sábado, 30 de octubre de 2010

MENSAJES DE GUERRA


MENSAJES DE GUERRA

Concluida la propaganda montada para explotar políticamente la muerte de Kirchner, el lunes comenzará la definición de la nueva etapa cristinista. La exclusión de los ex presidentes en el velorio y el no saludo a los ministros de la Corte es un anticipo de la nueva orientación. Se confirma la venida de Bettini, la influencia de Zannini y los funcionarios más decididos ideológicamente en una posición de izquierda.

Por Carlos Manuel Acuña

Ya murió Néstor Kirchner y con ese acto incontrolable eludió la acción de la Justicia que lo esperaba. Después de muerto y como un anticipo de lo que sucederá, los restos de su memoria fueron utilizados para la más obscena propaganda política que se haya montado en los últimos tiempos. La obsesión del equipo informal que rodea a la Presidente consideró que identificar a Cristina con la imagen de su marido resultaría positivo con miras al futuro electoral. Así, fueron controlados los programas televisivos empeñados en mostrarlo al diputado Kirchner como un estadista pese a las evidencias en contrario. El periodismo en general se sumó a esta maniobra y, cuando todavía el montaje de los gestos necrofílicos se mantenían activos con sus imágenes, comenzaron a trascender nuevos elementos de juicio para entender, no sin esfuerzo, el rumbo que Cristina Fernández querrá imponerle a su gestión.

El primer dato surgió de los mensajes cibernéticos realizados por el Canciller Timerman, quien reiteró lo que ya se sabía en los círculos bien informados: Cristina será la candidata del kirchnerismo puro, por así llamarlo, y pese a las presiones de sus hijos, está resuelta a continuar con la política de su marido. El primero en convencerla fue su aliado ideológico y estratégico, el venezolano Hugo Chávez quien, presuroso, comprendió que si perdía el apoyo de la Argentina para su proyecto progresista, estaba perdido. Presuroso, el bolivariano deslizó en los oídos de la Presidente argentina la conveniencia de mantenerse unidos para concretar los planes ideológicos que los unen. Para darle mayor fuerza a sus argumentos, coordinaron encontrarse en Río Gallegos para profundizar las estrategias futuras a la luz de los próximos resultados electorales del Brasil, la presurosa ratificación de Correa en el Ecuador pronunciada apenas se supo la muerte de Kirchner y la necesidad de apoyar a la fracción más izquierdista del gobierno uruguayo para respaldarla en su intento de liquidar a las Fuerzas Armadas del país hermano.

Chávez fue elocuente y habló mucho más en Río Gallegos, donde con paciencia acompañó los ritos finales para el sepelio del ex presidente. En la tranquilidad posterior a la organizada propaganda en favor de la memoria del desaparecido inspirador del Frente para la Victoria y mientras en la Capital Federal y otras ciudades se desplegaba una onerosa campaña de afiches que mostraban a Cristina amorosamente acurrucada en los brazos de Néstor para identificarla como su legítima sucesora, el elocuente Chávez desarrolló sus argumentos para explicar la necesidad de prepararse para enfrentar la sucesión de Lugo en el Paraguay y recriminarle al peruano Alan García su ausencia en las distintas etapas del sepelio. Esto último fue algo así como un alerta colorado a los planes del progresismo latinoamericano, que ahora se percata de hasta dónde se afectaron la paciencia y los sentimientos peruanos con la vieja cuestión de la venta de armas al Ecuador -en guerra con Lima- efectuada por Menem.

Previamente, Cristina emitió señales concretas, específicas y adelantadoras de lo que espera realizar durante los meses restantes de su presidencia, siempre y cuando se respeten esos plazos constitucionales. Primero, resolvió enviarles mensajes a los ex presidentes de la República, en el sentido de quebrar las civilizadas costumbres protocolares y que no se presentaran al velorio. Como si esto fuera poco, claramente ignoró la presencia de los miembros de la Corte Suprema de Justicia en la Casa Rosada.

