miércoles, 17 de febrero de 2010

VAN POR LA CORTE ?????


Castellanos - 17-Feb-10 - Opinión

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EDITORIAL
Entre aclaraciones y malos sueños

La apertura del "Año Judicial" fue realizada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación con la presencia de sus ministros, magistrados y funcionarios judiciales, autoridades del Poder Ejecutivo Nacional, representantes del Poder Legislativo, miembros de asociaciones vinculadas al ámbito judicial y personas relacionadas a distintos espacios académicos.

Fue el marco propicio para dejar sentada la posición de la Corte y el Poder Judicial sobre los tiempos que corren. "Los jueces no debemos gobernar y los otros poderes no deben judicializar sus decisiones innecesariamente", dijo Ricardo Lorenzetti, presidente del alto tribunal.

Los sucesos que se desencadenaron con la decisión de Martín Pérez Redrado al frente del Banco Central y, a partir de allí, con la respuesta presidencial a través de los DNU y su posterior "congelamiento" judicial mediante los fallos que suspendieron la creación del Fondo del Bicentenario, no podían dejar de estar presentes y sugeridos, aunque fuera en forma oblicua.

Lorenzetti se refirió a las actividades de mayor relevancia proyectadas para el presente año, pero no olvidó mencionar las tareas que esperan a los magistrados, especialmente en relación a causas vinculadas con medidas emanadas del gobierno nacional.

Dejar en claro la independencia de los tres poderes del Estado no fue otra cosa que una advertencia. "Es fundamental que cada poder del Estado cumpla con su función", dijo en un mensaje claro al Ejecutivo y a sectores del oficialismo que hicieron suyo, aquel cargo lanzado por la presidente al referirse al "partido judicial".

Que "los jueces no deben gobernar" pero que "los jueces deben ponerle límites a las decisiones de las mayorías cuando contradicen a la Constitución", fueron premisas que dejaron fijada una posición en la que "la Justicia debe poner límites a los demás Poderes del Estado", pero dentro de la cual "El Poder Judicial tiene sus límites porque nuestra Constitución no admite poderes ilimitados".

Estas declaraciones resultan sapos difíciles de tragar para el ejecutivo. Acostumbrados a su mandato indiscutido, asumido como dogma por sus obsecuentes, que un poder del Estado les fije límites revuelve sus entrañas en revancha. Y, previsibles como son, sólo queda la duda de cuál será el momento inoportuno que elijan para su vendetta.

Jaqueado como se encuentra no sería improbable que el ejecutivo realice una maniobra contra la Corte. ¿Cuál? Aún está por verse.

Y aquí pasamos a lo que parece adentrarse en el delirio ya que según dicen, dicha maniobra está en una palabra que normalmente usa para victimizarse: destitución.

Si bien destituir a la Corte no es moco de pavo y suena a absurdo, una ingeniería política montada a espejo sobre lo sucedido en Honduras (la presidente ha mencionado el caso más de una vez a integrantes de la CSJN, más en forma admonitoria que informativa) admitiría, según las alucinaciones de los "illuminatti K", realizar un proceso exactamente inverso. Una suerte de autogolpe que destituiría a la Corte y cerraría provisoriamente las cámaras, quizás hasta una próxima elección que les devolviese la mayoría. Seguramente el lector puede avizorar una serie de hechos que teóricamente impedirían semejante operación, como el reclamo de la clase media y de otros sectores de la política, pero lo más probable es que dichas reacciones no se lleven a cabo por falta de liderazgo, y la fuerza del piqueterismo clientelista alcanzaría a anular los focos opositores. Las Fuerzas Armadas no existen y las de seguridad no se jugarían frente a la posibilidad de ser luego juzgadas y condenadas como a quienes combatieron el terrorismo. Sin dudas estamos hablando de una ficción política en la que faltaría evaluar diferentes variantes pero quienes la adelantan, aseguran en su ensoñación que - de poder concretarse esta jugada terminal - les permitiría reinar "cuasi" indefinidamente.

Todo es posible cuando se deja de lado la razón.

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