viernes, 29 de octubre de 2010

SOLO PODER


Construcción de poder más que construcción de un país

Néstor Kirchner aprovechó un contexto internacional único para construir un poder político que fue transitorio. La confrontación y el populismo económico fueron la base de su estrategia de gobierno. ¿Qué enseñanzas deja este período?

por Roberto Cachanosky

Néstor Kirchner llegó al poder con el 22% de los votos y con la suerte de un mundo que crecía rápidamente y los precios de las commodities subiendo aceleradamente. El famoso viento de cola.

Desde el inicio de su gestión mostró una clara inclinación por la confrontación, que luego fue acentuándose con el tiempo. Pero esa actitud de confrontación fue tolerada por una economía que crecía gracias al contexto internacional y a pesar de la política económica que se implementaba.

El famoso modelo estaba basado en el tipo de cambio competitivo (dólar caro) y el superávit fiscal para construir su poder político. La primera inconsistencia del modelo fue que nunca tuvo un superávit fiscal suficiente para sostener el tipo de cambio en el nivel que él consideraba competitivo. Esto lo llevó a delegarle la función al BCRA que emitió moneda a tasas descomunales para comprar las divisas excedentes del superávit comercial generando un fuerte proceso inflacionario que hace rato terminó con el famoso tipo de cambio competitivo. Hoy Argentina es nuevamente cara en dólares.

Esa emisión monetaria disparó la inflación al 25,7% en el 2007, pero en enero de ese año el INDEC fue intervenido con el objeto de distorsionar el IPC. Recordemos que el 2007 era una año electoral en el cual se juega la continuidad del kirchnerismo en el poder mediante la candidatura de Cristina Fernández. Haber reflejado la verdadera inflación hubiese comprometido el resultado electoral del oficialismo. Finalmente ganó las elecciones Cristina Fernández pero con un fuerte rechazo en los grandes centros urbanos. Ya en 2007 una parte de la población se alejaba del kirchnerismo.

En el flanco fiscal llevó el gasto hasta niveles insospechados y a pesar de la creciente presión impositiva (no ajuste de los balances por inflación, incrementos de las retenciones, etc.) ya el año pasado apareció el déficit fiscal, incrementándose este año. También confiscó los ahorros de la gente que tenía sus aportes en las AFJP, quedándose con el flujo mensual de los aportes y el stock de los ahorros acumulados hasta ese momento. Aún así no le alcanzó el dinero para financiar el fenomenal aumento del gasto y tuvo que ir por las reservas del BCRA y la emisión monetaria para financiar al tesoro.

En el medio estuvo el largo e improductivo conflicto con el campo, generando un problema ganadero que hoy se refleja en la falta de hacienda y en los precios de la carne que, inevitablemente, tenían que subir por falta de oferta.

Su secretario de Comercio, Guillermo Moreno, cumplió con el mandato de Kirchner de controlar los precios mediante mecanismos poco ortodoxos, por decirlo suavemente, generando crecientes conflictos con el sector empresarial.

También llevó a cabo un uso político de las tarifas de los servicios públicos tratando de sostener el transporte público, la energía, etc. mediante subsidios que fueron aumentando en forma exponencial.

Desde el punto de vista económico generó fuertes distorsiones en los precios relativos, desborde fiscal, confiscaciones y regulaciones que trabaron la economía. El resultado fue que la economía terminó sumergida en una gran incertidumbre por las arbitrariedades en las decisiones de un gobierno que no respetaba las más mínimas reglas de juego institucional.

Y aquí vamos al punto de su gestión política. Kirchner no logró el apoyo de la mayoría de la gente por simpatía, sino imponiendo el miedo por las represalias que podía aplicar.

Kirchner primero agredió a las Fuerzas Armadas, basta recordar aquél día cuando a soldados que eran bebes o ni habían nacido en la década del 70 les decía: no les tengo miedo.

Luego fue a confrontar con el campo, los medios de comunicación, algunos periodistas, la justicia, la Iglesia Católica y el sector industrial.

En las elecciones del 2009, viendo que tenía serios riesgos de perderlas, las adelantaron con el argumento que la crisis económica internacional no daba lugar a que el país debatiera políticamente hasta octubre. Así se adelantaron las elecciones e inventó las candidaturas testimoniales pero con un resultado adverso. Perdió las elecciones y ya este año las encuestas le daban muy mal para poder retener el poder el año próximo.

El tema de los derechos humanos fue tratado con una gran falta de ecuanimidad al punto que llegó a saturar a la población y comenzaron a publicarse varios libros contando una historia más completa de los 70, lo cual se transformó un boomerang para quienes habían militado en los cuadros terroristas de los 70.

Resulta muy difícil hacer un balance de la presencia de Kirchner en la política argentina diciendo que construyó. Más bien construyó un poder propio y transitorio buscando la confrontación como forma de gobierno y desaprovechó una oportunidad única en el contexto internacional para construir un país próspero. La política económica siempre estuvo subordinada a las necesidades políticas del oficialismo y esto implicó, entre otras cosas, destruir stock de capital (energía, ganadería, infraestructura, etc.).

Todavía no sabemos qué rumbo tomará Cristina Fernández ahora que no está Néstor Kirchner. Dado que, como mínimo, el matrimonio cogobernaba, no sabemos cuál es la capacidad de gestión de Cristina Fernández estando sola y desconocemos si continuará con el estilo de confrontación o modificará el rumbo. No lo sabemos, pero sí sabemos que tal vez el paso de Kirchner por la política haya dejado como enseñanza al resto de la dirigencia política que lo primero que se necesita para construir un país es el respeto al otro. Debatir ideas con pasión pero con respeto. El segundo dato es que no puede construirse un país sin reglas de juego estables y eficientes.

Lejos de construir bases sólidas de crecimiento económico, Kirchner aprovechó el contexto internacional para aplicar políticas populistas que le otorgaron poder político y generó un alto grado de crispación en la sociedad.

La lección que debería quedarnos de este período es que los argentinos tenemos que empezar a respetar la democracia republicana como base sólida para el crecimiento de largo plazo. Los hombres son transitorios en la vida de un país y su construcción se hace en base a instituciones y no personas que más tarde o más temprano, por las causas más insospechadas, pierden el poder.

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