El paro, las monedas y los pollos de Mazorín
El campo ha bajado las cortinas de su fábrica sin que se sepa por cuánto tiempo. Y Alfonsín no podrá ir personalmente a levantarlas. Ya no anda para esos trotes. La pelea con Puerto Madero es por el vil metal. Desde allí escribieron los discursos con el corazón y los chacareros contestaron con el bolsillo. Pero más allá - todos lo saben - es una lucha de ideologías. ¡Pobre Fukuyama! Dicen quienes se atrevieron a leerlo que aseguraba que las ideologías habían terminado. Con solo ver la página del ministerio de Educación podría haber comprobado lo equivocado de su teoría. Allí está la nueva historia del hombre nuevo. Como si le hubiesen dado por izquierda una buena Pigna a la historia. Se lee bien. El mal que aqueja a la Argentina no es la extensión sino el 24 de marzo de 1976. Después, un 25 de mayo de 2003, llegó un matrimonio para redimirla. Antes, la nada.
La pelea está planteada. De un lado están los cuellos blancos acostumbrados a sacar de donde haiga y a comer de los demás; del otro, familias enteras con los rostros y los brazos curtidos por el sol sin bronceador y manos agrietadas. También hay de los otros. A no exagerar. Uno de los dos bandos debería ganar. Definitivamente. Si ganan los dos, pierden ambos. Pierden todos porque ganará una vez más el sistema. Y a ése sí que no hay con que darle.
Hace mucho que los hombre y mujeres del campo no reaccionaban así. La última fue hace 20 años en la Plaza de Mayo cuando despanzurraban bolsas de cereal al grito de "Si quieren socialismo esta es la última bolsa que le mandamos". ¡Ah, Fukuyama! No viviste en Argentina. Aquí todo vuelve, se transforma y vive por los años de los años.
Pero como no hay mal que por bien no venga, semejante desaguisado favorece al Gobierno porque lo ayuda a ocultar el descalabro que se descalabra desde el mismo momento de su inicio: 2003. ¿O desde antes? Como es costumbre cuando hay manifestaciones que pueden hacer peligrar su idílica versión de la realidad, el matrimonio se alejó rápidamente del epicentro de la protesta agroganadera y voló a su viejo refugio austral, ahora absolutamente manso y tranquilo. No hay nada más que un buen puñado de dólares para calmar las iras por la falta de democracia y unos cuerpos abollados por una 4 x 4. Se sabe.
A la cuestión de los fondos de Santa Cruz no se le ve el fondo. Es una cuestión profunda, tanto, que ni el actual gobernador teledirigido sabe cuánta plata volverá por enésima vez al país. Con seguridad mañana, la población se enterará que no llegó porque nunca se fue, o a lo mejor que se perdió una parte en algún vendaval del Triángulo de las Bermudas. Un verdadero escándalo, a tal punto que el periodismo progre estaba ocupándose del asunto. Increíble.
También el asesinato del tesorero del líder de la CGT, Hugo Moyano, que venía salpicando a todos los camiones del MERCOSUR; la del extraño suicidio del hermano del líder de los taxistas, que después de pasarse a mejor vida, parece, se dedicó a pasarle la franela a su auto; las "renuncias-despidos" del Recaudador mayor de Impuestos y del titular del gran agujero negro llamado Aduana. Y ya se viene la despenalización del consumo de droga. Así, como quien no quiere la cosa. Primero entra a raudales y luego, como "en donde hay una necesidad existe un derecho"... Es que los países más adelantados del mundo actúan así. Hasta tienen tren-bala. Es que pertenecer tiene sus privilegios.
No le vino mal al Gobierno la revuelta del campo-ciudad contra los barones de la soberbia. Contra ellos mismos. Ayudó a tapar cosas nauseabundas. Un par de matones a sueldo estimulando la testosterona en calles y rutas, ayudan. Ya vendrán tiempos mejores. El tiempo sepulta todo. Casi. Y la gente se olvida de lo que comió ayer. ¿Qué comimos ayer? Mañana será otro día y veremos qué hacer. Confundir confundidos en cosa de niños. Es como creer que el gran negocio fueron "los pollos de Mazorín" y no el alquiler de las cámaras frigoríficas que los albergaban. Habrá que ver mañana con qué nuevo show se intenta tapar el paro del campo y después barajar y dar de nuevo. Ya hay gobernadores e intendentes que abandonan presurosos el barco de la transversalidad que navega, presuroso, hacia París para almorzar con Sarkozy.
CORREO DE BUENOS AIRES
SALINAS BOHIL
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