Asombrados, los ministros de uno de los tres poderes del Estado no demoraron en entender que se inauguraban con ese acto severos problemas futuros. ¿Enfrentará o ignorará Cristina a los jueces supremos de la Nación? ¿Puede o debe entenderse que este gesto podría extenderse al Parlamento...? Las dudas parecen convertirse en posibilidades especulativas que acentúan la inquietud sobre lo que comenzará el lunes una vez concluida esta primera etapa para despedir a Néstor Carlos.

Los interrogantes se acumulan y las informaciones sobre los últimos momentos de Kirchner en vida nos dicen que su muerte se precipitó gracias a tres serios disgustos ocurridos en los que sería su última noche. Uno de ellos consistió en un duro intercambio de palabras por cuestiones de intereses con Lázaro Báez, su amigo comercial siempre favorecido desde el poder, y lo mismo sucedió con Rudy Ulloa Igor, su chofer devenido en empresario. La restante conflictiva conversación telefónica fue con Hugo Moyano, quien ya hablaba con un tono distinto al utilizado en otras épocas. Casi de igual a igual, el camionero recriminó a Néstor que no hubiera intervenido para asegurar la concurrencia de funcionarios e intendentes a su convocatoria política realizada horas antes para expresar su poder de convocatoria no sólo como secretario general de la CGT sino también y tal vez especialmente, como titular del PJ de la provincia de Buenos Aires. Moyano se expresó con palabras duras y cargadas de recriminaciones. Néstor no lo toleró y ambos entendieron que se ponía en marcha una pulseada por el poder político dentro de la fracción más importante del oficialismo. Nada más y nada menos que en la estratégica provincia de Buenos Aires, donde posiblemente se juegue el destino de las elecciones. Los dos tenían en mente el inmenso poder del gobernador y ex presidente de la República, Eduardo Alberto Duhalde, un ajedrecista experimentado y decidido a quitarlo a Néstor del poder e, incluso, someterlo a juicio por los delitos cometidos. La prolongada conversación quedó suspendida para continuarla más tarde, lo que obviamente resultó imposible. Ahora Moyano deberá continuar su discusión con Cristina, que estudia la posibilidad de ofrecerle la postulación de vicepresidente a Daniel Scioli, aunque por ahora se ignora qué hará ésta al respecto y los demás temas pendientes. ¿Considerará a Moyano un interlocutor válido para construir su propio aparato político o se inclinará por enfrentarlo y abrir un nuevo frente de conflicto como hacía su marido? El interrogante forma parte de los graves problemas que deberá afrontar la Presidente. Quien aparece como el ideólogo de lo que será su gestión, el izquierdista Carlos Zannini, no olvida que en Mar del Plata Moyano integró la Triple A, que se enfrentaba a tiro limpio contra los montoneros y el ERP, y estas cosas no se olvidan. La política de mantener vivo el enfrentamiento de esos años produce, entre otras, estas consecuencias.

Mientras tanto, el lobista mitad español y mitad argentino pero representante de nuestro gobierno en Madrid, se apresta a instalarse en Buenos Aires para asesorar a Cristina y seguir los negocios desde aquí. De Vido, logró cimentar el apoyo de empresarios, Timerman cuerpeó sus deficiencias con una sumisión incondicional a la viuda y ésta parece resuelta a acentuar un perfil de izquierda clásicamente montonero, es decir, difuso, infantil, antiguo y contestatario, lo que constituye todo un presagio de próximas dificultades que harán más difícil la aventura de conseguir un ministro de Economía para encarar los enormes problemas que en la materia dejó Néstor Carlos. ¿Quién con quilates suficientes se animará a aceptar el cargo en medio de estas anunciadas señales de guerra..., con ex presidentes despreciados y miembros de la Suprema Corte que no fueron saludados...? Todo un dilema que, además, coincide con una escalada inflacionaria, el mantenimiento de Guillermo Moreno, que se apresta a salir de su escondite, e inquietudes generalizadas que no pueden aventarse con la luctuosa propaganda que pretende rescatar la memoria del excluyente motivo del sepelio. En el ínterin, los problemas de familia incorporan otro aspecto más íntimo del conflicto, por lo que vamos a eludir el comentario, no sin antes preguntarnos por qué la madre de Néstor Carlos prefirió excluirse del velorio y permanecer en Río Gallegos.

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