jueves, 28 de octubre de 2010
YO SE QUE AHORA VENDRÁN CARAS EXTRAÑAS
Por Jorge Omar Alonso
Ha muerto Kirchner.
La muerte a todos nos golpea.
Nos causa sentimientos disimiles
No nos es indiferente y nos duele si se verifica en un ser querido, en un buen vecino, en el inocente, en el Policía que entrega su vida.
La muerte del héroe nos subyuga, nos causa admiración.
La muerte de Kirchner nos causa sorpresa. Por su inmediatez, por no esperada.
Ninguna muerte nos deja indiferentes.
Ella nos atañe a todos tarde o temprano.
La del amigo nos hunde en la desolación, la del enemigo nos alivia.
El hombre es el único ser de la creación que tiende que preguntarse por el fundamento, meta y sentido de la vida, así como también se le presenta su muerte como un problema.
A diferencia del animal, sabe su muerte, puede presentirla llegada la hora.
Tenemos conciencia clara de que somos finitos y ese es el “sentimiento trágico de la vida” que nos enseñó Unamuno.
Ha muerto un político, ex hombre de Estado.
El detentador del verdadero poder político y esto adquiere una dimensión especial, no sentimental.
La Nación queda acéfala, porque era Kirchner quien gobernaba.
¿En manos de quien han de quedar los destinos de la República, habida cuenta no obstante que antes de la hora fatal en el Calafate, se nos auguraba un futuro nefasto?
Es muy pronto hacer conjeturas.
Habrá que ver si se cumple lo que vaticinaba Hannah Arendt, sobre aquello que caracterizaba a los movimientos totalitarios: la celeridad con que son olvidados sus dirigentes y la facilidad con que son reemplazados.-
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