BANDERA BLANCA
Liderazgos de ayer a hoy
Campaña antiargentina
Perito en derrotas
De rodillas
Pingüino o pingüina. Lo mismo da: el resultado de las giras kirchneristas es siempre el bochorno. Uno lo lee y no lo cree. Integrantes de la comitiva de la Primera Dama , le explicaron a Clarín que, con la visita de Cristina Fernández de Kirchner, “Argentina se acerca a México en momentos de polémica con Brasil” y que el gobierno promueve el ingreso del país azteca al Mercosur porque “podría balancear el peso de Brasil en el bloque”. Dos páginas más adelante, los mismos cráneos explican que el gobierno espera que la llegada de Lula a nuestro país –inmediatamente después del viaje de la Senadora- sirva para “relanzar la relación privilegiada con Brasil”, pues así Kirchner “pretende desprender su estrategia geopolítica de lo que aparecería casi como un ancla exclusiva: Venezuela”.
A ver si se entiende: vamos a México para molestar a Brasil y después nos reunimos con Brasil para despegar de Venezuela. Brillante. Con un solo “viaje de instalación internacional” de la candidata oficial, el kirchnerismo logró hacernos quedar mal con México, Brasil y Venezuela….
La respuesta no se hizo esperar. Al día siguiente, desde Santiago, Lula da Silva dijo “yo quiero tener una relación primorosa con Chile pero no para crear contrapeso contra quien quiera que sea”. En simultáneo, Thomas Shannon, secretario de Estado adjunto de EEUU para el Hemisferio Occidental, afirmaba: “Brasil es tan grande que no tiene contrapeso (y) va a tener un papel muy importante en definir el futuro de América del Sur, con o sin otros países”. Calderón y Chávez no hablaron (todavía). No significa que no hayan tomado nota de cómo considera el actual gobierno argentino a sus países. Tarde o temprano pasarán la factura. .
El periódico antes citado calificó las pobres tretas kirchneristas como “jugada en el tablero de la política internacional”. En realidad, las jugadas están hechas y la Argentina gobernada por Kirchner sólo las padece porque hoy los jugadores son otros. Se lo está diciendo Shannon con todas las letras: el papel que antes desempeñó Fox, hoy lo cumple Lula, en lo que por supuesto no es un avance sino un retroceso para la región. Kirchner todavía no se enteró, por eso fue a México creyendo poder así competir con algo que ya se consumó. Por eso luego recibió a Lula con desesperación, acorralado además por la crisis en su provincia, el escándalo Skanska y las encuestas en Capital. El brasileño, generoso, dio su apoyo a la reelección del santacruceño: que siga el idiota útil. Porque en verdad, Lula ya vino como gerente.
El Mercosur, o lo que queda de él, enfrenta una maniobra de pinzas: por izquierda, Hugo Chávez organiza el ALBA y, por derecha, Brasil intermedia a todos en la relación con Washington. Ahora vino para que Argentina se sume a su agenda energética –los biocombustibles- pero ésta, en vez de hacerlo directamente con EEUU, lo tiene que hacer a través de Lula.
Liderazgos de ayer a hoy
Néstor Kirchner inauguró su gestión proclamando, a través de su entonces canciller, Rafael Bielsa, que “ la Argentina tiene que admitir que Brasil es el líder del Mercosur y de Sudamérica”. Poco después, despechado, el ministro anunciaba que se instalaría un mes en Nueva York para desplegar una estrategia anti-brasileña –impedir que obtuviese un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU- y que, a partir de entonces, negociaría con el vecino “a cara de perro”. Al final de su mandato, Kirchner termina como empezó: aceptando la conducción brasileña. Sólo que Lula no es líder sino patrón.
Durante los años 90, en el “ta-te-ti” de la relación Estados Unidos, Brasil, Argentina, nuestro país se colocó siempre en el medio, en el conocimiento de que toda la lucha política se resume en la ocupación del centro. Como lo señaló Fernando Henrique Cardoso, al visitar Argentina en junio de 2004, el mérito del gobierno de Carlos Menem fue el de haber sido capaz de llevarse bien con Estados Unidos y Brasil a la vez.
