
La obstinación K en no ver el país real
Las batallas que el matrimonio presidencial presenta en diversos frentes de la política nacional, lo ha llevado a decir que los medios inventan una realidad que no viven los ciudadanos en la vida de todos los días. Por qué el gobierno culpa a otros por sus propias incapacidades, y la terquedad oficial en negar lo imposible y no ver la realidad tal cual es
El pasado mes de marzo, la presidenta Cristina Fernández afirmó ante la Asamblea Legislativa "voy a hablar del país real, no del virtual", donde criticó ásperamente a la oposición y los medios de comunicación por la realidad que muestran diariamente, a los que acusó de implementar una mecánica “destructiva” para la Argentina.
Un Estado que se muestra ausente en casi todas las acciones de la vida diaria de la población más necesitada, como es brindar salud, seguridad, educación, vivienda y empleo digno, entre otras cosas, y que quiere hac erse presente para quedar en la historia, con anuncios y críticas a los que señalan los errores que se cometen en cada accionar que se lleva adelante desde el gobierno nacional.
Para hablar del país real, el matrimonio presidencial utilizó los números publicados por el cuestionado Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), para argumentar cómo había bajado la pobreza en todo el país en el último año. Estas cifras, que parecen lejanas a las que se ven en el país real (como le gusta llamar ala Jefa de Estado), marcan que la pobreza afecta al 12% de la población y descendió 1,9 puntos en los últimos doce meses, así como también que la indigencia sigue en baja, ubicándose en el 3,1%, descend iendo 0,9% en el período estudiado.
Estos anuncios en los que suele caer el gobierno no son casuales, sino que ya se ha convertido en algo habitual amoldar los números y las estadísticas según la conveniencia del momento. Son recursos que han usado todas las administraciones, no sólo la kirchnerista, sino que se han visto bajo el gobierno radical de Raúl Alfonsín, los de Carlos Menem, la Alianza y bajo el interinato duhaldista, lo que ha hecho que la sociedad siga desconfiando aún más de la clase dirigente.
El oficialismo que siempre había renegado de estas viejas prácticas políticas, ha terminado por hacer lo mismo que antes criticaba, lo que lo pone en un fuerte contrasentido, del cual no sabe muy bien cómo explicarlo. Todas estas clases de hechos, hacen que la población no confíe en los anuncios y las palabras oficiales, y formulen gran rechazo a las mismas, según todas las encuestas que se han realizado sobre el tema.
En ese sentido, la política kirchnerista sufrió una grave derrota con el triunfo de Pablo Micheli en la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), lo que le impide la posibilidad de lograr un alia do invalorable en el mundo sindical, cosa que tenía ganada con el docente Hugo Yasky, quien mantenía una política cercana al kirchnerismo en los últimos tiempos.
El kirchnerismo puso a todo su aparato partidario a trabajar en pos de un triunfo de la Lista 10 que encabezaba Yasky, pero la Lista 1 (de Micheli y Víctor de Gennaro) con un trabajo de hormiga en todo el país, logró alzarse con un triunfo inesperado para la mayoría de los encuestadores y analistas políticos, y que pone al kirchnerismo contra las cuerdas, ya que la actitud combativa del nuevo Secretario General de la CTA, avizora fuertes dolores de cabeza para la administración nacional.
En idéntico sentido se suma la sanción en la madrugada de ayer de la Ley de Glaciares, en su proyecto consensuado entre el senador Daniel Filmus y el diputado Miguel Bonasso, lo que marca una agresiva demarcación a las zonas glaciares y periglaciares, además de un límite claro al accionar de las empresas multinacionales mineras, a las que las organizaciones ambientalistas acusan de saquear los recursos naturales de la Argentina.
Esta ley marcó nuevamente el doble discurso del gobierno nacional, que públicamente dice una cosa pero luego marca hacer a sus más allegados colaboradores otra muy distinta. Esto pudo verse con la actitud de complacencia y apoyo del Ejecutivo a la labor encarada por los gobernadores cordilleranos para intentar convencer a los senadores de las “virtudes” de la actividad minera en la Argentina, y aducen que esta Ley lo único que hará es perjudicar la inversión privada en el país.
El oficialismo, que jugó dividido en este tema, marcó amplias diferencias en su seno, y algunos hasta se animan a decir que las diferencias son insalvables y que sería normal que en el corto plazo pueda abrirse algún senador del bloque del Frente para la Victoria, debido sobre todo a las presiones que no aceptan que les manda el Ejecutivo a la hora de votar determinados proyectos en la Cámara Alta, tal como sucedió con la iniciativa de los Glaciares.
En medio de esta discusión política, lo único que ha podido verse desde lo social es el alejamiento cada día mayor de la clase media de los dictados del gobierno nacional. Fue justamente la clase media la que dio el triunfo electoral a Kirchner en los años 2003, 2005 y 2007, y que luego del conflicto con el sector agropecuario, comenzó a darle la espalda en forma paulatina, cosa que se vio plasmada en las pasadas elecciones legislativas, donde el kirchnerismo perdió en los principales polos industriales del país.
Días atrás, desde la Agencia de Noticias CNA comentábamos el trabajo realizado por Sel Consultores, que muestra el impacto que tiene la inflación en la clase media, donde se deja en claro que desde inicios del año 2007, cuando la inflación comenzó a acelerarse (y junto con ello principiaron las distorsiones en el Índice de Precios al Consumidor oficial) los precios se duplicaron, y en algunos casos hasta llegaron a triplicarse.
Desde la salida de la crisis, los ingresos de estos sectores evolucionaron por detrás de los obtenidos por los asa lariados bajo convenio. Esto refleja también una menor capacidad de negociación de las remuneraciones. El aumento acumulado este año (hasta agosto) es 17%. El IPC oficial –promedio de la población- reconoce para este último período un alza de 7,5%. Tan importante como el acumulado este año, la variación es creciente: en el primer trimestre, la inflación interanual de la clase media fue de 19%; en el segundo de casi 22% y en el actual de más de 23%.
Los últimos datos de las encuestas más serias marcan el profundo deterioro del caudal de votantes por parte del oficialismo, y en los análisis que se hacen para entender el mismo, existe una causa fundamental, que radica en la exclusión man ifiesta por más que se quiera maquillar de la "clase media", el verdadero motor del crecimiento de país.
La Clase media ha abandonado casi por completo el supuesto tren de cambios que propugnaba el matrimonio Kirchner, sólo un puñado de vagones de clase media y gran parte marginados sociales que viven acarreados por la dádiva del plan trabajar o un bolsón de comida, provocan el número en la mayoría de encuestas inherentes a octubre del 2011.
Si el gobierno continúa apelando a lo peor de la vieja política para intentar recuperar la confianza perdida de la sociedad, y para eso sigue sin escatimar en críticas desmedidas a los opositores y los medios de comunicación, los grandes perjudicados serán los argentinos que quieren soluciones reales para sus problemas cotidianos. El gobierno debe acudir a todas las acciones suficientes que sirvan para mejorar la calidad de vida la población, sino va pasar lo que muchas veces pasó en la Argentina, donde el país real está muy lejos del país oficial.
CNA
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