martes, 7 de febrero de 2012
COMUNISMO
¿Cómo termina el comunismo?
por Daniel Zolezzi
I. En esta columna, allá por abril de 2008, a poco de asumir Raúl Castro la presidencia de Cuba, nos preguntábamos como sería el final del régimen instaurado en la isla por su hermano mayor, Fidel.
II. Decíamos entonces que un ensayo de Revel (Cómo terminan las democracias ) describía el final de esa forma de gobierno. Agregábamos, por nuestra cuenta, que la ciencia política aún nos debía una respuesta sobre el fin de los comunismos (hoy, podemos arriesgar, sin mucho margen de error, alguna idea al respecto).
III. Instauradas hace menos de un siglo, las dictaduras marxistas parecían gozar, hasta comienzos de la mismísima década del ochenta del siglo último, de una sólida (y sórdida) capacidad de supervivencia.
IV. La implosión de 1989 demostró, de Berlín a Moscú, pasando por las demás capitales del bloque, que esa solidez estaba minada por dentro. Derrumbe que dejó perpleja a buena parte del pensamiento occidental, la cual, aun sin suscribir los medios del comunismo, observaba con simpatía sus supuestos fines.
V. No hubo predicción ni diagnóstico del desmoronamiento comunista. Y, posiblemente, falte aún un ensayo profundo sobre el ciclo vital de esa forma del despotismo.
VI. Es cierto que el fin del comunismo en Europa no aparejó la caída de tales dictaduras en Asia ni en otras latitudes. Aunque, por lo general, ya emplean el marxismo-leninismo a guisa de máscara que esconde, malamente, oligarquías despóticas.
VII. Oligarquías, esas, que anunciara el actualísimo Orwell en los lejanos años cuarenta (Rebelión en la granja ). Oligarquías que Milovan Djilas denunció, en la década siguiente, como "la nueva clase". Clase que, por discrepar con ella, lo destituyó del gobierno de la entonces Yugoslavia y lo depositó en la cárcel.
VIII. Curioso es el espectáculo actual de los multimillonarios rusos, beneficiarios del desguace del Estado (precisamente, por haberlo presidido), que escandalizan por el monto de su fortuna y por la negrura con que la hubieron. No menos curioso el panorama de China, donde se vive un capitalismo feroz que insiste en llamarse comunista y se rige, por supuesto, por ese partido. Algo peor es lo de Corea: la monarquía de los Kim ya llega a su tercera generación.
IX. Todo esto nos demuestra en qué cosas poco altruistas (unos pocos muy ricos y unos muchos bien pobres) viene a desembocar el bolchevismo. ¿Y con qué cara recibe Occidente a estos nuevos ricos cuya fortuna proviene de la rapiña de los bienes de una nación? Lamentablemente, con la mejor. Tal vez, moderándolos un poco: es que actúan con un furor de conversos a que, a veces, merece cierta moderación.
X. Moraleja colateral: hay, en esta parte de América, algunos gobiernos que, sin ser comunistas, agitan banderas "socialistas" y despliegan coreografías de izquierda. Al mismo tiempo, sus altos funcionarios se enriquecen a ojos vistas. Por eso, cuando nos hablen de sus "proyectos", ya sabemos de qué se trata.
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