lunes, 25 de octubre de 2010
ABRAZADO
KIRCHNER TERMINA ABRAZADO A LA IZQUIERDA Y AL FASCISMO
Al igual que Perón 35 años atrás, Kirchner está atrapado y, cada vez con menos apoyo, busca aliados en Hebe de Bonafini y Hugo Moyano, dos de las personas con peor imagen en el país.
Por Roberto Cachanosky
Cuando la semana pasada un chico de 23 años del Partido Obrero fue muerto de un balazo en un enfrentamiento con una parte del sindicalismo ferroviario, inevitablemente vinieron a mi memoria los 70, cuando la izquierda del peronismo se enfrentaba a los tiros con el ala fascista del mismo partido.
Quienes vivimos aquellos años recordamos que Perón, desde Puerta de Hierro, recibía y estimulaba a los grupos subversivos para hostigar al gobierno de Lanusse. Así como Perón usaba a la izquierda por conveniencia personal, la izquierda se le infiltraba en el peronismo con el objetivo de coparlo. Digamos que había una especie de uso mutuo.
Pero en realidad Perón nunca fue de izquierda. Más bien tenía una ideología fascista que quedó en evidencia en sus primeros dos gobiernos en las décadas del 40 y del 50.
Pero volviendo a los 70, cuando Cámpora fue elegido presidente en 1973, inmediatamente liberó a todos los terroristas que habían sido enjuiciados y condenados por el tribunal federal, cuyos jueces luego fueron perseguidos y otro asesinado.
Cuando Perón volvió a Argentina en 1973 y el avión que lo traía tenía que aterrizar en Ezeiza, fue desviado a Morón porque se produjo el primer gran enfrentamiento en los bosques de Ezeiza entre ambas facciones del peronismo con una cantidad de muertos nada despreciable.
Como cuenta Tata Yofre en su último Libro, El Escarmiento, al aterrizar en la base de Morón, Perón está muy enojado con lo que estaba pasando en el país bajo el gobierno de Cámpora, dado que la izquierda le había copado el gobierno.
Un tiempo más tarde, la izquierda del peronismo asesina a José Ignacio Rucci, asesinato que va a desatar la represión posterior con la creación de la Triple A.
Por un lado el ERP, en pleno gobierno constitucional de Perón, siguió con sus ataques a bases militares, policía y empresarios, mientras que montoneros se mantenía a la expectativa. Lo concreto es que en esos años, bajo el gobierno de Juan Perón, se desata una feroz guerra entre el ala izquierda del peronismo y el ala fascista del mismo partido.
Un par de meses antes de morir Perón se produjo el famoso discurso del entonces presidente desde el Balcón de la Casa Rosada en que la izquierda peronista insultaba a Perón y éste les respondía con el famoso imberbes, echándolos de la Plaza de Mayo.
Muerto Perón, el país fue una orgía de violencia entre el ala fascista y el ala de izquierda del peronismo, con una Isabel Perón que, habiendo quedado como presidente, no tenía ni idea cómo arreglar el lío político, económico, social y de enfrentamiento civil que vivía el país.
Apelo a toda esta parte de la historia para mostrar que esos años fueron años de un gobierno peronista que no ofreció gobernabilidad. Más bien el país quedó preso de los enfrentamientos internos del peronismo, con derramamiento de sangre y descontrol económico.
Acercándonos a los años recientes y recordando las elecciones de 1999, Duhalde ya se había distanciado de Menem y con la caída de De la Rúa, cuando se anticipan las elecciones en 2003, Duhalde se enfrentó con Menem e impulsó la candidatura de Kirchner luego de probar con otros candidatos. Lo cierto es que en esa elección hubo tres candidatos del peronismo: Menem, Rodriguez Saá y Kirchner. Podríamos decir que el país quedó nuevamente en el medio de la interna peronista, y Kirchner con solo el 22% de los votos logró quedarse con la presidencia.
A su vez, Kirchner primero aprovechó el apoyo de Duhalde y luego lo puso en el bando de los adversarios. Kirchner fue volcándose cada vez más hacia la izquierda pero buscando el apoyo de Moyano. Hoy vemos a un Kirchner que se abraza con Hebe de Bonafini por la izquierda y con Moyano por el ala fascista. Digamos que hoy Kirchner se encuentra como se encontraba Perón dos meses antes de morir: entre la izquierda y el fascismo, y resulta que ambos sectores no pueden convivir. En última instancia el enfrentamiento entre el PO y los ferroviarios no es otra cosa que una reedición, en miniatura, de la violencia de los 70.
El tema es que si Kirchner desplaza al fascismo que representa Moyano, éste le gana la calle y le puede hacer la vida imposible hasta las elecciones. Y si se enfrenta con la izquierda más pesada también ésta le puede ganar la calle y hacerle la vida imposible. Salvo, claro está, que ambas facciones se enfrenten en la calle a los tiros, piedrazos y palazos como en otros tiempos, con lo cual el país puede caer en la ingobernabilidad nuevamente.
De más está decir que hoy también tenemos, al menos, dos peronismos. El peronismo federal y el kirchnerismo que ya se enfrentaron en las urnas del año pasado, donde perdió el kirchnerismo y la cuestión es que hacia el 2011 también se presenta un escenario similar.
Es cierto que cuando el radicalismo estuvo en el gobierno no tuvo gestiones brillantes. Pero también es cierto que el sindicalismo peronista le hizo la vida imposible. Cuando Moyano dijo que si ganaba Cobos las elecciones del próximo año no se iba a su casa sino que se iba a la Plaza de Mayo, estaba anunciando que le va a hacer la vida imposible a un gobierno radical, buscando que el país sea ingobernable.
De todo lo anterior no me queda tan claro que el peronismo sea el único partido que pueda ofrecer gobernabilidad. Cuando ha estado en el poder, en general ha producido grandes conmociones de ingobernabilidad o ha sometido al país a sus propias internas. Dependiendo de cómo avance el caso del chico muerto en Avellaneda, podemos llegar a ver una reedición de la violencia de los 70 en términos de enfrentamientos entre el fascismo y el ala dura de la izquierda. Eso todavía está por verse.
Si como bien dice Rosendo Fraga, el gobierno que pierde el control de la calle puede perder el poder, Kirchner tendrá que elegir entre el fascismo o la izquierda. Entre Bonafini y Moyano. El tema es si Moyano estará dispuesto a perder la calle y el poder que acumuló.
Desde mi punto de vista, que un gobierno ofrezca gobernabilidad, no consiste en tener la mayor fuerza bruta para imponerse a los tiros o palazos. Ofrecer gobernabilidad es, desde mi punto de vista, mantener el orden público con las fuerzas de seguridad y no con fuerzas de choque, al tiempo que también gobernabilidad es implementar políticas públicas de largo plazo que permitan un crecimiento y mejor calidad de vida de la población. Ninguna de estas dos cosas hoy ofrece el kirchnerismo. La economía tiene serios problemas que solo son financiables gracias al contexto internacional y la violencia social crece.
Pero lo llamativo o curioso es cómo Kirchner ha quedado en una situación complicada de la misma forma que 35 años atrás quedaba Perón, entre ERP, Montoneros y el fascismo con la Triple A actuando.
Todo parece indicar que entramos en una etapa de más incertidumbre de la que teníamos y conflictividad social, mientras Kirchner se abraza a dos de las personas con peor imagen pública: Hebe de Bonafini y Moyano, porque el resto de la dirigencia le escapa por su estilo agresivo y destructivo. Lo único que tenemos como certeza es que de la combinación de Hebe de Bonafini y Moyano, nada bueno puede salir para el país.
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