Entre el cinismo y la hipocresía
Por Luis M. Premoli
Es de la esencia de los gobiernos totalitarios que conspiran contra la naturaleza de la democracia,estar condenados a un destino no negociable.es decir a vivir o sobrevivir por la violencia
El totalitarismo llega al poder generalmente como consecuencia de una crisis que inhabilita la capacidad
De elección de el pueblo. Así ocurrió con Hitler, con Musollini, con Castro, con Chávez. Las crisis permiten el acceso al poder de quienes no hubieran podido hacerlo de acuerdo a la ley.
El totalitarismo, una vez dueño de los mecanismos institucionales, mal habidos, se dedica a la construcción del poder real. Para ello hecha mano de la demagogia, del clientelismo de las dádivas y de todas las practicas viciosas de la política. Además tiene que anular el órgano de la fuerza legítima de que dispone el estado y lo reemplaza con formaciones paramilitares o parapoliciales o aún parasindicales. En la medida que avanza desde este origen espurio, el totalitarismo se dedica a la creación de lo “nuevo”. Debe fabricar una autenticidad para lo cual tiene que destruir el pasado .La historia empieza a partir del momento que se instalaron en el poder. Está en la lógica de su desarrollo que el avance hacia el futuro sea simultáneo con la destrucción de las vinculaciones con el pasado.
De esta manera, su eventual fracaso no tiene retroceso. No pueden negociar, porque ha destruido la base racional del diálogo; no puede pactar porque ha aniquilado al opositor. Se alimenta de una suerte de “realismo mágico” que funciona en la paranoia de su nueva doctrina. Ningún totalitarismo de la historia ha renunciado voluntariamente al poder por la simple razón de que ese poder no sirve como moneda de canje porque es falso. Le falta la legitimidad que otorga la sustancia popular que eludió en su acceso al poder.
En estas condiciones, está ínsito en la tragedia de su advenimiento la violencia de su extinción.
En la actual situación argentina, liquidadas todas las instituciones se llegó a la fuente básica de la riqueza geopolítica del país que el campo.
El campo no es una institución, pero él le dio origen a todas las instituciones porque a partir de él fue posible organizar una sociedad que no puede ser autónoma, y por tanto soberana, sin poseer autarquía. Como una enorme mancha de aceite, el totalitarismo ha desbordado todos los cauces legales, y lo emprendió contra la reserva natural del país. Es su alimento: los nuevos dráculas necesitan la sangre del campo para sobrevivir. Llevan en sí mismos el signo de su propia destrucción porque al dejar el campo exangüe, ellos también se privarán a la larga de ese alimento.
En estas condiciones, la negociación actualmente en curso que se encuentra acicateada para someter la protesta, es una gigantesca máquina de acción psicológica mediática, del miedo que impone en una sociedad mansa y desprevenida la cobardia repugnante de los sicarios convocados a la Plaza de Mayo. La Plaza del coraje cívico que hoy es agraviada por la antipatria
Se agregan los asaltos a algunos supermercados para hacerlos aparecer como una negra consecuencia del coraje rural. Luego, la transformació n de la pareja enemiga de Perón promoviendo la adhesión con una marcha cuya letra desconocen pero que necesitan para sobrevivir ante la absoluta orfandad de ideología. Si con todos esos instrumentos del poder fraudulento el campo negocia, puede que los dráculas le proporcionen alguna limosna para remediar el problema económico. Pero el cáncer político hecho de prepotencia, hipocresía, cinismo e injusticia seguirá devorando las entrañas de la República hasta su fin.-
LUIS MAXIMO PREMOLI
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