Acaba de finalizar el discurso presidencial que abrió el 126º periodo ordinario de sesiones en el congreso nacional.
Cifras de difícil comprobación, impunidad para el terrorismo, elogio a la Corte y crítica a los jueces.
Por Alejandro Olmedo Zumarán
Más allá de que esperaba un pronunciamiento sobre los supuestos éxitos de estos últimos cinco años y el aporte de cifras realizadas por un organismo que no goza de credibilidad me ha sorprendido tanto desparpajo. Pero dejando de lado este relato que era previsible, destaco unas pequeñas perlitas.
La presidenta elogió a la Corte Suprema, pero no olvidemos que uno de sus miembros reconoció en las audiencias en el Senado cuando fue aprobado su pliego que había "olvidado" declarar algunos bienes de su patrimonio, olvido que trasladó a su contador. El elogio a la Corte Suprema se vio luego criticado por la presidenta cuando exhortó a este poder a ejercer sus facultades (también al legislativo) en los juicios contra los violadores a los derechos humanos. Nuevamente puso en duda la independencia de los poderes que rige formalmente en la argentina, aunque no realmente.
Ni una sola palabra sobre las violaciones sistemáticas a los derechos humanos que realizaron los terroristas subversivos en los años 70, que para el derecho internacional humanitario son delitos de lesa humanidad, por lo tanto imprescriptibles y que no han sido juzgados por la justicia nacional y al parecer para este gobierno no deberían serlo.
Luego mencionó el caso del asesino del barrio de Belgrano que fue liberado a los cuatro meses por un juez.
¿Pero cómo señora presidenta? ¿No era que teníamos una corte de lujo?
No recuerdo si el asesino de Belgrano fue liberado o internado en un neuropsiquiátrico, pero muchos asesinos, ladrones, violadores, estafadores y demás delincuentes han sido liberados por los jueces y esto no es ni más ni menos que una política establecida en primer lugar por el gobierno que asumió en 2003 y en segundo por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, principal tribunal de la Nación y es lo que todos conocemos con el nombre de garantismo, que no lo es ya que garantismo es el establecimiento de todas las garantías constitucionales para el acusado y para las víctimas de este y no la liberación injustificada de los delincuentes...
Ha sido un discurso más de otro presidente, en este caso de una presidenta, más.
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