado en la política, esperando que llegue el 2015 para irse a su casa. Ese discurso aportó pistas de desmesuras que no hay que dejar pasar. Cristina desafió a la Justicia a que la procese y se mostró como propietaria de la Gendarmería. Se felicitó porque el G20 está copiando las medidas que ella tomó hace mucho: “Lástima que no nos escucharon antes”. En el éxtasis de la malversación de la realidad acusó a Los Dragones, a los Bulgheroni y al gobernador Martín Buzzi, ultracristinista como buen converso, de haber sido los responsables de la muerte de los gendarmes en un accidente a 465 kilómetros del campo petrolero. Incluso se contradijo y anunció que se debió a que el chofer se durmió doblado por el cansancio. De todos modos avanzó con su teoría alterada: “Querían un muerto, ahí lo tienen”. Fue la primera en sugerir que la protesta moyanista tenía un componente destituyente tipo paraguayo: “No creo en las brujas, pero que las hay, las hay”. La medicación impacta en cuerpo y alma. Lo realmente grave es que uno de los hombres que más cerca y durante más tiempo estuvo al lado del matrimonio K teme que Cristina patee el tablero. Que si las turbulencias económicas y sociales siguen aumentando, la Presidenta amenace con irse en forma heroica acusando a las corporaciones de no dejarla gobernar o directamente de derrocarla. En ese registro hay que leer las declaraciones de Héctor Timerman de que “quieren voltear a Cristina como hicieron con Lugo y Zelaya”. Tiene un tufillo a expresión de deseo. Una forma de preparar el terreno y abrir el paraguas. Una cosa es confesar incompetencia para pilotear la crisis que se viene y pagar la fiesta que fogonearon durante nueve años, y otra es el relato épico de un presunto golpe institucional. Es muy delicado y peligroso que algunos kirchneristas bobos estén jugando con el fuego de esta irracionalidad. Dicen que durante la 125 estuvieron Néstor y Alberto Fernández (y hasta Lula en el teléfono) para frenar la renuncia de Cristina cuando ella planteaba que “este pueblo no nos merece”. Hoy ninguno de los tres está a su lado. Los que realmente quieren a Cristina deberán fortalecerla para que utilice el inmenso poder que tiene para evitar toda inestabilidad y consolidar institucionalmente este momento. Sólo un grupúsculo de delincuentes y golpistas puede estar pensando en una locura semejante. Es imposible que ocurra, salvo que se desate un proceso de veloz autovictimización desde la cima del poder. Los 12 millones de votos de una paliza electoral legal y legítima, las mayorías parlamentarias, la camiseta partidaria en un sector de la Justicia, los gobernadores disciplinados y la ausencia de alternativa opositora, convierten a Cristina en todo lo contrario que representa la fragilidad solitaria de Fernando Lugo. Aunque Timerman haya levantado ese fantasma, que ojalá no sea una forma de lavarse las manos. O una manera de liquidar competidores. Cristina desató la parte medular del “Operativo Demolición” contra Daniel Scioli. La metodología consiste en el hostigamiento permanente y la intervención virtual y progresiva de la provincia para vaciarlo de poder. El primer paso se concretó en la Legislatura. El vice Gabriel Mariotto y los muchachos de La Cámpora pusieron a la mayoría de las bancas en contra del Ejecutivo. Esta semana le tocó el turno a la economía. La Presidenta no anduvo con eufemismos. Se sabe que detesta a Scioli igual que a otros cientos. Pero, en un hecho inédito, lo acusó públicamente de malgastar el dinero que ella le da. Le recriminó que sólo ponga la cara. Fue como anticiparle que no le van a permitir que paute publicidad en los medios no adictos ni que invierta en festivales populares, parte del mecanismo con el que Scioli instaló su figura. La última gota fue que Hernán Lorenzino, formalmente ministro de Economía, también retó al Gobernador mientras le daba una tercera parte de los fondos que Scioli había pedido y lo convocaba a rendir examen mensualmente para que explique dónde va el dinero cristinista. Lorenzino se autoproclamó auditor e interventor de la contabilidad bonaerense. Fue tragicómico. Scioli tiene 75% de imagen positiva, la soberanía popular lo eligió dos veces gobernador y una vicepresidente. Kirchner lo designó en cinco ocasiones en puestos clave. Hay una gran desproporción de trayectorias. Lorenzino y Scioli son boxeadores de muy distinto peso. Hace unos días recién se conoció la voz de Lorenzino, quien sólo militó en “La Gran Makro”, pero en la “Unidad Básica Jorge Brito”. Scioli descansa sobre una encuesta de Julio Aurelio que dice que el 68% de los argentinos cree que la Presidenta es la responsable de sus penurias. Lo victimizaron y lo fortalecieron. ¿Terminó la luna de miel del efecto luto? El célebre “vamos por todo” empujó a otros a hacer lo mismo. ¿A quién van a responsabilizar los padres bonaerenses si los docentes hacen una seguidilla de paros para reclamar el cobro unificado del aguinaldo? ¿Van a ir a La Plata o a Balcarce 50 a protestar los beneficiarios de planes sociales con cada vez menor poder adquisitivo? En ese sentido, Hugo Moyano marcó el camino y dio el primer paso.

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