martes, 2 de agosto de 2011

MITOLOGÍAS


LIBERARNOS DE MITOLOGÍAS




Por Alberto Asseff * para el Informador Público

Si se sigue con atención la política de Brasil se comprueba que prácticamente nadie invoca al “Estado novo” de Getulio Vargas o a los “en 5 años 50 de progreso” de Juscelino Kubitschek. Ambos, sin dudas, cimentaron al Brasil de hoy, pero pueblo y dirigentes no están todos los días, nostalgiosos, anclados medio siglo atrás. Lo mismo sucede con otros pueblos. ¿Cuántas veces rememoró Alan García -reciente ex presidente- fundador legendario de su partido Víctor Raúl Haya de la Torre?

No sólo en materia de personas estamos aferrados al pasado. Eso pasa en el terreno de las ideas, si es que puede llamarse así a la recurrencia en persistir en arcaicos conceptos.

Todo el mundo sabe que no existe otra vía que combinar -en una articulación esmerada, propia del arte de la política más una alta dosis de ciencia- la iniciativa libre de los actores y sectores sociales con la mirada vigilante del Estado que vela para que se cumpla la ley. Sin embargo, en estos lares seguimos creyendo que lo privado es sinónimo de lucro desmedido e insolidaridad y que sólo el Estado distribuye dones y bienes. Nos embarga un modelo de justicia social tan anacrónico que es incapaz, medio siglo después, de dotar de cloacas y agua corriente al 50% del conurbano que no la tienen.

Estamos como hace setenta años. Todavía nos deslumbra el Estado benefactor, pero nos genera desconfianza el mundo de los emprendedores, ese que legítimamente moviliza recursos, crea empleo, acumula capitales, reinvierte, exporta. Siempre, bien regulado, ¡claro!

En ese marco de ideas enmohecidas se inserta la constante extensión de derechos y el estreñimiento de las obligaciones. ¡Qué bueno es pertenecer a un país que cada día reconoce más prerrogativas a sus habitantes! Empero, ¿se esfumó la correlación derecho-obligación? ¿Qué clase de derechos son estos que no tienen la contrapartida de obligaciones? ¿Será por eso mismo que cada vez más esos derechos se parecen a letra muerta, proclamada y declamada, pero largamente desacatada?

Las ideas añejas -en este plano del pensamiento, el añejamiento no obra como con las bebidas espirituosas- nos inducen a perder el ritmo del mundo emergente. Hoy, esta parte del planeta al que pertenecemos, otrora periférico, se está tornando el primer protagonista. A tal punto es así que hasta se revierte la penosa fuga de cerebros que tantas calamidades nos causó. Mientras acá padecíamos necesidades básicas, cerebros formados en nuestra universidad contribuían a desarrollar la ciencia e inclusive a la conquista del espacio. Pues, ahora Dilma Rousseff acaba de lanzar una fabulosa -en el sentido de fascinante- estrategia para recoger cerebros que la crisis de Europa y de EE.UU. expele.

No obstante, la Argentina continúa en sus pequeñas batallas cotidianas, que ni siquiera son las de campanario. Acá discutimos el salario de los maestros, no el aula tecnológica. No podemos imponer el cinturón de seguridad y muchísimo menos las autopistas inteligentes. Estamos a años de los trenes de alta velocidad: todavía no hemos cambiado los durmientes para que los rieles soporten la circulación a 70 km-hora.

Se pontifica, alardea y bombardea con el progresismo, pero nos debatimos en el caldo cada vez más magro del atraso mental.

El 14 de agosto próximo sólo en la provincia de Buenos Aires circularán 150 millones de boletas electorales. Eso sí, con fotografías y diversos colores. ¿Quiérese algo más vetusto y costoso? La boleta única -o el voto electrónico están lejos porque nos obstinamos en entregar en mano la boleta, para manipular todo lo posible la voluntad del ciudadano. Y de paso poder birlar boletas de los competidores en los cuartos oscuros.

Nos alarma la libertad de expresión que brinda la boleta única, esa que sepulta la sábana horizontal pues exige que se vote separadamente por cada categoría.

Los mitos nos traban y hasta nos paralizan. Estamos atados a procedimientos y conductas impropios de este tiempo. Sin ir más lejos, ese tipo de heraldo actual que trae a domicilio la cédula judicial o administrativa, ¿qué se espera para sustituirlo por la notificación electrónica?

Lo peor de los mitos se halla en el miedo que aparejan. Nos suscitan miedo a caminar libremente, proveyéndonos de andadores gastados. Doblemente pernicioso: en vez de estimular a que andemos, nos dan andadores, pero ni siquiera modernos.

La Argentina sería formidable si aprovechare organizadamente sus recursos, comenzando por su gente. Requiere muchísimo más que crecimiento a raíz de los buenos precios de sus productos. Necesita desarrollo pleno e integral, humano, social y económico. Ese desarrollo tiene un principio que son los principios morales y culturales. Así iremos de la mano, en un tránsito inexorable, hacia un nuevo pensamiento.

Si repensamos al país, lo haremos grande y vivible. El acto de repensar es precondición para el cambio. Para esto es menester liberarnos de mitologías. Es la ‘liberación’ modelo s.XXI.



*Abogado, docente, especialista en geoestrategia, escritor, dirigente del partido político UNIR, www.unirargentina.com.ar.

No hay comentarios: