lunes, 25 de febrero de 2013
ALIVERTI
El “Mecanismo de Proyección” de Eduardo Aliverti
Sección: Nota de portada
Por Nicolás Márquez (*)
El iconográfico locutor Eduardo Aliverti es uno de los comunicadores más comprometidos ideológica y políticamente. Ideológicamente siempre estuvo equivocado: es comunista. Políticamente es un inmoral: hace propaganda a favor de la delincuencia kirchnerista.
Aliverti constantemente ha representado y encarnado las taras propias de todo militante psico-bolche arquetípico, cuya característica central consiste en culpar de manera automática, espontánea y constante de todos los fracasos o frustraciones propias a causas externas, ajenas o extrañas a su responsabilidad.
Von Mises ya nos advertía en su memorable obra “La Mentalidad Anticapitalista” acerca de muchas personas que, tras padecer determinados resentimientos o desengaños, intentaban paliar su tormento interior refugiándose en partidos izquierdistas cuyos apotegmas embriagantes les ayudaban a evadir la realidad y calmar la angustia ocasionada por sus respectivos traumas y contrariedades.
En la teoría psicoanalítica freudiana, los mecanismos de defensa son estrategias psicológicas inconscientes puestas en juego por diversas entidades para hacer frente a la realidad y mantener la autoimagen. Después de Sigmund Freud, autores posteriores como Anna Freud, Melanie Klein y Alfred Adler, han propuesto una variedad de mecanismos de defensa cuya concepción les había ayudado a describir y comprender los fenómenos clínicos que se han observado. Uno de los mecanismos defensivos recurrentes, es el que se conoce como “proyección”, en el cual sentimientos o ideas dolorosas son proyectadas hacia otras personas o cosas cercanas pero que el individuo siente ajenas y que no tienen nada que ver con él. Esta ausencia de autocrítica también es frecuente en personalidades que cuentan por caso con rasgos psicopáticos.
Ante la desdicha, el malogro y el pesar, es moneda corriente en el microclima izquierdista culpar el infortunio de circunstancia apelando siempre a macabras conjuras perpetradas por los “poderosos”, el “imperialismo”, la “CIA”, la “oligarquía” y en los últimos tiempos, se anexó en el diccionario del buen progresista argentino al Grupo Clarín entre los satanizados conspiradores y villanos vernáculos.
Esta es la misma lógica usada por los apologistas de la banda homicida Montoneros (siempre reivindicada por Aliverti), la cual secuestraba empresarios, acribillaba policías y asesinaba niños. Pero cuando el gobierno peronista ordenó darles un castigo ejemplar a partir de decretar el merecido aniquilamiento de la guerrilla, de soldados revolucionarios pasaron a ser presentados como “víctimas del terrorismo de Estado”.
El dictador vitalicio Fidel Castro, probablemente el máximo ídolo y referente de Aliverti, tras confiscar 300 empresas norteamericanas en Cuba sin indemnización alguna, el país agredido y afectado decidió legítimamente suspender el comercio con la isla. Desde entonces el represor Castro es presentado por sus feligreses como “víctima del embargo comercial”.
El mismo gobierno que le paga a periodistas como Aliverti para que lo adulen, se da el gusto de emitir moneda sin respaldo para financiar su clientelismo demagógico. Pero luego, como esta medida irresponsable genera inflación, los defensores del relato oficial nos dicen que la inflación no es culpa de este desfasaje sino de “empresarios ambiciosos”.
Idéntico argumento fue el de Aliverti y sus colegas asociados, cuando tras el bochornoso papel de su empleadora en la Universidad de Harvard (quien no supo responder preguntas previsibles de un puñado de estudiantes inexpertos), salieron a defender a su jefa alegando que el cuestionario fue pergeñado tras un “complot armado por Mauricio Macri y Héctor Magnetto”.
Todavía son muchos los fantasiosos que alegan que Néstor Kirchner murió con motivo de la desmesurada entrega física que él le brindó a la causa de los “postergados” y no porque se pasó muchísimos años de su vida fumando con desmesura, consumiendo whisky, pernoctando en los casinos y desoyendo todo consejo médico.
Los ejemplos son inacabables y uno de los últimos y mas desopilantes “argumentos” proyectivos del progresismo militante se dio cuando los periodistas del régimen informaron que los habituales cortes luz que padece la Argentina no son producto de la inoperancia del Ministerio de Planificación sino de una “conjura de la derecha que atenta contra los equipos electrógenos”.