“Argentina se había ido de América Latina prácticamente”, dijo sin embargo la senadora Fernández en México. Zoncera que repite siempre el canciller Taiana: “Argentina ha vuelto al mundo luego del aislamiento con Latinoamérica que produjo el gobierno de Menem” (del cual él era funcionario y embajador).
La Alianza llegó al gobierno a fines del 99 con el mismo espíritu: según sus referentes, había que “refundar” un Mercosur que ya existía y que conoció sus mejores años en los 90. De 3.000 millones de dólares de comercio intrazonal se pasó, a fines de 1999, a 24.000 millones en un bloque que actuó como poderoso polo de atracción de inversiones extranjeras. Con todo, el principal éxito del Mercosur fue político y su manifestación más clara tuvo lugar en 1998, cuando Londres pretendió inmiscuirse en los asuntos internos de uno de sus países miembros –Chile- a través del arresto de un ex presidente de facto y la pretensión de entregarlo a la justicia española, es decir, a un tribunal extranjero sin la menor legitimidad para juzgar hechos acaecidos en una Nación soberana. Expertos en sembrar la división, los ingleses hasta se encargaron de removernos el cuchillo en la herida revelando detalles de cómo Augusto Pinochet había colaborado con ellos durante la guerra de Malvinas. No funcionó. Argentina se puso a la vanguardia del reclamo ante Londres y abroqueló detrás suyo a toda la región. Resultado: los chilenos no sólo hicieron una autocrítica pública de su papel en aquella guerra, sino que cancelaron los vuelos hacia las islas desde su territorio. Inglaterra tuvo que dar marcha atrás. Algo más importante aún: se resolvieron en un santiamén los últimos diferendos fronterizos con Chile y en forma satisfactoria para nuestro país; detalle que los mezquinos Kirchner, que gustaban de fotografiarse en los Hielos Continentales, siempre “olvidan” mencionar.
Argentina actuó como un factor de unidad en la región y por eso la maniobra británica tuvo una consecuencia exactamente opuesta a la deseada. Pero entonces había estadistas en los gobiernos del Mercosur (Sanguinetti, Cardoso, Menem, Frei…), no muchachones. En aquella coyuntura, el progresismo local demostró una vez más su hipocresía. Furibundamente “antiimperialista” en los papeles, en la práctica adhirió sin pruritos a la causa de quienes pretendían violar la soberanía jurídica de los Estados sudamericanos con el argumento de que se trataba de “la cara buena de la globalización”. Mientras denunciaba la supuesta obsecuencia del gobierno de entonces en materia de política exterior, se convertía al “blairismo” y a la “tercera vía” y pedía justicia en inglés. El progresismo es abstracto, no tiene conciencia histórica y por lo tanto tampoco patria.
El mundo, en cambio, se notificó muy bien de lo que pasaba: “Los países latinoamericanos están más unidos que nunca antes en su historia”, se lamentaban los consejeros kelpers en vísperas de poner fin al veto del ingreso de argentinos a Malvinas.
Campaña antiargentina
Hoy, como signo de nuestro regreso al mundo de la mano del kirchnerismo, mientras la Primera Dama estaba en México, en Santiago de Chile se daban cita los principales hombres de negocios y políticos de la región, convocados por el Foro de Davos, institución que agrupa a las 500 mayores empresas del mundo. El clima antiargentino que el kirchnerismo supo conseguir se reflejaba en el ránking de los países más atractivos para invertir en infraestructura en el cual Argentina aparecía en el puesto nº9 entre 12 países, detrás de Chile, Brasil, Colombia, Perú, México y Uruguay y sólo superando a Venezuela, Bolivia y República Dominicana. Susan Segal, presidente del Council of the Americas y presentada en la prensa local como organizadora de la agenda de la Primera Dama en sus frecuentes viajes a Estados Unidos, manifestó: “Creo que en Argentina la inversión debería ser mayor y de plazos más largos”. Una periodista le dijo: “Usted es amiga de Cristina Kirchner…”, y ella inmediatamente la corrigió: “Yo soy amiga de la Argentina ”.
