sábado, 1 de marzo de 2008

UN FANTASMA QUE ASUSTA

El temor a la inflación es considerable, sobretodo para aquellos que recuerdan, por haber vivido sus efectos, en los años 80's.

La información habitual generalmente es demasiado “subjetiva” y no satisface la necesidad de mayores detalles por parte de aquellos que merecen estar mejor informados, más parece orientada a satisfacer las necesidades de ciertos sectores que de enfrentar la realidad.

Se alude a la macroeconomía con el criterio que utilizaría un estratega en la guerra, la gente que sufre por los desatinos en la conducción, los que sienten los coletazos de la “microeconomía” , serían las “víctimas colaterales” despreciables dentro del contexto general.

Pero volviendo a la inflación esta depende fundamentalmente de dos factores:

1) El equilibrio entre la oferta y la demanda.

2) La correcta administració n de los fondos públicos.

No siempre la demanda genera inflación, si esta es sostenida en un marco de seguridad jurídica, impuestos aceptables, dispone de energía suficiente y sobretodo cuando el estado no dilapida lo recaudado, se generan oportunidades de negocios que producen una mayor “oferta”.

Como ejemplo se podría citar el caso de las computadoras, la demanda es creciente año a año y sin embargo los precios no dejan de bajar…

En cambio cuando la demanda es de “coyuntura”, producto de esos “veranitos” sin proyección de futuro, el mercado explota, la producción crece porque se utiliza la “capacidad instalada” al máximo de sus posibilidades, pero no existe reinversión, ni tecnificación, solo se aprovecha el “dólar alto” que ciertos economistas no se atreven a llamar por su verdadero nombre: “salarios bajos”.

En este caso, las ganancias tienen como destino inexorable engrosar cuentas en el exterior, buscando seguridades que no se encuentran en el ámbito local.

Cuando no se respetan las reglas del mercado hacen su aparición los usureros y capitales que más que golondrina, son buitres, generalmente convocados por políticas económicas desacertadas u originadas por intereses corporativos, aunque siempre dicen ser “Nacionales y Populares”.

Mientras Bélgica afirma que en el 2010 estarán en la calle automotores usando hidrógeno como combustible, Argentina destina 500 millones de pesos a la investigación tecnológica (algo más de 150.000 U$), que seguramente, según la costumbre, serán destinados al pago de sueldos y jornales.

¿No sería aconsejable evaluar la posibilidad de otorgar, en Argentina, una moderada exención impositiva a las empresas que utilizaran hidrógeno como combustible y generaran la energía eléctrica que cubriera sus necesidades y un poco más.?

En lugar de crear nuevas estructuras en el estado ¿No sería preferible incentivar a la actividad privada?

Pero lo que indudablemente seduce a quienes aspiran a perpetuarse en el poder son obras espectaculares como el tren bala. Se prioriza lo inmediato sobre lo conveniente a futuro.

El otro componente que hace posible la inflación es el desmesurado gasto del Estado, que con impuestos poco inteligentes, desalienta la producción, quitándole rentabilidad a la inversión y favoreciendo la evasión.

A aquellos que añoran el sexto lugar de Argentina como potencia habría que recordarles que el Estado se solventaba exclusivamente con los ingresos por derechos aduaneros y no existían las “retenciones”.

Y aquellos que aún insisten que no existe inflación seguramente no compran queso, no pagan gas envasado (porque disponen de gas subsidiado) y seguramente no cargan gasoil (cuando encuentran) .

Dadas estas condiciones ¿A quien se le puede ocurrir invertir en un país como Argentina?.. . Aunque seguramente a la presidente le habrá preparado un discurso para hoy en el Congreso, anunciando los éxitos de su gestión.

Horacio Guido Dupuy
www.argentina- alascosas. com.ar

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