lunes, 31 de marzo de 2008

NADA SERÁ IGUAL

Capitulación del campo o el principio del fin

Sea cual fuere el final del conflicto entre campo y gobierno, lo cierto es que la historia escribirá un antes y un después del mismo. Ya nada será igual.

Por Darío H. Schueri – Desde Santa Fe

La señora Presidente gestó su propio Grito de Alcorta generado el martes 25 cuando en un enaltecedor acto de sinceridad ideológico (que en verdad esconde un fenomenal problema fiscal) atacó sin piedad desde la Casa de Gobierno al sector agropecuario. Las retenciones fueron simplemente el argumento para poner blanco sobre negro el pensamiento kirchnerista acerca del campo, al que nunca quisieron ni van a querer.

Podríamos concluir que la Sra. Presidente dejó la clara sensación de que, en la “concepción K”, el sistema agroindustrial sobre el que asienta su riqueza nuestro país se reduce solamente al componente “industrial”; el prefijo “agro” vendría a representar algo así como un subsector encerrado en sí mismo que, con la excusa de tener un “negocio a la intemperie” (copyrigh de Enrique Crotto ) se la pasa fingiendo miserias para lograr beneficios extraordinarios del gobierno de turno, sin importante la suerte de millones (“redistribución de la riqueza”) de coterráneos que viven en las ciudades, destino final – cuando no las exportaciones que generan divisas “redistributivas”- de su producción.

Si analizamos el discurso del martes 25 desde el punto de vista estrictamente político, la Sra. Presidente se le animó a un sector (¿lo subestimó?) que está lejos y no genera demasiados – en verdad cada vez menos – puestos de trabajo, y por ende votos. El error de cálculo fue pensar que el campo está lejos; hoy con las “cuatro por cuatro” se llega muy rápido; y los puestos de trabajo (salvo el tambo) mudaron del campo a los pueblos y ciudades agropecuarias (que en su gran mayoría no votó el 28 de Octubre del año pasado a la Sra. Cristina); ¿resentimiento oficial?

En cambio los industriales (que acaban de pedirle un dólar más “competitivo”, o sea más alto) generan puestos de trabajo – y votos peronistas -, desarrollan las grandes ciudades y sus conurbanos (donde están los votos) y, justo es reconocerlo, tienen entidades y dirigentes mejor “lobbystas” que el campo. Visitan formal e informalmente mas seguido los despachos oficiales, toman café, almuerzan y cenan con funcionarios y obtienen valiosa información que saben utilizar.

A la UIA no se le hubiera escapado la tortuga si las retenciones hubieran apuntado hacia su sector; hubiera comenzado el “lobby” hace tiempo con una fuerte campaña mediática (el campo es “amarrete” y paga las consecuencias), amenaza de cierre de fuentes de trabajo; sus asesores (que por lo visto la dirigencia gremial agropecuaria no tiene) le hubieran dicho hace tiempo que para seguir manteniendo el superávit, financiando su cadena de subsidios y planes sociales y manteniendo un cierto control sobre los precios internos de algunos productos – amén de otros suculentos derroches- el gobierno necesita mucha plata que de algún lugar deberá salir.

A la Sra. Presidente podrá juzgársela por un montón de imposturas, menos por no ser hábil en el manejo político mediático de las situaciones (independientemente de los resultados de tal estrategia). Los “oligarcas” no están sólo en el campo; el discurso del martes 25 fue para poner en caja al sector en conflicto. Con el escenario “impresentable” del jueves 27 puso “a raya” a todos los argentinos que la desafiaron con los cacerolazos: “ojo que yo no soy De la Rúa; si quieren guerra la tendrán, aquí está la fuerza miliciana civil” simbolizó en una mágica evocación de Evita, que también solía desafiar a los “oligarcas” con sus “descamisados”; salvo un detalle histórico: los que salieron a la calle con las cacerolas en todo el país – no tan solo en Capital Federal- distan de ser “oligarcas” y mucho menos “golpistas”; eran ciudadanos que, aprovechando la coyuntura de crisis con el campo, descargó su bronca por la ya incontrolable inflación, la impúdica manipulación del INDEC, el tren bala, la valija de Wilson, la sobrefacturación de obras públicas, el sospechoso enriquecimiento de funcionarios, y decenas de etcéteras mas.