Moraleja: los gobiernos pasan, los países quedan.
Pero la senadora Fernández participa de la falta de conciencia histórica del progresismo y por eso lanzó su campaña presidencial criticando a su país en el mundo. En efecto, en México utilizó todas las tribunas que tuvo a su disposición para hablar mal de la Argentina en la persona de dos presidentes anteriores y de un canciller ya fallecido. De éste en particular, se quejó porque decía que Argentina no debía tener amigos pobres sino socios ricos, justo antes de salir corriendo a fotografiarse con el segundo hombre más rico del planeta, el empresario mexicano Carlos Slim, en lo que sus laderos ordenaron presentar en los medios como el evento más importante de su gira…. Aquel canciller –Guido Di Tella- tenía la costumbre de caricaturizar las situaciones con un humor que escapa al entendimiento del actual oficialismo que en cambio propone asociarnos –y no en broma- con delirantes como Hugo Chávez , jefe de campaña de Cristina.
El socialista Alfredo Palacios, acérrimo opositor al peronismo, decía sin embargo oportunamente: “No hablo mal del gobierno de mi país fuera de mi país”. Atrás quedaron los tiempos en los cuales los políticos argentinos hacían una cuestión de honor del hecho de no criticar a sus gobiernos –actuales o pasados- ni dirimir cuestiones de política interna fuera del país. Hoy la globalización los ha mareado.
En los últimos años del franquismo, cuando los partidos políticos españoles empezaban a recomponerse, los socialistas ibéricos se volvieron hacia la muy poderosa socialdemocracia alemana en busca de respaldo, político y material. Referentes de distintas corrientes internas peregrinaban hacia Bonn tratando de que el favor de sus socios germanos los ayudase a conquistar el liderazgo del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Tras escuchar a todos, los alemanes decidieron darle su respaldo al único dirigente que, para abogar por su causa, no recurrió al expediente de hablar mal de sus otros camaradas. Se llamaba Felipe González.
Al felicitarse a sí mismos por la recomposición de la relación con México, los oficialistas aclaraban que Kirchner “nunca hizo buenas migas con Vicente Fox”, antecesor de Felipe Calderón. ¡Como si fuese un mérito! Pero además olvidan que ambos pertenecen al mismo partido y, en todo caso, la diferencia es que el primero ganó las elecciones en forma limpia e indiscutida. También olvidan que, fiel a su mala educación, Néstor Kirchner nunca felicitó a Calderón por su elección. El apoyaba a José Manuel López Obrador.
Perito en derrotas
La tragedia de Neuquén debilitó tanto al oficialismo como a la oposición. La sentencia de Jorge Sobisch, calificando la conducta de Kirchner respecto a lo acaecido en aquella provincia como miserable y cobarde, debilitó al oficialismo que no le pudo responder, por el grado de verdad contenido en la misma. La oposición, encarnada en ese momento principalmente por un socio de Sobisch, quiso desvincularse de éste para eludir el costo mediático. Esa conducta, espejo de la del gobierno que intentaba usufructuar la tragedia, los terminó de debilitar a los dos. Se generó una tercera circunstancia. Y quien mejor la ha ocupado, de momento, es Elisa Carrió. A diferencia de Macri y de Kirchner, ella no tuvo vergüenza de hacerse cargo de un grado de verdad que los anteriores rehuían, cuando afirmó que aun con Menem había más democracia; que había un mayor grado de autonomía en el Parlamento que a ella le permitió aprobar leyes por unanimidad; y que la diferencia entre aquel y Kirchner es la que hay entre un estadista y un puntero, pues Menem tenía una fuerza de choque “elegante” en Carlos Corach mientras que el santacruceño tiene una “primitiva” en los Fernández.
Finalmente, la realidad se burló de la pretensión del presidente de sacar ventaja de lo ocurrido en Neuquén pues allí el conflicto docente ha sido superado mientras que en Santa Cruz los maestros siguen en la calle, enarbolando la foto de Carlos Fuentealba.
