sábado, 1 de marzo de 2008

PUERTAS ADENTRO

Cristina espera un gesto de Iribarne



No será Cristina ni el Papa. Tampoco el Vaticano o la Casa Rosada. En verdad, la siguiente movida en la intrincada partida que protagonizan la Santa Sede y el gobierno argentino debería provenir de Alberto Iribarne, de quien en las alturas del poder se espera, por estas horas, que "ofrezca un gesto" para destrabar el enojoso incidente.
Ese gesto, reconocían ayer fuentes confiables de Balcarce 50, no es otro que el considerado único posible para reencauzar la relación entre la Iglesia y el gobierno de Cristina: que el ex ministro de Justicia renuncie a su candidatura a ser el próximo embajador ante la Santa Sede.
Dicen en el gobierno que a la vista no hay otra salida posible, después de que Cristina y la primera plana del gabinete ratificara públicamente que no habrá marcha atrás con la nominación de Iribarne para reemplazar a Carlos Custer.
Esa decisión mandó el conflicto a un callejón sin salida: el Papa Benedicto XVI hizo saber, al mismo tiempo, a través de los carriles diplomáticos correspondientes que la Iglesia no otorgará el plácet de estilo a Iribarne por su condición de divorciado, que hoy vive en pareja con otra mujer sin que se haya producido la "disolución canónica" (anulación del primer matrimonio mediante aprobación eclesiástica) exigida en estos casos.
Hace unos días, Cristina Fernández definió con dureza su posición frente a la negativa del Vaticano de aceptar al ex ministro como embajador. "Si no es Iribarne, no es nadie; no mandamos a nadie", habría dicho la presidenta a su círculo político.
En los hechos, el encargado de Negocios de la embajada ante la Santa Sede, Hugo Gobi (h), está a su frente de manera interina. En la Casa Rosada aventuraron que si la Iglesia no cede en sus posiciones, la Argentina no designaría nuevo embajador, al menos durante el mandato de CFK.
En el medio, en las últimas horas, se mezclaron con esas durezas algunas realidades políticas vinculadas con intereses del gobierno --en especial de Cristina-- por recomponer la relación quebrada.
Se dice, por caso, que la presidenta impulsa personalmente la posibilidad de que el Santo Padre pueda viajar a la región a fines de este año, para conmemorar, en una ceremonia conjunta con Michelle Bachelet, el trigésimo aniversario de la mediación papal en el conflicto con Chile por el Canal de Beagle. Una variante de mínima a esa iniciativa sería concretar un viaje conjunto de ambas presidentas a la Santa Sede para visitar al Papa, de modo de realizar allí esa conmemoración.
Por otra parte, en medios diplomáticos argentinos consideran que no ayuda a la resolución del caso Iribarne ni a la recomposición de relaciones el hecho de que en el gobierno persistan planes para eliminar, por una ley del Congreso, el vicariato castrense o que se insista en negarle al Vaticano las facultades que le competen para designar al sucesor de monseñor Antonio Baseotto.
Así las cosas, en las últimas horas corrió muy fuerte la versión de que desde encumbrados despachos de la Casa Rosada se habría sugerido a Iribarne que ofrezca un gesto y renuncie a su candidatura, lo cual permitiría a Cristina tener las manos libres para designar a un reemplazante y de paso descomprimir las relaciones con el Vaticano.
El fin de semana circuló otro rumor: quien reúne los papeles que le faltan a Iribarne y que, además, tiene experiencia por haber sido embajador en Italia es Carlos Ruckauf, que ha regresado de a poco a las filas del kirchnerismo. En la Casa Rosada dijeron desconocer por completo la especie. Voceros del ex vicepresidente hicieron la consulta con su jefe y la respuesta dejó picando alguna duda: "No dice que sí ni que no; dice que no quiere hablar del tema".


Eugenio Paillet/"La Nueva Provincia"

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