De allí que sorprendió la peligrosa – y suicida - inocencia (“esperanza, no se confunda” nos corrigió, severo, un dirigente agropecuario) de quienes pensaron que el convite al “diálogo” de la Sra. Presidente tenía algún sustento de superación del conflicto por otro camino que no sea el de la capitulación agropecuaria sobre las retenciones. Un chico de jardín de infantes habría advertido el jueves que la Presidente (además de volver a retar al campo por no “redistribuir la riqueza” entre D’Elía y su gente) intentó ganar tiempo para que los camiones vuelvan a recargar las góndolas de los supermercados sin tener que llegar al extremo de reprimir con Gendarmería. Lo consiguió a medias, porque era tan evidente la estrategia, que antes del fracasado final anunciado de las negociaciones con los dirigentes del campo, (presentado por el Jefe de gabinete como de “avances” mientras los dirigentes del campo rumiaban la desesperanza), los chacareros ya habían vuelto a cortar las rutas.

Binner se jugo y le salió bien

En el orden provincial, el Gobernador Binner, urgido por intendentes y jefes comunales que saturaban los teléfonos oficiales con pedidos de audiencias, los convocó a todos el martes 25 por la mañana a la Casa Gris para charlar el tema y, renuente al principio pero presionado por esos mismos jefes comunales que dejaron sus comarcas incendiadas, suscribió un histórico documento (hoy día alabado por los principales analistas políticos nacionales) donde se plasmó claramente pedir la “suspensión de las retenciones” como prenda para emprender el diálogo. Binner sabía que estaba entrando en terreno cenagoso con el gobierno nacional con el cual hasta ahora tenía buena relación, pero las circunstancias apremiaban. De inmediato Carlos Reutemann se sumó y llamó a Binner para adherir al documento que luego el gobierno envió por fax al resto de los municipios y comunas que no estuvieron en la reunión para que lo suscriban.

Reutemann, luego de advertir que si no tomaba una postura clara, el paro “se lo llevaba puesto”, además de dejarle todo el rédito político a Binner, decidió emprender un raid por las principales emisoras de radio nacionales, dejando en claro que estaba junto al campo, sea cual fuere el costo político que deba pagar con el gobierno K.

En el Parlamento local, salvo los senadores que unieron posiciones políticas invocando el tan ajado diálogo, votaron antes que hable la Presidente el jueves, un proyecto donde figura la palabra “retenciones”. No ocurrió así en Diputados, que prefirieron hacer un cuarto intermedio para escuchar la arenga presidencial, que terminó de confundir las posiciones que algunos habían llevado al recinto antes del mitin en Parque Norte. Finalmente no salió nada, porque en insólitas interpretaciones del discurso presidencial, se antepuso el rédito político (de estar a favor o en contra de la Presidente) por sobre el tema en cuestión.

Finalmente…

No observamos en el horizonte mediato otro escenario más que el de la capitulación del campo, levantando la cosecha con el 44% de retenciones móviles (todas las promesas de “rentabilidad” que se hagan – subsidios, compensaciones, hasta retenciones diferenciadas- son lisa y llanamente inviables); ó bien seguir con los cortes provocando mas desabastecimiento (es lo único que torna viable esa medida) con la consecuente – y anunciada el viernes por la noche por el Jefe de Gabinete – represión de Gendarmería que puede asustar a los manifestantes, o hincarlos mas en su decisión, con lo cual es probable que haya resistencia con heridos, quizás muertos. Y el principio del fin.

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