Reja de por medio, porque ya ni en el clientelismo confía, Kirchner recibe los saludos sindicales. Como los grupines que en los remates levantan la mano para elevar el precio, acá los activistas gremiales lo aplauden para que suba el porcentaje de aumento salarial, mientras él vende que arregló un tope con Hugo Moyano. Y el camionero se comporta como mano de obra desocupada que, una vez que consigue mantener sus privilegios, le hace el trabajo sucio: movilizaciones contra Sobisch en Neuquén o contra Telerman en la Capital , mientras secretamente lo espera a Duhalde.
Alberto Fernández ya está en condiciones de disputarle al ex canciller Rafael Bielsa el diploma de “perito en derrotas” que éste –merecidamente- se había autoadjudicado. Lo de Fernández no tiene parangón. Con un solo discurso se enfrentó a Jorge Telerman, Marcelo Tinelli, al monopolio Clarín, a Techint… Tinelli se desquitó recordando el historial del jefe de Gabinete (“le vi el mismo fanatismo para defender a Cavallo”; “fue el recaudador de campaña de Duhalde”, “el pase de Borocotó, ¿quién lo instrumentó?”; “¿y la operación contra Enrique Olivera?”; “¿y el escándalo del Hospital Francés?”…), para concluir preguntándose: “¿Será Alberto Fernández el López Rega de Kirchner?”.
El jefe de Gabinete logró además lo que no pudo la oposición: instalar el escándalo Skanska en la primera plana de los diarios. Así éstos pudieron explicarle a todo el mundo por qué no se trata de un acto de corrupción entre privados. Fue el Enargas el organismo que ordenó a la concesionaria Transportadora Gas del Norte contratar a Skanska y quien aceptó pagar más de lo que correspondía por la obra; todo con conocimiento de la Secretaría de Energía. A su vez, fue el titular del Fideicomiso Banco Nación quien le “sugirió” a Skanska contratar los servicios de una empresa fantasma. Finalmente, a juzgar por la lista de clientes de una firma que no vendía ningún servicio (están todos los empresarios y banqueros amigos del gobierno), la otra conclusión que cabe sacar es que este escándalo no es más que un botón de muestra de un “sistema” que primero fue puesto a punto en la provincia sureña y hoy se ha extendido a todo el país bajo la mirada atenta y vigilante del señor Julio De Vido. A raíz de la crisis desatada en Santa Cruz, un colaborador del ex gobernador Sergio Acevedo (que al irse denunció que la obra pública provincial estaba "digitada" por el gobierno nacional), dijo a La Nación: "En Santa Cruz todo es Skanska".
Habrá que darle la razón a la vedette Celina Rucci, concuñada de De Vido y a quien éste y su esposa eluden por una cuestión de imagen. Consultada acerca de esta actitud, ella dijo: “Si yo no tengo prurito de tener familiares políticos ellos no tienen por qué tener prurito de que yo sea vedette”…
Cuando en junio 2002, Néstor Kirchner hizo público su deseo de ser presidente, el diario La Nación publicó un Editorial que hoy adquiere increíble actualidad: “El modelo imperante en (su) provincia revela que en ella se aplica un proyecto político hegemónico, caracterizado por la ausencia de control de los actos de gobierno y por una abusiva concentración de poder. El Poder Judicial depende del partido gobernante, los recursos del Estado son objeto de un manejo discrecional y la mayoría de los medios de comunicación está subordinada al gobierno mediante una manipulación evidente de la publicidad oficial (…). Entre (otros) actos sospechosos se cuenta el quebranto cercano a los 160 millones de dólares del ex banco de la Provincia de Santa Cruz, imputable al sistemático otorgamiento de préstamos sin avales suficientes (…). También habría que mencionar el uso abusivo del avión sanitario de la provincia para asuntos particulares del doctor Kirchner y su esposa (…). Semejante acumulación de actos contrarios a elementales principios del ejercicio democrático debe hacer reflexionar sobre las consecuencias que podría acarrear el acceso del actual primer mandatario de Santa Cruz a encumbradas responsabilidades en el gobierno de la República ”.