En estas horas, el ya mencionado Eduardo Aliverti ha sido noticia con motivo y ocasión del homicidio cometido por su hijo, Pablo García Aliverti, quien manejando alcoholizado atropelló y mató a un ciclista y lo llevó “puesto” en el capó durante 18 kilómetros. Tras el episodio, el argumento esgrimido por el padre del asesino, una vez más incurre en el mecanismo que estamos comentando. Efectivamente, después de vociferar y denostar a la gente que según él “lo están fusilando”, en plañidero todos los comunicadores oficialistas (y muchos periodistas “independientes”) salieron a “solidarizarse” con el susodicho lamentando “la tragedia del hijo de Aliverti”, sin mencionar que la verdadera tragedia la vivió el ciclista asesinado precisamente por el hijo del locutor apañado por sus pares y colegas.
Luego, fue el propio Aliverti quien salió al ruedo disparando la siguiente “reflexión”:
“Ojalá esto sirviera para que, de una vez por todas, se abra un debate serio acerca de la ética periodística”.
¿Qué tal si debatimos sobre la ética del conductor automovilístico? ¿Y si debatimos sobre aumentar la punibilidad para con los asesinos del volante a fin de que tras cometer sus crímenes estos no se vayan impunemente a sus casas? ¿Y si debatimos sobre los privilegios judiciales que tienen los amigos del gobierno a la hora de ser sometidos a causas judiciales?
Seguidamente, el locutor caído en desgracia arremetió contra la prensa que no se conmovió por la suerte del asesino sino de la víctima:
“somos o podemos ser víctimas de la gente que hace periodismo de esta manera (…) Lo que estoy viviendo me ratificó con creces la gente que vale la pena y la que no. Pero al margen de lo sentimental, también me ratificó quiénes ejercen periodismo y quiénes son una basura técnicamente hablando (…) Entre los primeros, [hay] mucha gente que no piensa ideológicamente como yo. De los segundos, todos los que ya sabía. A los primeros, gracias por la decencia profesional, la estatura. No hablo de la solidaridad, hablo de la categoría periodística, de su don de gente profesional. A los segundos, también gracias. Por haberme demostrado que no me equivoco en la identificación de la carroña. Una carroña indescriptible”
¿Se refiere a la “carroña indescriptible” de aquellos que desde “678”, Página 12 y medios afines se dedican constantemente a destrozar por medio de operaciones de prensa abominables a todo aquel que no sea adicto al régimen?
¿Resulta que ahora la familia Aliverti es víctima?
Tanto sea por alguna patología psicológica como por hábil maniobra política, lo cierto es que la izquierda tiene siempre la potestad de convertir a victimarios en víctimas. En efecto, si el odontólogo Ricardo Barreda (famoso por haber matado a sus dos hijas, su esposa y su suegra hace 20 años) hubiese sido un militante de izquierda, los periodistas como Aliverti habrían salido en su defensa alegando que el facultativo:
“fue víctima de un terrible acoso familiar y que entonces tomó una decisión con emoción violenta en legítima defensa y que en aras de los derechos humanos, el centro de atención al jefe de familia acosado, y debido a la hidalga trayectoria del acusado a favor de los necesitados, sepamos comprender la situación de Barreda, lo exculpemos e indemnicemos por el daño psicológico al que fue sometido durante tantos años en su casa y por ende hay que darle otra oportunidad”.
¿Acaso les parece exagerado este último ejemplo? Pues no lo es. En mas o en menos esa fue la argumentación para otorgarle al parricida Sergio Shocklender (históricamente defendido por Aliverti con uñas y dientes desde la radio) millones de dólares para hacer negociados progresistas con resultados a la vista. Y si un personaje es transmutado de peligroso parricida a custodio de las “viviendas populares”, no hay impedimento entonces para que Pablo García Aliverti pueda en breve convertirse en víctima de la imprudencia de un ciclista que no usaba casco reglamentario y que gracias a su persona y aporte, ahora podemos por fin llevar adelante el postergado debate sobre la “ética periodística” solicitado por su progenitor hace unas horas.
Dice un viejo refrán que “uno en la vida puede hacer lo que quiera, pero lo que no puede es evitar las consecuencias”. Esta regla nos comprende a todos los mortales. Pero los izquierdistas, si bien tampoco pueden evitar las consecuencias, se las rebuscan para conseguir a quien echarle la culpa de las mismas.
La Prensa Popular | Edición 177 | Lunes 25 de Febrero de 2013
(*) Twitter: @nickymarquez1
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