lunes, 1 de febrero de 2010

COMPRADOR COMPULSIVO


Castellanos - 01-Feb-10 - Opinión

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EDITORIAL
Comprador compulsivo


Hay hechos y situaciones que dan un poco de pensar, respecto a la hipocresía o estupidez de nosotros, los argentinos. Un "¡Ohhhh!" de asombro pareció llenar todas las bocas de los políticos (opositores, por supuesto) al enterarse que en plena crisis en 2008 Néstor Kirchner compró dos millones de dólares, lo que el decir popular denomina "dos palos verdes". ¿es que acaso no suponían siquiera que eso hubiera sucedido?.

Pensar que Lehman Brothers se iba a pique, que la crisis mundial estaba manifestada hasta para los más ciegos del sistema y quien tenía la posibilidad de acceder a eso no lo hubiera concretado, parece de fábula.

Es cierto que la calificación de inmoral que hicieran los senadores Artaza y Cabanchik se ajusta perfectamente a la realidad, pero seamos sinceros, no estamos descubriendo una hermana de la caridad que cayó en el pecado. A este personaje siempre le dio el "phisyque du rol".

Por otra parte de algún lado habrá sacado la cantidad de pesos argentinos suficientes para comprar esos dólares; por algo su patrimonio puede crecer más de un 150% anual en legalidad oyarbídica.

Que un funcionario utilice información privilegiada para hacer negocios es un hecho de corrupción, un hecho de violación a la ética. ¿Pero qué significan esos dos millones de dólares contra la compra de voluntades, de decisiones, de votos?. Néstor Kirchner es un comprador nato y debe estar analizando cuánto cotizan las voluntades de los gobernadores para que lo respalden con el fondo del bicentenario.

Y él siempre puede comprar mucho más. En un fallo singular el Juez Oyarbide lo sobreseyó en un juicio por enriquecimiento ilícito. Fallo que el Fiscal no apeló sin que nadie lo querellase por incumplimiento de los deberes de funcionario público. En el shopping nacional todo parece estar en venta, y él llena el carrito.

Pocos escollos encuentra, aunque los haya. Pero la realidad es que los argentinos hemos adquirido una conciencia de rebaño y no reaccionamos ante nada. Apenas nos asombramos. O decimos hacerlo, como ahora, por dos módicos palos verdes, y ponemos cara de espanto como si los famosos dineros de Santa Cruz, que no eran dos sino más de quinientos millones de dólares originalmente, de los cuales nunca más se supo, los hubiera sacado del país otro diferente a este Néstor Kirchner.

El matrimonio presidencial nunca ha tenido problemas en poner la cara después de cada una de sus trapacerías. No les importa, se saben impunes. Y cada vez lo hacen con más naturalidad. Sólo algunos de sus acólitos miran distraídos como si no se enterasen, quizá porque aún tienen vergüenza o, simplemente porque por eso les pagan.

Lo único que se puede deducir de este hecho es que ellos, antes de que suene la alarma del naufragio ya estarán sobre los botes. Es ingenuo, entonces, calificar esto como una falta de ética donde la ética siempre estuvo ausente.

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