De rodillas
Cuando asumió, Kirchner era un perfecto desconocido para la gran mayoría de los argentinos. Arropado en un disfraz derechohumanista, el matrimonio presidencial vendió una imagen de renovación y transparencia que el progresismo compró con gran entusiasmo. Pero cada vez son más los que en Argentina ya proclaman que el rey está desnudo. Tinelli hasta le exigió disculpas públicas.
Y el juez de la Cámara de Casación Penal, Alfredo Bisordi, al que el gobierno quiere remover con argumentos ideológicos que ocultan su temor a futuras complicaciones penales, lo llamó “traidor a la Patria ”, “incipiente tirano” y “aprendiz de déspota no ilustrado”. Lo acusó además de haber hecho “buena letra” durante la dictadura. También tuvo reflexiones para los laderos presidenciales del Consejo de la Magistratura : “Kunkel no vino porque no podría sostenerme la mirada”. A Diana Conti, quien encabeza la ofensiva contra el juez con pericia digna del Jefe de Gabinete, la acusó de hablar con un “tonito” que mezcla “soberbia e ignorancia”. Ella terminó rendida: “Es un fundamentalista al que le gustan la ley y el orden y seguramente es honesto”. ¿Qué significa esto? ¿Acaso a esta diputada de la Nación y miembro del Consejo de la Magistratura no le gustan la ley y el orden?
El presidente se enojó porque nadie pareció conmovido frente al “atentado” denunciado por el oficialismo en referencia al camión que un desequilibrado pretendió estrellar contra su casa –deshabitada- de Río Gallegos. El gobierno no necesita que nadie atente contra él. Lo hace solito con su torpeza política. Ahora bien, ¿cómo puede la más alta autoridad del Estado denunciar que recibe amenazas? Telefónicas, para más datos. ¿A quién se lo está denunciando? Cuesta imaginar una mayor confesión de impotencia.
Pero lo más notable es la clase de “coraje” que cultiva un presidente que declara “no le tengo miedo a nada” desde una Casa de Gobierno por él enrejada y grita “¡atentado!” frente a un hecho acaecido a 2.500 kilómetros de donde él se encontraba. Agiganta un episodio absolutamente menor a la vez que minimiza y desconsidera la situación de alto riesgo -accidentes, delincuencia, inundaciones y otras emergencias- que los argentinos padecen diariamente bajo su gestión.
Sucede que los Kirchner no dejan pasar oportunidad de mostrar su verdadera naturaleza. Finalmente, ¿dónde soñaba terminar su periplo mundial Cristina Fernández de Kirchner? En Washington, sentada junto a Condoleezza Rice en la cena de gala de la Asamblea Anual del American Jewish Comitte. Eso revela lo que realmente quiere ser.
Pero la jugada le salió mal ya que la Secretaria de Estado norteamericana, en busca de una salida a las complicaciones que sufre su país en Irak, prefirió viajar al balneario egipcio de Charm el Cheij para una nueva conferencia internacional, en el transcurso de la cual se entrevistará con miembros del gobierno sirio y del gobierno iraní, conspicuos representantes del “Eje del Mal”, al que Kirchner denuncia –por presión de los mismos norteamericanos.
Tamaña acumulación de reveses internos e internacionales, exigía una urgente válvula de escape. Como siempre, el presidente retrocede ante la solidez y la sustancia, por eso eligió a la Iglesia para rendirse. El obispo Joaquín Piña acudió solícito. Todo pastor se debe en primer lugar a sus ovejas descarriadas. Eso sí, no se privó antes de reunirse con notorios referentes de la oposición, como Roberto Lavagna y la telermanista Gabriela Cerruti. Tampoco se privó después de exhibir los trofeos que se llevó de la Casa de Gobierno: “El presidente quería hablar conmigo y me dijo que no tiene nada contra el Cardenal Bergoglio”.
Ricardo A. Romano
3 de mayo de 2007
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